Disney+ acaba de estrenar Nada, miniserie argentina de cinco episodios que, creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat, constituye un entrañable paseo culinario por las costumbres de Buenos Aires con las sólidas interpretaciones de una leyenda local como Luis Brandoni y una estrella invitada de lujo como Robert De Niro. El resultado es altamente recomendable.
Manuel Tamayo Prats (Luis Brandoni) vive en Buenos Aires y es un crítico gastronómico de avanzada edad con un estilo de vida en decadencia que a duras penas logra sostener gracias a su ama de llaves Celsa (María Rosa Fugazot). Tiene un amigo en New York llamado Vincent Parisi (Robert De Niro), al cual no ve más de una o dos veces al año, pero ello no va en detrimento, dicen ambos, de la calidad del vínculo. Ese es básicamente el argumento de Nada, miniserie argentina que acaba de estrenar Disney+ (Star+ para América Latina) y que, en clave de comedia dramática, ofrece un paseo culinario por el costumbrismo porteño.
Está creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat, quienes también ofician como directores y guionistas, acreditando en su haber esa joya del cine argentino de los últimos tiempos que fue El Ciudadano Ilustre, otra fuerte parodia sobre el estilo de vida argentino, pero más pueblerino que urbano.
Y la presencia de Robert De Niro no es dato menor ya que, salvo un par de cameos haciendo de sí mismo, es su primera experiencia en series. Su personaje, un prestigioso escritor y periodista neoyorquino ganador de dos Pulitzer, oficia como narrador, ya sea en off o en pantalla, hacia el principio y hacia el final de cada episodio para terminar adquiriendo importante participación en el último al viajar a Buenos Aires por requisitoria de su amigo.
Venido a Menos
El oficio de Manuel no es justamente de los baratos de ejercer y le implica sostener un nivel de consumo que ya hace rato está por fuera de su capacidad económica. Por mucho que Celsa se empeñe en remarcárselo, se niega a ver su propia decadencia y ni siquiera es capaz de entregar una sola página de un libro que ha prometido a su editorial y por el cual ya ha percibido dos adelantos.
Pero si su vida es ya de por sí difícil con Celsa, ni qué decir cuando esta fallece repentinamente y le deja una carga de quehaceres cotidianos que le sobrepasan y a los que no sabe cómo responder. Por consejo de Grace (Silvia Kutika), amiga suya y ex amante, contrata a una nueva empleada muy joven y de origen paraguayo llamada Antonia (Majo Cabrera), quien no tiene la más mínima idea del trabajo, pero lo necesita desesperadamente y dice que puede aprender. Al principio, la relación es difícil, sobre todo de parte de él, pero poco a poco y a fuerza de voluntad, la muchacha irá ganando su empatía y haciendo que deje de compararla odiosamente con Celsa.
En el Horno
Luis Brandoni (Esperando la Carroza, El Cuento de las Comadrejas, Cien Veces no debo) es un especialista en recrear de manera magistral a personajes bien porteños, denominación que se suele dar a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires y que incluso el propio De Niro explica en un momento. Pero además, se lleva de maravillas con personajes que pueden ser molestos, altaneros o repelentes a la vez que queribles y entrañables. Su difícil relación con un mundo que cambia y al que no se adapta da lugar a situaciones de lo más hilarantes o diálogos ocurrentes, como el que sostiene con la camarera de un restaurante en torno al concepto de “vacas felices”.
La historia que cuenta Nada es esencialmente gastronómica, algo que viene teniendo en el último tiempo bastante ruedo con series muy celebradas como The Bear, también disponible en la plataforma y de la cual pueden leer en esta web los análisis de mi compañero Pedro. Y no falta el homenaje a Ratatouille (Brad Bird, 2007), inevitable siendo una serie de Disney con un protagonista que es crítico gastronómico. Narda Lepes, prestigiosa cocinera argentina, ha supervisado cada aspecto junto al chef Francis Mallmann y el periodista Federico Oldenburg, especializado en gastronomía.
La comida sirve de metáfora al estilo porteño: una mezcla de culturas tan difícil de definir como el propio personaje, quien consultado en una entrevista acerca de si se definiría como crítico, gourmet, escritor o periodista, termina diciendo “nada”.
Ese concepto, el serlo todo y a la vez nada, es algo que invade toda la serie que, por cierto, consiste en solo cinco episodios de media hora, con lo que verla demanda el mismo tiempo que una película o quizás menos. De hecho, bien podría ser una, pero creo que hubiera perdido la segmentación, que es esencial a la historia. “Nada” es no solo la autodefinición del personaje: es también lo que lleva escrito para el libro que le vienen reclamando y lo que lleva puesto encima en la foto de portada una vez publicado el mismo. Y define bastante bien el tipo de relación que sostiene con Vincent, con quien se ven muy poco.
El Amigo Americano
Todos los episodios tienen títulos que hacen referencia a dichos muy argentinos, pero siempre relacionados con lo gastronómico, encargándose el propio De Niro de explicar el sentido de los mismos: Estar en el Horno, Remar en Dulce de Leche, La Verdad de la Milanesa, Comerse un Garrón y Tirar Manteca al Techo. Es gracioso oírlo a De Niro desbrozar no solo tales conceptos, sino también los más emblemáticos insultos argentinos, cuya esencia busca explicar casi filosóficamente.
Por cierto, el prestigioso actor americano aporta su talento habitual y en ningún momento parece estar allí solo por el cheque. De hecho, la propia amistad que los personajes tienen entre sí, esa en la cual se ven muy poco, es analogía de la que en la vida real sostienen los propios actores involucrados. Y así como Parisi tiene dos premios Pulitzer, De Niro tiene dos Oscar: otra analogía.
El resto del elenco cumple también con creces: Guillermo Francella, otro comediante local de raza, da vida a un vendedor de autos poco escrupuloso. María Rosa Fugazot es una leyenda de la actuación argentina con pergaminos largamente ganados. Y Majo Cabrera es una absoluta revelación: no es su primera experiencia ante cámaras pero casi y también aquí hay analogía ya que, como el personaje que interpreta, es paraguaya y ha llegado a Buenos Aires en busca de horizontes laborales. Y en ningún momento demuestra sentirse acomplejada por la presencia de De Niro en las escenas que les toca compartir.
La cuestión de los orígenes y las nacionalidades, por cierto, es parte importante en la historia, sobre todo en lo referente a la comunicación. Manuel habla muy pocas palabras en inglés y lo mismo Vincent en español, por lo que se comunican habitualmente en italiano, que ambos conocen, pero no dejan de producirse divertidos cruces lingüísticos como cuando, hablando por teléfono, Manuel dice a su amigo “estoy con el mio editore y another people”. También es muy graciosa Antonia cuando se enfada e insulta en guaraní.
No faltan las ironías geniales sobre el mundo de los críticos: Manuel sostiene que las críticas más exitosas son siempre las negativas y cuanto más destructivas mejor. El problema, claro, es que quizás los propietarios de restaurantes dejen de estar interesados en que siga comiendo gratis para después destruirlos: eterna dicotomía del periodista especializado que hace recordar al crítico cinematográfico de la película Splendor (Ettore Scola, 1989) y, por supuesto, a la serie animada The Critic.
Si tengo que señalarle un único defecto a Nada es que el final no tiene la fuerza necesaria, algo que también ocurre en El Ciudadano Ilustre. Y que el mensaje del filme es puesto en palabras, otro mal endémico de la cinematografía argentina aunque el que De Niro aparezca como permanente narrador puede darle en este caso mejor contexto o sentido, ya que es su personaje justamente quien emite veredicto sobre su amigo.
No se trata de un final triste ni alegre; más bien, bastante abierto aunque, como dijimos, con un mensaje claro que pasa por reencontrarse con lo simple, eso que por el camino se ha perdido y que otra vez me remite a la cinematografía italiana, con ejemplos como La Dolce Vita (Federico Fellini, 1960) o Maccaroni (Ettore Scola, 1984); de algún modo también a Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941) aunque, claro, en todos esos casos el mensaje no es enunciado de manera explícita.
Balance Final
Es posible que al ser Nada una miniserie sobre costumbrismos argentinos, pueda ello generar prejuicio en quien desde otras latitudes esté pensando en verla. A no equivocarse: la idea argumental tiene la suficiente universalidad como para poder ser disfrutada en cualquier lado y la presencia de De Niro es un ingrediente extra en tal sentido.
También puede pensarse a priori que una serie sobre un crítico gastronómico pueda ser aburrida, pero otra vez es un error: el guion está hábilmente manejado y es lo suficientemente ágil para que los cinco capítulos sean devorados quizás en una única tarde o noche.
Nada es una propuesta que hace reír a la vez que emocionar y que marca historia al ser la primera serie en que actúa De Niro. No solo eso: además constituye un desafío contra los cánones actuales al tener a dos octogenarios como dupla protagónica principal. Las actuaciones, por cierto, contribuyen a un resultado final querible y que ojalá siente precedente.
Muy recomendada. Hasta la próxima y sean felices.
Otra excelente crítica de Rodolfo! Como todas las que escribe! Coincido en todo sobre esta serie!!! Saludos
Otra excelente crítica de Rodolfo! Como todas las que escribe! Coincido en todo sobre esta serie!!! Saludos
Hola Javier: gracias por comentar y por el concepto! Me alegra que coincidamos con respecto a una serie tan original. Un saludo y que estés bien!