La muerte es triste. Los que dedicamos parte de nuestro tiempo a escribir y crear historias seguramente somos capaces de envolverla de poesía, bellas metáforas y promesas de inmortalidad dentro de los corazones de nuestros allegados. Pero detrás de todo eso se esconde latente otra verdad. Triste y desoladora que arrasa el espíritu como una tormenta de arena en el desierto. Cuando Stan Lee nos deje los homenajes y recordatorios se sucederán uno tras otro durante semanas. Miles de artículos y cómics serán escritos como motivo de su fallecimiento. Pero los homenajes después de la muerte, los entierros, los discursos frente al féretro … todas esas ceremonias son para los vivos y no para el que nos ha dejado. Por ello siento la necesidad de escribirte ahora, cuando tu sonrisa llena de ilusión aún alumbra de vez en cuando a nuestros ojos lectores que han crecido alimentados por tu infinito talento. Es ahora cuando debo escribirte, pues cuando faltes mis manos serán incapaces de expresar en palabras la opresión y vacío que sentirá mi pecho.
Stanley Martin Lieber nació el 28 de diciembre de 1.922 en Nueva York. Hijo de padres emigrantes rumanos, no sería hasta finales de 1.940 cuando usara por primera vez el nombre de Stan Lee al firmar una historia de dos páginas del Capitán América que realizara como su primer trabajo para la editorial Timely Comics ( hoy nuestra querida Marvel Comics ). Junto a los grandes Jack Kirby y Steve Ditko creó a la mayoría de los personajes clásicos de la Casa de las Ideas y con ellos llenó al mundo de un color antes inexistente y un universo donde personas con poderes increíbles sacrificaban su vida para salvar la de los demás. Entre tales creaciones están Spiderman, Iron Man, Daredevil, Hulk, X-Men, Los Vengadores, Thor y muchos otros que llevaron mi vida de niño y adolescente en volandas hasta el hombre que hoy soy y que gracias a Dios conserva las mismas retinas llenas de ilusión que hace treinta años al leer por primera vez sus historias.
Stan Lee humanizó a todos sus súper héroes ahondando en su carácter humano y dotándolos a todos y cada uno de ellos con un punto débil para acercarlos aún más al público de a pie. Así mismo se caracterizó por otorgar a sus dibujantes de una gran libertad a la hora de estructurar la historia, tanto que a veces saltaban dudas sobre quién tenía más peso argumental en la misma. Fue en 1.961, con la creación de los 4 Fantásticos, donde su éxito alcanzó las más altas cotas llevando a la editorial Marvel hasta la cúspide de donde ya no bajaría.
Podría enumerar infinidad de premios otorgados a Stan Lee. Puede ser que tenga más que nadie en la industria de los cómics. No me interesa detallarlos. Estoy seguro que él sabe cuál es el más importante. La creación. Y todo lo que viene con ella. No sólo la satisfacción de haber dado vida a personajes que antes no existían. Ni el inmenso universo en el que cohabitan. Ni siquiera el reconocimiento. El verdadero premio sin duda es el refugio que ha dado a millones de personas. Y créanme, sé de lo que hablo. Infinidad de almas han encontrado un lugar donde ser felices o al menos abstraerse del envite de la realidad y el tiempo en todo lo que él ofreció en sus páginas. Millones de vidas salvadas. Miles de almas que encontraron un propósito. Por no hablar de esos niños, entre los que me incluyo, que al abrir un cómic lo devoraban llenos de ilusión inmersos en un mundo de fantasía que imaginaban como propio. Mi homenaje para ti es en vida. No sé cuánto tiempo más podremos disfrutar de tu presencia. Por ello desde aquí este lector que a veces juega a cruzar el espejo te envía toda su gratitud ahora que puedo hacerlo.
Un abrazo a todos.
Me parece muy bonito este gesto, que espero llegue a las manos del homenajeado…
Es cierto, siempre habría que homenajear la labor de las personas en vida, ya sean anónimos o conocidos…