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UFC 2 y mis problemas con la violencia

Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.

El pueblo al que iba en verano de pequeño, en los años 80, era un sitio hostil, vistas las cosas hoy. Jugábamos a tirarnos piedras mientras corríamos por el bosque. Nos empujábamos a las zarzas. Decidíamos que un trozo del bosque era nuestro y si pasaba otro grupo de niños quedábamos para pegarnos. Esto último pasó una vez. Mi grupito estaba liderado por mi primo, un sujeto habituado a la vida rural y a todos sus horrores. El otro grupito lo lideraba otro chico del pueblo, una mala bestia que nos sacaba a todos una cabeza y un cuerpo. Por razones que desconozco esas cosas se decidían con una pelea de los líderes de los grupitos. Los demás a hacer círculo sin intervenir. Cuando empezó la cosa aquello daba pena: estaban los dos en el suelo, con mi primo recibiendo lo que no está escrito. Aquello me horrorizó. Y, sin saber aún hoy la razón, me acerqué despacio a los dos y le quité los pantalones de un tirón al bestiajo que daba la paliza a mi primo, con la suerte que llevaba calzoncillos de ositos. Una avalancha de risotadas hizo que el bestiajo se mirara avergonzado, cosa que aprovechó mi primo (¡y todos los demás!) para huir. En la confusión parece que no se enteró que fui yo el que hizo aquello. Cuánta gloria.

Desde entonces mi relación con la violencia es la que es. Con un trauma culpable de no haber sido lo suficientemente viril, pensé mucho tiempo que tenía que haber sido un Bruce Wayne cualquiera y darle al bestiajo una patada así en el estómago y salir victorioso. Esas fantasías oscuras de solucionar todo a yoyas hacen que uno lea Conan, lea Batman o Lobezno y sueñe con tener la habilidad, fuerza y testiculina para ir paseando su sagrado miembro por todas las cosas que hace. Luego, a veces, uno madura y se da cuenta que es un error. La violencia es necesaria (no queráis saber qué pasa en un sitio al que nunca puede ir la policía), pero la ensoñación de solucionarlo todo a hostia limpia es adolescencia. En el mundo real de los adultos es así.

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Sergio Aragonés ya se reía hace mucho de todo esto

Aunque sin estas ensoñaciones adolescentes nos quedaríamos sin muchos cómics, libros de ciencia-ficción, películas y videojuegos. Qué sé yo: puede uno pasar el rato deseando ver a Batman romper tibias de delincuentes y luego, una vez acabado el cómic, comprender que aquello sólo es un cómic para pasar el rato y no algo sobre lo que pensar para aplicar en el mundo real. También es posible meterse en páginas erótico-festivas, abusar de uno mismo y ni por asomo pensar que aquello que le ha inspirado a uno puede llevarse alegremente a la vida sexual real. Quizás no es buena idea pensar que las cosas en el mundo pueden funcionar como en el Call of Duty. Entendedme.

Dentro de todas estas ensoñaciones de dar hostias y quedarse uno sólo las hay mejores y peores. Uno puede disfrutar con cosas de peleas que son abiertamente irreales como Bola de Dragón, Naruto o la WWE (el Pressing Catch, para los más viejunos). O también ir por la versión más realista, como el boxeo o las Artes Marciales Mixtas. A nivel popular el boxeo ha ido perdiendo mucha atención desde hace muchos años, pero las Artes Marciales Mixtas llevan un tiempo creciendo en interés. Combates mucho más cortos, más espectaculares, más variedad de estilos, mejor marketing, yo qué sé. Yo como mucho había visto dos o tres combates. Pero vi el videojuego de UFC 2 (el oficial de la mayor empresa que organiza campeonatos de Artes Marciales Mixtas) más o menos barato de segunda mano en un GAME y me dije: “No tengo ni puñetera idea, pero vamos allá, a dar yoyas“. Envalentonado por mis amplios conocimientos prácticos de haber llegado a cinturón amarillo de kárate en un gimnasio de Alcorcón en los 90, me puse a jugar.

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En primer lugar, hay como doscientos millones de luchadores. Hay dios sabe cuantos modos de juego. Pero yo iba a jugar a algo llamado “Modo Historia“. Eso estaba bien: el típico modo de entrenar en el gimnasio, pegarte con gente, ir ascendiendo y terminar siendo el más mejor de todos. A eso íbamos. Nos metemos en el clásico editor de personajes. ¿Hombre o mujer? Pues vamos a hacer una mujer. Vamos a intentar hacer a mi mujer, así, por las risas. El problema es el mismo que el de todos los editores de personajes de casi todos los videojuegos: lo normal es que te salga un engendro. Sí, muchas barritas, muchas posibilidades de tocar cualquiera cosa de la cara, pero al final te sale gente que parece haber pasado su infancia en un vertedero nuclear. Y lo los peinados lo dejamos para otro día: cómo será que cualquier peinado más o menos no espantoso lo terminan haciendo casi siempre fans que se ponen a modificar ficheros del juego como pueden.

En fin, que al final me hice a una española morena no muy alta y que no se parecía en nada a mi mujer. Además, no podías elegir el apellido que tu quisieras: debía ser uno de una lista dada. Y, entre ellos, lo ví: Cruz. Ya teníamos apellido: Cruz. ¿Qué nombre le pusimos? PENÉLOPE. Y la película interna en mi cabeza sería algo así: harta de Hollywood, de su marido, del mundo del famoseo, de no poder ir nunca en chándal y de las películas de Almodovar, Penélope Cruz abandona toda su carrera, a sus amigos, a su familia, a los Pokemon recolectados y se mete a la UFC. A ser luchadora de Artes Marciales Mixtas, a liberar todo su rencor hacia el mundo superficial del cine en forma de patadas a las cabezas de sus adversarias.

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Hasta los ovarios de toda esta mierda

Nos meten a entrenar las distintas cosas que pueden hacerse (patadas, puñetazos, defenderse, distintos tipos de llaves) y nos sueltan en nuestro primer combate, contra otra inútil como la nuestra. Hay que decir aquí, para empezar, que todo está pensado para impresionarte visualmente. Es una auténtica barbaridad lo espectacularmente bien hecho que está visualmente todo. El ring, la fluidez de los movimientos, la sangre, los moratones, los músculos, como se mueve el pelo al moverse, la sensación de que de verdad estás pegando a cosas sólidas, la velocidad de los luchadores…y los propios cambios en el combate: cómo cojea alguien que ha recibido mucho en una pierna, cómo si te han pegado mucho en la costilla ese movimiento ya no te sale tan bien, como cambian los movimientos para ser mucho más pesados cuando el luchador se cansa. Todo esto es, desde el principio, alucinante, de quedarte mirando a la pantalla sorprendidísimo del nivel de detalle en todo lo visual.

Y luego está lo jugable. ¿Pueden jugar torpes, como yo? El juego te pone con tutoriales recordatorios si lo quieres, lo cual al principio está bien. Por ejemplo, mi Penélope llevada por la ira contra Nacho Cano sólo se defendía la cara, nunca se defendía las piernas. ¿Qué sucede? Pues que los rivales te dan en las piernas, haciendo que a veces te pongas a cojear, que te cueste más dar patadas y demás. A ver: los fundamentos básicos (hay que esquivar, hay que defenderse, es mejor dar combinaciones de golpes que golpes aislados, atacar a lo loco no es buena idea) yo creo que no son complicados de aprender. Aunque parezca abrumador al principio, en poco tiempo uno se defiende aceptablemente bien. No he jugado al primero, dicen que lo han pulido. Doy fe que es fácil de aprender y que poco a poco vamos mejorando, en el punto este tan bonito de ir superando cosas si vamos con cuidado pero dándonos el morrón si vamos demasiado sin pensar.

En el menú de Mi Carrera vi que se podía invertir puntos de experiencia en comprar golpes nuevos, mejorar los existentes o comprar “ventajas”. Cosas como que haya más posibilidades de KO si das patadas a la cabeza (mi Penélope estuvo encantada de que fuera de lo primero que compráramos). Luego uno escoge qué rival quiere, dentro de unos pocos, entrena un poco para mejorar estadísticas del luchador y a volver al ring. No hay mucha más interacción, la verdad. Pero la verdad es que hemos venido aquí a vengarnos de Hollywood rompiendo la cara a luchadoras con pinta de politoxicómanas, no a ser protagonistas de Crimen y Castigo. Tampoco he visto mucha opción de cambiar de ropitas o atuendos a la hora de luchar. Todo correcto, vaya.

Me fui enfrentando a boxeadoras, judokas, gente que hacía de todo, tías altísimas que te pegaban desde Marte y era un horror llegar a darlas, los combates son muy variados. Y cada combate, incluso contra el mismo adversario, es un mundo. Lo mismo podemos ganar en 30 segundos que irnos al tercer asalto y perder por descuidarnos al protegernos durante un segundo. Los combates son cortos pero se deciden muchas veces en dos-tres segundos y un par de golpes buenos. El margen de error es pequeño y es fantástico. Mi Penélope disfrutaba mucho dando patadas en la cabeza de sus adversarias una y otra vez, logrando más de una vez victoria por KO en el primer asalto contra quienes no querían defenderse la cara.

El juego, eso sí, va de menos a más. Conforme avanzas y vas ganando, el luchador va sufriendo físicamente, hasta el punto de tener que retirarte tras haber recibido mucho. Y conforme ganas, la gente es mucho más inteligente, burra y taimada. Yo lo aprendí por las malas, cosa que luego he confirmado en foros de gente que juega esto también: el plantel de luchadores está muy muy desequilibrado. La gente más famosa de la UFC está hiperdopadísima y es un infierno meterles mano. ¿A quién me encontré yo? Pues a la que aparece en la portada del juego: Ronda Rousey. La reconoceréis por su aparición en la película Los Mercenarios 3 o en Fast and Furious 7. Aquí la tenéis.

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En el juego es un dolor. Lo que hacía era acorralar a Penélope, tirarla al suelo y empezar a hacerla llaves de judo y sumisiones para que se rindiera, cosa que conseguía de modo rapidísimo. Ni patada a la cabeza, ni combinación patada a la pierna-estómago-gancho-patada a la cabeza ni esperar para esquivar y darle combinaciones de puñetazos ni nada. Se te tira encima, te hace la llave y te gana. Una y otra vez. En el tercer combate contra ella Penélope llegó a darle en cuerpo, piernas y cabeza, dejándola medio paralítica de tanto golpe, pero en un descuido en el tercer asalto tiró al suelo a una iracunda Penélope para retorcerla el brazo cual matón de colegio y obligarla a rendirse. En este blog somos mucho de Fulner y también del empirismo, es decir, en recopilar toda la información posible de algo e intentar analizar cual es la esencia de todo eso. Me puse a mirar vídeos de combates reales de Ronda Rousey, entrevistas en Youtube, trozos de las películas en las que aparece. Y me encontré esto:

https://www.youtube.com/watch?v=2v3DQUfZfeI

Es decir, que el problema era que estaba bien llevada al videojuego. Ronda Rousey había arrasado en las Artes Marciales Mixtas llevándote al suelo y obligándote a rendirte allí. No es por nada, pero es que la buena mujer que me apalizaba virtualmente había sido medallista olímpica en Judo en 2008. Y mi Penélope se había centrado en comprarse movimientos de dar patadas y habilidades para potenciarlas, pasando de todo lo demás. ¿Resultado? No sólo Ronda Rousey nos sometía de modo no sexual, toda la élite de la categoría de peso de Penélope nos tiraba al suelo y nos hacía lo mismo con vergonzosa facilidad. Nos pusimos a entrenar, pero ya era tarde: habíamos recibido muchos golpes y el final de nuestra carrera se acercaba. Además, el funcionamiento de las peleas en el suelo o el judo en el juego era un poco farragoso, complicado y extraño. Habría que echarle tiempo…

Pero no habría tiempo para entrenar técnicas de suelo decentes. Sólo quedaba guarrear miserablemente, huir durante los combates e ir dando patadas desde lejos, manteniendo siempre las distancias. Así, al mejor estilo alcorconés, Penélope Cruz consiguió un combate por el título contra…Ronda Rousey. Entrenamos al conciencia. Repetimos tutoriales para tenerlo todo claro. Bebimos agua, calentamos muñecas, rezamos a Thor. Y empezamos la pelea por el título de campeona.

Esta vez sería diferente.

No nos iba a pillar ni nos iba a tirar.

Ibamos a hacerle la de Holly Holm, única mujer que la ha vencido en la vida real (y a la que apalicé en el juego).

Ibamos a por todas. Lo teníamos todo pensado.

Nada podía salir mal. Estábamos informados y habíamos practicado.

Le dimos para empezar el combate.

Penélope perdió en 35 segundos.

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La mujer no está en esta película por casualidad

Tras el combate, se retiró del mundo de las Artes Marciales Mixtas para siempre, con los brazos convertidos en plastilina tras tanto combate con la bestia rubia esta. Hay ochocientos luchadores en el juego, incluídos Bruce Lee o Mike Tyson, pero lo de Penélope Cruz ha sido muy frustrante y triste. Tantas patadas en la cabeza a tantas mujeres con peinados sospechosos para nada. Ya puede haber más modos de juego, cosas online e incluso una especie de apartado en el que apuestas por el resultado de un combate real de la UFC y te dan premios si aciertas, que toda esta experiencia me ha dejado dolido. La próxima vez habrá que hacerse algo más equilibrado y no basar todo en dar coces. O incluso aprender a salirse de una sumisión en el suelo.

Me tengo que enterar si en el juego se puede hacer como hice yo con el bestiajo que zurraba a mi primo: bajar los pantalones a los otros.

Sed felices.

Raúl Sánchez
Raúl Sánchez
Arriba es abajo, y negro es blanco. Respiro regularmente. Mi supervivencia de momento parece relativamente segura, por lo que un sentimiento de considerable satisfacción invade mi cuerpo con sobrepeso. Espero que tal regularidad respiratoria se mantenga cuando duerma esta noche. Si esto no pasa tienen vds. mi permiso para vender mis órganos a carnicerías de Ulan Bator.
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4 COMENTARIOS

  1. Que lo primero que tienes que aprender para ser medianamente competitivo en mixtas es grappling se sabe ya desde Royce Gracie, hueón.

  2. creo que otra opción para liberar las ansias de violencia puede ser apuntarse a deportes de acción como el paintball, no es caro y es divertido jugar con tu grupo de amigos, te puedes pasar un día entero jugando como un loco y no te enteras, por poco más de 20 euros persona y en algunos casos con comida incluida en el propio campo de paintball.

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