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Crítica de El Último Viaje del Demeter (2023): una adaptación que no llega a su destino

El Último Viaje del Demeter, película del realizador noruego André Øvredal, recrea uno de los capítulos más famosos de la novela Drácula.  El estreno en España estaba previsto para hoy, pero se ha postergado por razones misteriosas.  Habiéndola visto, te contamos de qué va y qué nos ha parecido…

Películas que se basan en novelas hay muchas y diría que imposibles de contar, pero no sé cuántas que, como El Último Viaje del Demeter, se basen en un único capítulo. En efecto, el Demeter es el barco ruso que hace de escenario a la historia del capítulo 16 del célebre Drácula de Bram Stoker, tan despegado del resto del libro que la mayoría de las adaptaciones decidieron omitir esa parte.

Lo primero que lo particulariza con respecto al resto de la historia es su carácter náutico y lo segundo es que está supuestamente relatado a partir del testimonio subjetivo de la bitácora del capitán. Entre las pocas adaptaciones que han decidido utilizarlo, se destaca sobremanera Nosferatu: Una Sinfonía del Horror (F. W. Nordau, 1922), obra icónica del cine expresionista alemán que cumplió su centenario el año pasado y de la que pueden leer aquí el retro-análisis de un servidor.

En dicho filme, la secuencia del barco es una de las más recordadas (si no la más), ya sea por constituir en sí misma una película dentro de otra o por contener algunos de los momentos más estremecedores y tomas más logradas del filme. Como tal, dejó muy alta la vara para cualquier recreación posterior y allí está, para decirlo en términos de navegación, uno de los mayores escollos que afronta una película que toma esa parte de la novela como eje, más allá de lo original e interesante que pueda pintar la propuesta.

En lo particular, estaba muy expectante, ya que el filme combina dos géneros para mí muy queridos como son el terror gótico y las historias náuticas: casi como si se cruzaran la mencionada Nosferatu con el magistral Moby Dick de John Huston, adaptación brillante si las hay.

Pero también me intrigaba saber cómo lograrían montar una historia de dos horas sobre lo que en el libro no llega a veinte páginas y, encima, sabiéndose de sobra que no va a sobrevivir nadie. Por cierto, si creen, en caso de nunca haber leído la novela, que estoy haciendo spoiler, les comento que el propio capitán Eliot (Liam Cunningham) lo dice en off apenas comenzar. Y ojo: a fin de cuentas no es tan así, pues siempre está la posibilidad de que este desconociera ciertos detalles al escribir su bitácora…

El título requiere ya de por sí de un cierto conocimiento previo, lo cual implica asumir un riesgo en la medida en que quizás el gran público no lo relacione con la que es la historia de vampiros por excelencia, ya sea en la literatura o en el cine. Será por eso que en América Latina los distribuidores han decidido estrenarla con un título terriblemente obvio y bastante menos poético como Drácula: Mar de Sangre. Ignoro qué tanta repercusión tenga eso en la taquilla, pero suena horrendo, más que cualquier vampiro…

Por otra parte, deberíamos hablar de largo viaje más que de último, ya que así ha sido justamente el recorrido desde que el primer guion de esta historia fuera presentado en 2002 por Bragi Schut. Más de veinte años y una pléyade de directores y actores han pasado por el proyecto para que finalmente, con Amblin y Dreamworks de por medio, llegue hasta nosotros con la dirección del noruego André Øvredal, de experiencia en el género con títulos como The Troll Hunter, La Autopsia de Jane Doe o Historias de Miedo para contar en la Oscuridad.

Antes de pasar a hablar más concretamente de la película, les comento que no hay en este artículo más spoiler que el inherente a la historia misma y, si les interesa, les invito a echar ojo al listado de las que son, a mi humilde juicio, las veinte mejores películas de vampiros de la historia.

Viejos y Nuevos Personajes

La película, ubicada en 1897, toma entonces como eje el viaje del conde Drácula desde Transilvania a Londres o, más específicamente, desde el puerto de Varna hasta el de Whitby, donde se produce el naufragio final. Lo hace en una goleta mercante rusa llamada Demeter, cuyos mástiles y velas representan un mundo en decadencia ante el avance de la navegación a vapor. Y no viaja como pasajero común, sino en una de tantas cajas misteriosas que les toca transportar y que contienen tierra de Transilvania, al parecer destinada a la abadía de Carfax.

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De más está decir que el trayecto acaba convirtiéndose en una pesadilla en la medida que el pasajero no invitado sale a saciar su hambre cada noche, comenzando primero por los animales que transportan y siguiendo con la tripulación en un auténtico festín de sangre.

Era obvio que se agregarían situaciones al material original y, posiblemente, nuevos personajes, que son fundamentalmente tres. Por un lado, tenemos a Clemens (Corey Hawkins), médico británico que se suma a último momento después de que varios deciden bajarse por reconocer en una de las cajas la marca del demonio. En segundo lugar, Anna (Aisling Franciosi), muchacha que viaja aparentemente como polizón y que, mediante transfusiones de sangre, es curada por el propio Clemens de un mal desconocido, pero que reconocemos rápidamente como vampirización. Por último, un niño que es nieto del capitán y cuyo nombre es Toby (Woody Norman).

Ninguno de los tres parece puesto al azar. Clemens aporta el papel del investigador racional que intenta dar con el origen del mal y es, según dice, el primer médico negro graduado en Cambridge, lo que introduce casi con calzador el tema del racismo al ser incriminado como posible responsable de los males a bordo e incluso tildado de “moreno salvaje”.

En cuanto a Anna, no es exactamente un polizón. Ya veremos que su condición de viajera de incógnito reviste otro carácter y que al proceder de una aldea transilvana, es quien pone al resto al tanto de la verdadera naturaleza de la siniestra criatura que despierta cada noche. Ello además, por supuesto, de la necesidad de incorporar un toque feminista acorde a los tiempos que corren…

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En cuanto a Toby, al ser un niño, creo que el principal sentido de su presencia a bordo es introducir un golpe bajo ya que, desde el momento en que sabemos que el Demeter no dejará sobrevivientes, todo indica que le veremos morir y, una vez más, no estoy haciendo más spoiler que el que ya de por sí la película hace.

Más cerca de Alien que de Drácula

Una de las preguntas que me hacía al saber de esta adaptación era qué aspecto le darían a Drácula. Es que la imagen más común que tenemos de él y de cualquier vampiro, con los colmillos especialmente desarrollados, difiere de la que Nordau presenta en Nosferatu, donde, por el contrario, son los incisivos. Pues parecen haberlo resuelto con dos hileras completas de dientes aguzados más propios de un “gremlin” que de un vampiro…

También estaba por definir si le daban un aspecto más aristocrático como el de Bela Lugosi o de una criatura casi animal como el de Max Schreck. Y aquí no ha habido puntos medios, sino que han llevado esa última característica a un extremo en el cual pierde toda humanidad y es más bien un gran murciélago antropomorfo que susurra palabras apenas inteligibles: hace recordar a Gollum cuando se arrastra por cubierta, pero luce como gárgola de iglesia cuando levanta vuelo entre las jarcias.

Esa pérdida de humanidad, lamentablemente, no es ganancia sino pérdida, pues hace que el filme parezca Alien en el mar y, consecuentemente, pierda en originalidad. La situación de aislamiento combinada con criatura desconocida es ya un tópico demasiadas veces recorrido desde la icónica película de Ridley Scott.

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Asimismo y al ir rellenando las lagunas que la bitácora de Eliot deja en el material original, tenemos la novedad de que la tripulación se va vampirizando en la medida en que son mordidos por la criatura o bien entre ellos mismos, lo cual da a la historia innecesarios rasgos de película de zombies.

Algunos Aciertos y (más) Desaciertos

El filme acierta al eludir la casi compulsiva óptica juvenil de la mayoría del terror actual, pero pierde puntos al querer acercar el terror gótico a extremos gore que le son ajenos y no le cuadran bien: el gótico, para decirlo simple, funciona con sombras y el gore con sangre a chorros, pero juntos no acaban de funcionar bien. Y al estirar la historia para llevarla a dos horas, aparecen además detalles inverosímiles, como por qué la tripulación no baja a la bodega durante el día para matar al vampiro cuando ya saben que está allí y solo actúa en la noche…

El racismo, como hemos dicho, está metido con calzador y otro tanto el feminismo, al presentarnos una poco creíble aldeana de armas tomar y personalidad tan fuerte que logra imponer su carácter sobre rústicos navegantes. Hay también algún esbozo de discurso existencialista, evidente sobre todo en Clemens, cuya preocupación es encontrarle sentido a un mundo que no lo tiene, pero lamentablemente tampoco es un tema que después el guion desarrolle demasiado y lo mismo el planteo ético acerca de si matar o no a quienes ya han sido vampirizados: aparece fugazmente y punto…

Las actuaciones sí que son un punto alto. De hecho, los actores consiguen mucho más que lo que el guion les permite. Liam Cunningham nunca defrauda: es un actor muy expresivo sin necesidad de abusar de los gestos y ya hemos conocido sobradamente su talento cuando diera vida a Davos en Juego de Tronos.

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David Dastmalchian (Dune, Oppenheimer, El Estrangulador de Boston), quien interpreta a al primer oficial Wojchek, es otra garantía y ya es hora de que le den más papeles protagónicos. Corey Hawkins (The Walking Dead, La Tragedia de Macbeth) está también muy sólido como el médico atormentado por sus dudas y el español Javier Botet ya tiene experiencia en dar vida a monstruos al haber sido la inquietante Mamá de Andy Muschietti (2013) o el “leproso” en It: Capítulo Dos, del mismo director (2019).

La isla de Malta aporta al rodaje una interesante localización y la recreación de época está muy bien lograda, sobre todo en las escenas de puerto sobre el inicio y el final. La fotografía está a la altura y hay momentos en que pareciera rendir tributo a la famosa escena de Nosferatu con tomas casi desde el piso de la cubierta.

La iluminación nocturna se luce por partes, como en la recreación nocturna de Whitby, pero no lo hace igual en algunas escenas de persecución a bordo en las que no sabemos bien qué está pasando o bien incurre en los consabidos lugares comunes de criatura iluminada fugazmente por un rayo durante la tormenta. Lo mismo los efectos visuales: por momentos bien y otros no tanto, como cuando los tripulantes se consumen en llamas demasiado artificiales que parecen casi estar fuera de la película.

Balance Final

El Último Viaje del Demeter, finalmente, se queda a mitad de camino y mucho de lo interesante que prometía el convertir en película ese icónico capítulo del libro acaba naufragando con el barco mismo. No es que sea un desastre: hay un suspenso razonablemente logrado y algunos momentos escalofriantes, pero no se acierta en generar una nueva reinterpretación de la historia y ni hablemos de hacerle mínima sombra a lo que consiguió Murnau más de cien años atrás.

Es cierto que el hecho de que ya conozcamos el final puede quitar algo de encanto, pues tanto en la novela como en el legendario filme alemán, la trama del barco llevaba hacia otro lado y era utilizada como puente para que entendiéramos qué clase de horror estaba viajando hacia Inglaterra. Pero eso, justamente, era lo más interesante del desafío: conseguir que esa parte de la historia fuera autosuficiente. Y allí es donde la película falla…

Es una pena por el gran trabajo de los actores involucrados y porque llevó veinte años que el proyecto llegara a la pantalla, pero la realidad es que nos deja sabor a poco y sensación de oportunidad desaprovechada. No es que el filme no sea entretenido: estén seguros que no se aburrirán y hasta pasarán algún sobresalto, pero lamentablemente el pastiche entre zombies, vampiros y Alien conspira contra el resultado final y, sobre todo, contra la fuerza de ícono que tiene un capítulo como ese dentro de la novela original.

De momento, y mientras apostamos alguna ficha al Nosferatu que nos traerá Robert Eggers en 2024, el de Murnau puede seguir  durmiendo tranquilo en su ataúd y mi listado de las mejores películas de vampiros sigue sin cambios…

Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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