Ya he visto Beekeeper. El pasado 26 de abril llegaba a Prime Video la última película de Jason Statham tras el fiasco de Los Mercen4rios y he de reconocer que es mucho mejor de lo que me esperaba cuando vi el tráiler hace unos meses y es que una somanta de palos bien dada me gana del tirón.
Jason Statham, una rara avis en el género
Tiene mérito lo de Statham. Cuando parecía que agonizaba hace unos años, la saga de Los mercenarios le vino como anillo al dedo con el personaje de Christmas. Después el éxito de Megalodón volvió a reavivar la llama del actor que volvería a trabajar con su director fetiche, Guy Ritchie, en Despierta la furia y Operación Fortune. Ahora es el éxito (relativo) de esta película que nos ocupa lo que nos prepara una futura franquicia con este Beekeeper con un Statham muy marca de la casa pero con reminiscencias al universo de John Wick.
Beekeepers, una organización que opera más allá de la jurisdicción gubernamental.
Seamos sinceros aquí venimos a ver a Statham repartir tollinas porque lo que es la historia como que da un poquito de vergüenza ajena. Tenemos a nuestro protagonista encarnando a Adam Clay, un tranquilo apicultor que vive de prestado en el granero de una señora que en los últimos tiempos ha velado por él sin hacer preguntas. Cuando esta mujer es víctima de una estafa por internet se suicida despertando al “otro” Jason Statham. Y es que nuestro protagonista no es solamente un apicultor. Goza de una serie de habilidades extraordinarias que ya quisiera un superhéroe del montón.
En dos minutos se entera de que ha pasado y quienes son los estafadores y se cuela en una megaempresa y la hace añicos con la cara descubierta, por lo que el FBI descubre que detrás del apicultor se esconde un Beekeeper retirado (si, es la misma palabra pero en ingles, lo se). ¿Y qué son los Beekeepers? Una organización clandestina encargada de proteger a los Estados Unidos y que opera más allá de la jurisdicción gubernamental.
Un universo a medio cocer
Beekeeper tiene todos los ingredientes de una película de Statham, entonces ¿Por qué se habla de franquicia si apenas se diferencia de las otras? Para empezar si se diferencia, es más entretenida porque todo el tiempo hay acción y hay que reconocer que el director David Ayer sabe colocar la cámara. Luego tenemos un universo al estilo John Wick, una organización clandestina que opera desde el secretismo. Pero al igual que pasase con la película original de Keanu Reeves, aquí ese universo está muy verde por lo que en alguna continuación podría ahondarse más en esto de los Beekeepers.
Un éxito relativo
El boca a boca ha ayudado a que la película haya sido un éxito relativo con casi 153 millones de dólares, por lo que no debería ser raro que tuviésemos secuela, máxime con Kurt Wimmer de guionista y David Ayer de director, ambos necesitados de un pelotazo tras sus últimos traspiés.
No obstante, seamos sinceros. Esto da para lo que da. Como gracia está bien pero dudo que se pueda sacar mucho más. Las mayores virtudes están en la dirección de Ayer y en las habilidades físicas de Jason Statham y en su socarronería.
La película una vez que comienza su escala de venganza no da explicaciones, un Adam Clay que se preocupa por vengar a la mujer que le dio cobijo pero que no tiene reparos en liquidar a guardias de seguridad que solo se limitan a cumplir su trabajo. La brújula moral del personaje queda muy descuidada en ese sentido.
Consideraciones finales
Beekeeper es una entretenida película de Jason Statham para pasar la tarde. Quizás de su estilo puede ser la más conseguida por la dirección de un curtido David Ayer y por la historia de Kurt Wimmer con ínfulas de expandir un universo.
Pero la película es una más de mamporros “by” Statham y no tiene mucho que expandir. No obstante estaremos atentos a su posible secuela.
Un saludo y sed felices.