Este viernes 23 de febrero se estrena en España Desconocidos (2023), la nueva película del británico Andrew Haigh con protagonismo de Andrew Scott y Paul Mescal. El director de Weekend (2011) y 45 años (2015), deleita con una historia de amor homosexual poco convencional con una profundidad y carga emocional enormes, que se mueve en una atmósfera de extrañeza y aislamiento sorprendente con un toque fantástico.
Tráiler de Desconocidos (2010) de Andrew Haigh
Una noche, Adam (Andrew Scott), tiene un repentino encuentro con su vecino Harry (Paul Mescal): ambos viven en un edificio casi vacío de Londres. Mientras su relación se estrecha, a Adam le persiguen los recuerdos de su pasado y decide regresar a su casa familiar después de mucho tiempo. Para su sorpresa, sus padres están vivos y lucen el aspecto de 30 años antes, cuando murieron en un accidente.
Póster de Desconocidos (2010) de Andrew Haigh
Derroteros inesperados. El uso del punto de vista
La película comienza planteando una relación amorosa incipiente entre dos vecinos que viven solos en su edificio. Un encuentro fortuito, tierno e ingenuo, que pone partida a un camino a priori reconocible y manido: la tópica historia romántica con un desarrollo narrativo predecible. Sin embargo, pronto se desliga de esta idea para estudiar la psicología de su personaje principal, articulando la película desde su punto de vista. Mediante este planteamiento subjetivo, la proyección del mundo interior de Adam configura el tono general de la película.
La soledad y aislamiento que inundan al personaje, fruto de una inseguridad adquirida por la concepción social de su sexualidad y sus traumas familiares, se materializan en la película: Adam vive solo en un enorme edificio vacío y no interactúa con nadie más que con su único y misterioso vecino Harry. Aunque el reflejo más notable de este punto de vista es la representación física de sus padres, fantasmas del pasado a los que Haigh da un protagonismo tangible y que, lejos de atormentar a Adam, sirven como terapia y medio de diálogo en una metáfora sobre cómo tras la muerte, los seres queridos perviven en el recuerdo y el corazón (Adam ve a sus padres con el aspecto, edad, ropa y mentalidad del momento en que murieron). Amor y muerte.
Adam conversa con sus padres, se sincera ante ellos y confiesa secretos como nunca pudo hacer. No obstante, la película plantea que, por muy bonito que sea el pasado, es necesario avanzar para darlo todo en el presente. Así es como tiene lugar una de las escenas más emotivas de la cinta, en que los padres se despiden de su hijo y le instan a luchar por su amor con Harry.
Este reencuentro en vida con los familiares muertos cargado de reflexión me recuerda, guardando las distancias, a la visita en vida de la mujer fallecida de Boonmee en Tio Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010) de Apichatpong Weerasethakul.
Escena de Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010) de A. Weerasethakul
Dos vías narrativas
La profundidad que adquiere la película y el motivo que le da mayor interés es la manera en que deja de un lado el puro romance homosexual más convencional que puede dibujar en un principio, para llevarnos al terreno ciertamente fantástico en que los padres del protagonista viven y sirven de refugio al perdido Adam. La narración se bifurca y alterna continuamente entre sus dos caminos: la relación con Harry y su retiro con los padres.
A pesar de que finalmente estos caminos se unen, hay durante la película cierta sensación de distancia anticlimática entre las escenas de los padres y las de Harry, y de brusquedad en el cambio de unas a otras. No es algo muy acusado ni continuo, pero si notable en algunos momentos. Podría decirse que es lo mejor y lo peor de la película al mismo tiempo, sin ser lo segundo cosa mayor: un simple apunte crítico.
Conclusión
Desconocidos es una película sobre la homosexualidad que va mucho más allá, para hablar del amor a través de la muerte y de los fantasmas del pasado que cargamos. La película construye una gran sensación de soledad, proyectada del propio protagonista, aislando a sus dos personajes en un edificio vacío y reduciendo al mínimo las interacciones interpersonales de Adam (solo tiene relación con Harry y con sus padres, no hay más personajes).
Es una película interesantísima, que rompe lo esquemas de lo esperado rápidamente, y que permite ricas lecturas existenciales al tiempo que deleita en lo visual. Habrá quien la acuse de pedante por su tono más contemplativo y críptico por momentos, y habrá quien se conmueva profundamente. Pero para eso antes, hay que verla.