Tras una larga y dura espera para quienes amamos esta magnífica serie, Fargo ha regresado con una quinta temporada que, una vez más, se perfila brillante. Ofrecemos el análisis de los dos primeros episodios titulados respectivamente La Tragedia de los Comunes e Intentos y Tribulaciones. Creada por Noah Hawley e inspirada en la película homónima de los hermanos Coen, la serie es emitida por FX y para España por Movistar+.
“Esta historia es real. Ocurrió en Minnesota en 2019. A pedido de los sobrevivientes, los nombres han sido cambiados. Por respeto a los difuntos, el resto se cuenta tal cual ocurrió…” ¡Hola otra vez fargueros! Vaya que ha pasado tiempo desde que leyéramos por última vez esa mentira al inicio de cada episodio de Fargo. Tres años con pandemia incluida o quizás podríamos decir décadas, pues la cuarta temporada se ambientaba en los cincuenta y esta en 2019, siendo así la más actual hasta el momento. Por cierto, pueden echar ojo aquí a nuestros análisis anteriores.
No puedo, desde lo personal, dejar pasar la emoción que me embarga cuando durante los primeros dos minutos y medio del episodio inicial suena I´ve seen All Good People, clásico inmortal e inoxidable de Yes que allá por 1971 formara parte de su legendario disco The Yes Album. Fargo es mi serie favorita y Yes mi banda favorita: pueden imaginar cómo me siento… Además, el título y letra son perfecta ironía mientras una junta escolar en una pequeña comunidad de Minnesota acaba en batalla campal de padres y profesores a puro golpe.
La razón no la sabemos ni tampoco va al caso, pero en medio de la trifulca hay una madre que, recelosa y paranoica, protege a su hija como una tigresa: taser en mano, electrocuta primero a un profesor de matemática y después, por accidente, a un agente de policía que intentaba ilusamente calmar la escena…
Tarjeta Navideña
La mujer acaba arrestada por una agente llamada Indira Olmstead (Richa Moorjani), quien, por el camino y en claro guiño a la película de los hermanos Coen de 1996 (poco habitual en la serie), alude a que es “un hermoso día”. Una vez en la seccional de policía, nos enteramos por la placa de detención que el nombre de la madre es Dorothy Lyon (Juno Temple), la cual se muestra preocupada de que su hija Scotty (Sienna King) la haya visto esposada y ruega en vano no dejar huellas dactilares en el sistema (ya sabremos por qué).
La saca de allí su esposo Wayne (David Rysdahl) y la lleva a la mansión de su madre Lorraine (Jennifer Jason Leigh, lujo de fichaje), quien les espera para hacer una foto familiar de tarjeta navideña. La mujer se muestra altiva y muy conservadora: no reconoce a su nieta por estar vestida como varón e ironiza diciendo “qué progresista”. Y si eso fuera poco, alude a ella como “el travesti” al momento de hacer la foto.
Los Lyon (Dorothy, o “Dot”, lleva el apellido de su esposo) parecen una familia de negocios e historial pesado. Eso es lo que se desprende de las charlas que mantienen con Danish Graves (Dave Foley), su consejero principal y abogado inescrupuloso con influencia sobre la fiscalía, a quien recurren para solucionar el entuerto de Dorothy: la razón es que no quieren a nadie investigando cerca y en cuanto a Danish, es un personaje que pinta interesante, pero ya volveremos sobre él.
No sabemos aún de qúe modo han conseguido los Lyon su estatus de vida, pero ciertos indicios sugieren que muy problablemente con deudas de otros. Y lo de familia pesada queda graficado cuando se toman la foto navideña luciendo armas largas, según dice Lorraine, para dar imagen de fuerza y valores. Wink Lyon (Jan Bos), el padre de familia, pinta también para personajazo, aun cuando pareciera no ver más allá de su vaso de whisky ni cuestionar jamás a su esposa.
Home Invasion
Ya de regreso en casa y estando marido e hija ausentes, Dot sufre la intrusión de dos sujetos armados y encapuchados con sendos pasamontañas. Uno luce falda, pero todo indica que es un hombre. Ella, no obstante y como ya ha demostrado en la escuela, parece ser mujer de recursos y, con un aerosol devenido en lanzallamas, le quema el rostro a uno antes de ser capturada. Si no la matan es porque, según dicen, la pidieron viva…
Al volver Wayne con Scotty, encuentra la casa abierta, todo revuelto y sangre en el piso que, según posterior peritaje policial, corresponde a dos personas pero ninguna es Dot. Una vez más es Indira la agente local detrás del caso, a quien conocemos algo más y nos enteramos que está tapada de deudas, en clara consonancia con el perfil loser que suelen tener los policías de Fargo.
Escape y Tiroteo
Los secuestradores, en tanto, han ingresado al estado de Dakota del Norte, pero una patrulla les sale en persecución. El aparente motivo es que la camioneta en que viajan es robada: los delincuentes torpes también son sello de Fargo. Amagan detenerse para cooperar, pero nada más lejano: un tiroteo acaba con un oficial muerto y el otro resistiendo a los tiros, pero la cuestión es que Dot, aun maniatada, aprovecha la ocasión para escapar y llegar hasta una gasolinera.
Allí se produce un triple o cuádruple enfrentamiento. El sujeto de la cara quemada va de mal en peor y definitivamente no es su día, pues acaba desnucado contra un váter. El heroico pero herido policía, cuya placa lo identifica como Witt Farr (Lamorne Morris) resiste lo más que puede mientras el torpe empleado del minimercado, en tragicómica escena, intenta neutralizar al delincuente con una bocina de aire…
Este, ni falta hace decirlo, lo mata con su ametralladora sin siquiera mirarlo, pero termina abatido por Dot, que ha logrado liberar sus muñecas y está a punto de rematarlo cuando algo parece detenerla y prefiere asistir a Witt para atender su herida. El oficial se sorprende de sus habilidades, pero está claro que Dot no para de ser una caja de sorpresas…
Tanto que su reacción al regresar al hogar es de lo más impensada: lo primero que hace es ponerse a preparar un desayuno de Bisquick a Scotty para el día siguiente y, al ser interpelada por su esposo y posteriormente por la policía, sorprende diciendo que nadie la secuestró y solo salió a dar una vuelta para despejarse del lío en el colegio…
Sheriff
Al comenzar el segundo episodio, conocemos a Roy Tillman (Jon Hamm, con dos Globos de Oro y un Emmy en su haber), de quien nada supimos en el anterior. Le vemos como un sheriff de Dakota con discurso ultra conservador y hasta diríase fundamentalista y reaccionario; tiene una visión clara acerca del lugar de la mujer y del hombre en la sociedad, lo cual no le impide hacer torturar a un muchacho violento que no ha cumplido sus deberes como esposo.
Su tono casi bíblico recuerda algo a “Deafy” en la temporada anterior, pero es decididamente más inescrupuloso y peligroso. Y el verle orgulloso en su tina mientras suena Working Man, del primer álbum de Rush (1973) es para mí otro golpe emocional.
Dos agentes del FBI que se identifican como Joaquín (Nick Gomes) y Meyer (Jessica Pohly) llegan para interrogarlo y le recriminan su tendencia a pasarse por alto la ley. Él, sin embargo, replica ser la ley, ya que para ello ha sido elegido como sheriff, argumento coherente con el discurso anterior.
Al marcharse los agentes, nos enteramos que los fallidos secuestradores de Dot trabajaban para él. Y que ella es su ex esposa; o esposa, como la sigue llamando, pues lleva años buscándola por no haber cumplido sus votos de fidelidad y ha dado con su paradero por las huellas dactilares que ella tanto temía dejar.
De los secuestradores, obviamente, ha regresado solo uno: su nombre es Ole Munch (Sam Spruell) y, más que a la defensiva por haber fallado, se le nota furioso por no haber sido advertido sobre la clase de mujer que debía secuestrar y a la cual define como “un tigre”.
De modo eufemístico, Roy ordena a sus hombres que le maten, pero el tal Ole no es finalmente tan torpe y la cosa termina al revés: se carga a dos y deja herido a Gator (Joe Keery), quien no solo es ayudante principal del sheriff sino también su hijo. Logra escapar y es dable pensar que su deseo de venganza le convierta para Roy en una pesadilla no esperada. De hecho, tendremos noticias al final del episodio…
Me debes una…
Indira, en tanto, no logra sonsacar nada a Dot por mucho que le insista en que su ADN no coincide con las muestras de sangre en la vivienda: la víctima insiste en que no hubo secuestro. Sin suerte entonces, se dirige al hospital de Dakota en que se halla Witt, el policía herido. Por desgracia para ella, coincide allí con Gator que, aprovechándose de un descuido y de su buena fe, le borra del móvil la foto de Dot. Ahora el joven Tillman sabe que esta última ha regresado a su casa y que niega todo rapto: se descuenta que irán por ella…
Lorraine está también muy intrigada por todo el jaleo en torno a Dot y no solo teme que el asunto atraiga a justicia y federales como moscas, sino que además sospecha que su nuera fingió un secuestro para pedirle dinero y luego se arrepintió. Incluso duda del rol de su hijo en todo ello. Pero cuando la visita para preguntarle, Dot vuelve a sorprendernos y la amenaza con un “nadie que me quita lo mío vive” , rematando con una fría e irónica sonrisa…
Por otra parte, está equipando la casa con montones de artilugios de defensa como cables eléctricos en las ventanas o mazos y martillos estratégicamente ubicados. Y mientras Scotty le ayuda en tal menester, no podemos dejar de pensar en Solo en Casa (Chris Columbus, 1990) o, aun más atrás, en las trampas que Nancy Thompson ponía a Freddy Krueger en Pesadilla en la Calle Elm (Wes Craven, 1984), primera película de la exitosa saga del célebre asesino slasher…
Pero Gator ha salido en su búsqueda y, como en el episodio anterior, volvemos a tener escena de sangre en una gasolinera (¿será una constante en la temporada?). Al detenerse precisamente allí y bajar al minimercado, se encuentra al regresar con su ayudante tendido y asesinado mientras un cartel de Ole sobre su pecho reza: “me debes una”…
Balance de los Dos Primeros Episodios
La quinta temporada de Fargo ha tenido un inmejorable comienzo: brutal y poderoso. No hace falta que se nos diga por qué se estaban tomando a golpes en la escuela ya que eso es totalmente secundario: en todo caso, sirve para mostrarnos el tipo de mujer que es Dot y graficarnos lo que un cartelón inicial llama “Minnesota Nice”, definido como “comportamiento agresivamente agradable, a veces forzado, en el que una persona es alegre y modesta, sin importar lo mal que se pongan las cosas”.
Al igual que sucediera con la temporada anterior, nos alejamos de los parajes sombríamente nevados que caracterizaran tanto a la película original como a las tres primeras temporadas, aunque no es para descartar que hagan presencia más entrada la navidad (en la ficción, claro).
No obstante ello, los elementos que han sido sello de la serie y del filme de los Coen (que son productores ejecutivos) están todos allí: pequeña comunidad, policía loser y honesto, policías de doble moral y discurso mesiánico, delincuentes torpes que fallan en lo que se les encarga…
Y, por supuesto, lo que a mi juicio es el motor de Fargo. Tramas aparentemente inconexas que se acaban uniendo por imponderables y casualidades: pueden no tener nada que ver entre sí, pero las consecuencias de su combinación serán fatales para todos. No hay, en efecto, nada que una la historia familiar de los Lyon con el pasado de Dot, pero ambos se combinan de modo terriblemente explosivo y dan lugar a los clásicos malentendidos y pistas falsas, de esas que solo el espectador sabe que son equivocadas mientras los personajes principales siguen empeñados en buscar conexiones…
En estos dos primeros episodios, se hace muy difícil destacar a alguien del elenco y no porque ninguno sobresalga sino, al contrario, por el nivel de excelencia que todos muestran. El fichaje de Jennifer Jason Leigh es un lujo y lo mismo el de Jon Hamm, cuyo personaje se roba el segundo episodio y su presentación se vuelve aun más fuerte al habernos hecho esperar uno completo para decir presente.
Ya he hablado de las conexiones del personaje con “Deafy”, el detective de policía interpretado por Timothy Olyphant en la cuarta temporada, pero mientras este era, en su fundamentalismo, un incorruptible en el que podías confiar, el sheriff Tillman manifiesta doble moral por todos los poros y lo interesante es que jamás lo ve como contradicción, sino que en su particular y perversa lógica, todo calza perfecto y tiene sentido: puede ser también incorruptible, sí, pero a la vez corrupto…
Y si hablamos de doble moral, otro personaje que me despierta mucha intriga es Danish Graves. No solo llama la atención el verle en un papel tan alejado de los de comedia que ha hecho normalmente Dan Foley, sino que, además, el que su nombre se pueda traducir literalmente como “tumbas danesas” y que su parche en el ojo remita de algún modo al Odín de las versiones de Marvel, genera un gran misterio y se me ocurre que la cuestión nórdica está subyacente y puede quizás emerger de un momento a otro.
Por otra parte, y puede ser simple idea mía, el que tenga un solo ojo quizás sea metáfora de dejar pasar ciertas cuestiones legales por proteger los intereses de la familia Lyon.
Juno Temple está excelente en el papel de Dot y su personaje está también cargado de misterio en torno a su pasado. Todo el tiempo nos sorprende y no sabemos qué la lleva a quedar petrificada en ciertas situaciones, como cuando está a punto de rematar a Ole y no lo hace (¿lo habrá hecho alguna vez?) o cuando, escondiéndose del mismo, sus ojos se clavan en una caja de Bisquick que ve en los exhibidores y que, obviamente, relaciona con Scotty… Hay algo en la relación con su hija que aún no vemos y queda graficado en el esmero que pone en prepararle el desayuno.
David Rysdahl está también magnífico como su esposo: por momentos despistado o quizás superado, algo ingenuo pero de aparentes buenas intenciones; tal vez la “oveja blanca” de los Lyon.
Y para evitar malentendidos: Nick Gomez, quien da vida a Joaquin, no debe ser confundido con el director que, de idéntico nombre, ha estado a cargo de varios episodios de Los Soprano, House y Dexter. Ah, y si les suena el rostro de Joe Keery, es posible que (con bastante más pelo) le hayan visto como Steve Harrington en Stranger Things.
En definitiva y mientras aguardamos a que se sigan revelando detalles que aun no conocemos, el comienzo de la quinta temporada de Fargo ha sido brillante y no puede menos que dejarnos ansiosos a la espera del próximo episodio. Hasta entonces y sean felices…