Continuamos analizando la quinta temporada de la inmensa serie que es Fargo y en este caso le toca el turno al tercer episodio, cuyo título es La Paradoja de las Transacciones Intermedias. Creada por Noah Hawley a partir de la película homónima de los hermanos Coen, la serie es emitida por FX y para España por Movistar+.
Hola otra vez, fargueros. De nuevo aquí para analizar un nuevo episodio de esta quinta temporada de Fargo. El tercero, que hoy nos ocupa, revela detalles sorprendentes y que se rozan con lo fantástico en cuanto a la identidad de Ole Munch, además de tener más puntos de contacto con el género del terror que todo el resto de la serie.
Pasemos pues al análisis, no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos.
Rostros en el Techo
Mientras suena Sixteen Tons en la versión de 1955 a cargo de Tennessee Ernie Ford, el sheriff Roy Tillman llega a la escena del crimen de la gasolinería llamado por su hijo Gator, totalmente fuera de sí por lo ocurrido y con su compañero yaciendo sin vida. Con toda frialdad y tras preguntar quién es el tal Ole Munch o de dónde salió, da orden de meter el cuerpo en la camioneta y simular un accidente: los Lyon no son los únicos con muertos en el ropero y tampoco él quiere a los federales encima.
Ya en su casa, le vemos junto a sus hijas gemelas y a su actual esposa Karen (Rebecca Liddiard), cuya invitación a una copa ignora por completo lo mismo que, después en la habitación, su intento por echar mano de fetiches y juegos de rol que parecieran hacer seguido. Él está en su mundo, fija la mirada en el techo mientras fuma y ve dibujarse escenas y rostros en el cielorraso, particularmente el de Dot, que para él es Nadine. “Te estoy viendo”, musita para sí mismo y suena convencido…
Comprando Armas
Como dijimos al principio, ya tenemos nieve, la cual regresa a Fargo tras temporada completa y dos episodios. Todos andan con disfraces y haciendo compras para Halloween, pero la lista de Dot no luce muy acorde y la vemos en cambio chequear escopetas, carabinas y pistolas en una tienda de armas. El empleado (Brendan Fletcher), que justifica su parche por un accidente de caza, se sorprende de su aparente conocimiento del tema, pero no tanto como Wayne, que nunca termina de conocer del todo a su pareja y además abre enormes los ojos al oír los precios; no obstante y al igual que su padre, siempre termina haciendo lo que su esposa dice.
El Devorador de Pecados
En Bismarck, Dakota del Norte, una anciana regresa a su casa tras hacer las compras (básicamente cerveza) y, en una escena casi de terror gótico, oye crujir las tablas del ático y encuentra allí a alguien que se hamaca en una mecedora. Es Ole, quien dice que ahora ese es su lugar. Y ella, claro, es su madre…
En el flashback más flashback que se haya visto en la serie, nos vamos a Gales quinientos años atrás para encontrarnos con quien parece ser algún antepasado de Ole (o tal vez él mismo) devorando hambriento un alimento que le ha sido dejado sobre el pecho de un muerto: se trata de un antiguo ritual británico por el cual los indigentes limpiaban las almas de los difuntos más acomodados comiéndose sus pecados. Quienes sigan Outlander (aquí los análisis de un servidor), habrán visto algo de eso en la sexta temporada…
A la Caza de Datos
La agente Olmstead sigue dándole vueltas a la historia sin sentido del secuestro y posterior negación por parte de la víctima. Acompañada por el capitán de policía local, se traslada a la mansión de los Lyon a fines de indagar conexiones, pero Lorraine no se muestra muy colaborativa y, por el contrario, le da un discurso recordándole que su función como policía es hacer de “portera”. Las clases pudientes son las que mueven a la sociedad y como policía debe, por lo tanto, protegerlas de la chusma: no le compete interferir con lo que ocurre puertas adentro.
Witt, recién salido del hospital, también anda haciendo averiguaciones y se dirige a los archivos policiales en busca de datos sobre el D.O.A. (dead on arrive: muerto en el camino) que, identificado como Donny Ireland, participara del secuestro y acabara con la nunca contra un váter. Pero se encuentra en el lugar con Gator y se produce un tenso cruce: una vez que el hijo del sheriff se marcha, Witt descubre que se ha llevado datos…
Dan Miedo…
Estamos sobre la noche de Halloween , en la que, según Roy, el mundo de los dioses se revela ante los vivos: oportunidad justa para irrumpir en el domicilio de Dot. Antes, la llama por teléfono desde una iglesia y le canturrea ominosamente una canción con la imagen de Cristo crucificado enfrente y una bandera estadounidense detrás. Da miedo…
Envía matones disfrazados para la ocasión, entre ellos Gator, con el objetivo de aprovechar la confusión de Halloween y entrar a casa de Dot valiéndose del “dulce o truco”, pero no logran dar con su dirección porque, pacientemente, ella ha cambiado los nombres en los letreros que identifican las calles: estrategia muy semejante a la que en 1940 desplegaran los británicos en prevención de un eventual desembarco nazi que finalmente no se produjo.
Sin embargo, Dot y su familia están en la calle porque Scotty está haciendo su gira de recogida de dulces y ello hace que tanto ella como los suyos sean vistos por los enmascarados matones desde una camioneta. Dan miedo…
Ole, en tanto y en algún lugar, está practicando extraños rituales: se embadurna con sangre y entrañas de cabra mientras pronuncia versículos en latín y se practica cortes en los brazos. También da miedo…
Balance del Episodio
Otra gran entrega. De ritmo más pausado que las dos primeras, pero repleta de signos y detalles estéticos que hacen erizar la piel y temer lo que viene. Quizás pueda parecer una novedad el elemento fantástico en relación con la historia pasada de Ole. ¿Está vivo desde hace quinientos años debido a los pecados que de otros ha ingerido? ¿Es una reencarnación? ¿Un descendiente? ¿El pecado mismo? ¿Está todo en su cabeza? ¿O simplemente no importa?
Pero los elementos fantásticos o sobrenaturales, a no olvidarlo, no son extraños en las películas de los Coen ni nuevos en esta serie. Son muchas las oportunidades en que los personajes han transitado una fina línea en la cual cuesta distinguir lo real de lo que no lo es y no olvidemos aquella tan comentada aparición de un ovni en la segunda temporada…
Tampoco son nuevos los personajes de discurso místico, esos que a nadie gustaría cruzarse por la calle, pero que pueden camuflarse con el resto sin que sepamos de su existencia. El peor espanto puede pasar al lado nuestro sin que le veamos, incluso bajo el disfraz de la religión o del patriotismo. Es interesante, en tal sentido, el uso de símbolos como el Cristo crucificado, la bandera estadounidense o la confederada, con la que se cubre Gator en su habitación: todos elementos que, al menos en principio, no deberían generar pavor de manera individual, pero que juntos crean un cuadro terrorífico.
Y ya que hablamos de terror, nunca la serie se tocó tanto con el género. Hay algo estremecedoramente siniestro detrás de todo lo que ocurre y se avizora un escenario espeluznante. La banda sonora de El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980) se deja oír mientras Ole yace sobre su cama, en tanto que Dot dice que con Scotty van a “cazar zombies” (aunque los chalecos antibalas parecieran dar una pátina de pragmático realismo). Los matones de Roy, por su parte lucen sacados de película slasher o home invasion y la máscara de Gator rinde homenaje a Jack Skellington, personaje de Pesadilla antes de Navidad (Henry Selick, 1993).
Las tramas tienden a unirse más por imperio de las circunstancias que por una lógica que las conecte: los objetivos de Roy no son los de Lorraine ni los de Ole. Cada uno actúa guiado por algo distinto, aunque en dos de ellos pareciera tener importancia clave el concepto de deuda: Roy entiende que Dot tiene una con él y lo mismo piensa Ole de Roy. Y si bien es cierto que este último no le ha pagado por su trabajo, la sensación es que hay algo más allá de lo moneario.
Hay un par de frases tan perturbadoras pero geniales. Ya he hecho referencia al discurso que le da Lorraine a Olmstead, pero vale la pena citarlo palabra por palabra: “¿Cuál es tu función? Eres una herramienta para separar a los que tienen dinero, clase e intelecto de los que no. Una portera que está para que la chusma no entre, pero que muros adentro no tiene ninguna función”. Casi una lección de sociología funcionalista, pero a un extremo terriblemente perverso…
La otra gran frase se la dice Roy a su hijo cuando le advierte que si vienen a buscarlo, será cuando menos espera y de manera traicionera: “¿Has visto High Noon? Eso solo ocurre en las películas. Mi consejo es que duermas con el arma amartillada”… La referencia hace alusión, claro, al clásico inmortal del western conocido en España como Solo ante el Peligro y en Latinoamérica como A la Hora Señalada, en el cual el sheriff Kane sabía perfectamente a qué hora vendrían a buscarlo los delincuentes que se la tenían jurada por haberlos mandado a la cárcel.
Y habrá que ver cómo sigue la historia de quienes parecen ser los únicos policías honestos en el lío, que son Indira y Witt. No tienen más remedio que trabajar en soledad debido a la poca colaboración de Dot, pero quizás podrían, por ello mismo, acabar uniéndose.
En cuanto a los personajes nuevos, han sido básicamente tres. Una es la madre de Ole, cuyo futuro no parece pintar bien a partir del regreso de su hijo y por otra parte: en caso de que él estuviera vivo desde el siglo XVI, ¿también ella?. Otro es el tendero de armas: personajazo, pero lamentablemente dudo que volvamos a verlo. La tercera (en más de un sentido) es Karen, la esposa de Roy, que hasta aquí no da impresión de pintar mucho pero quizás no le agrade el lugar al que él la relega tras haber reencontrado la pista de Dot.
Veremos si el próximo episodio nos trae alguna novedad en cuanto a todas estas cuestiones. Por lo pronto, estamos viendo otra vez una gran temporada y les espero para el nuevo análisis. Hasta entonces y sean felices…