Bienvenidos una semana más a Gilead, la distopía no tan distópica donde los hombres ostentan un cargo y las mujeres son monedas de cambio. Sin embargo, la revolución se está cociendo a fuego lento…
Análisis de la tercera temporada de El cuento de la Criada
Análisis de la primera temporada de El cuento de la criada.
Análisis de la novela El cuento de la criada.
Análisis de la segunda temporada de El cuento de la criada.
Comienzo a sentirme como June a lo largo de toda esta temporada: frustrado. Una vez más, El cuento de la criada me defrauda. Y lo hace porque ni la trama principal ni todas las subtramas que abarcan avanzan como deberían avanzar. Vamos a desmenuzar el decepcionante “Con su mirada”
JUNE Y LA RESISTENCIA
Con June entramos en un debate en el que no puedes evitar sentirte incrédulo. Es muy curioso que un régimen como el Gilead de la primera temporada, donde las criadas apenas podían hablar entre ellas durante segundos, ahora les permitan largas conversaciones sobre cómo enfocar la resistencia. Más cuando, se presupone, el régimen se está endureciendo, ya que todo el estado está asumiendo las costumbres de Washington: las primeras criadas con bozal aparecen en Boston. Por otro lado, ahora Gilead decide que las criadas participen de las ejecuciones a los traidores. Un método para culpabilizarlas inconscientemente, para anularlas.
Por supuesto, June parece tener carta blanca. Por parte de los Ojos y por parte de tía Lydia, que una y otra vez perdona sus salidas de tono o, incluso, la deja marchar cuando saben perfectamente que ella fue la que entró en contacto con la Martha de los Mckenzie. Su impunidad es muy llamativa, aunque veremos a ver qué ocurre tras ese final de capítulo donde se enfrenta a DeMatthew, su compañera y delatora.
De momento, la trama de la Resistencia permanece en tierra de nadie, sin avances. Tampoco se profundiza en la dinámica de la casa Lawrence, ni en el ideólogo de Gilead Joseph. Sí que conocemos a más a su mujer, una enferma de trastorno bipolar a la que le cuesta relacionarse y que decide apoyar a June en visitar a Hannah aunque, una vez más, no consigue verla por no permitir la entrada a las Criadas.
Y no parece que vaya a verla próximamente, dado que los Mckenzie, enteradas de los tejemanejes de June con su Martha, se han llevado a su hija a otro lugar.
En definitiva, June sigue perdiendo batallas en este cuento.
CANADÁ SE RINDE
Sin duda alguna, una de las tramas más desperdiciadas esta temporada ha sido la de la relación entre Serena y la protagonista. En este sentido, la trama de Serena queda para contemplar los avances con Hollycole y la vida de la alta sociedad de Gilead en Washington. Una pena que la trama de las dos protagonistas de la serie haya quedado en nada.
En lo que respecta a los avances de Fred, parece ser que Canadá está cediendo a la presión por el miedo a una guerra con Gilead, una potencia militar incuestionable. Su labor como estratega está impresionando a los jerifaltes (tampoco sabemos quién domina en Gilead y, ni siquiera, se menciona a algún comandante supremo o algo por el estilo). Lo que está claro es que Fred es un interés para Wilson…aunque solo sea físico.
Por otro lado, el romance entre Fred y Serena se está recuperando viento en popa a toda vela mediante un baile clásico que termina derivando en un pseudotango que impresiona a las élites compuestas por comandantes que se escudan en sus reuniones para no estar con sus esposas y estas se entretienen con los pobres sirvientes y guardianes jovenzuelos que tienen a mano.
¿Dónde han quedado las dudas de Serena? ¿Y la figura de su madre? De momento, apartadas en una muy cuestionable decisión.
CANADÁ, LA GRAN OLVIDADA
La tercera temporada de El cuento de la criada parecía querer dar voz a los refugiados que tienen que lidiar con haber sido desplazados del lugar que ha supuesto su vida y el trauma de lo ocurrido estando en Gilead. Sin embargo, es otra subtrama más que queda en tierra de nadie, cuando no olvidada.
En este capítulo, Emily se enfrenta a sus demonios y pasa a la rabia por todo lo vivido en Gilead. Tras tener que declarar sobre los crímenes (según la ley vigente del régimen) en Gilead, Emily acude a un escrache contra el Ministro de fronteras de Canadá junto con Moira y se enfrenta dialécticamente al ministro, lo que le permite revivir todos sus fantasmas y enfrentarse a ellos.
La tercera temporada, pese a los buenos momentos en los capítulos intermedios, da la sensación de ir a la deriva. Mal asunto, aunque esperemos que se corrija en los próximos seis capítulos.
Un saludo y sed felices!
Hasta la semana que viene!