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Crítica de Nos vemos en otra vida (2024), brutal aproximación al 11-M.

No es fácil hablar del 11-M. El mayor atentado terrorista en la historia de España y el segundo en Europa. 192 muertos y miles de personas con secuelas físicas y psicológicas. Además, la cercanía con las elecciones motivó el debate acerca de la autoría del atentado que aún pervive en forma de grieta social y política que todavía alimenta muchos enfrentamientos tanto en la esfera pública como en la privada. Si el 11-S unió, el 11-M dividió.  En 2024, veinte años después del suceso, se estrena Nos vemos en otra vida, adaptación del libro de Manuel Gabois en el que el periodista entrevistaba al condenado Gabriel Vega, conocido como Baby.

Nos vemos en otra vida es una serie de Disney Plus centrada en la figura del mencionado Gabriel Vega, el primer condenado por los atentados del 11-M, un chico de 16 años acusado de transportar parte de los explosivos usados en el atentado desde Avilés a Madrid. Tras salir del centro de menores e intentar llevar una vida alejada de los focos, fue encontrado por Manuel Gabois, periodista que quiso conocer las motivaciones detrás de su participación en el atentado.

La serie es una apuesta personal de los hermanos Sánchez Cabezudo, Jorge y Alberto. Ambos son los autores de uno de los mejores thrillers españoles del siglo XXI, la magistral La noche de los girasoles. Sin embargo, su aportación más reconocida fue Crematorio, serie española con José Sancho generalmente alabada como la mejor de la historia de nuestro país.

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Llegué a Nos vemos en otra vida a través de las alabanzas críticas de distintas webs especializadas. Esto puede llevar a engaño, dándonos a entender que es la serie definitiva sobre el 11-M. Nada más lejos de la realidad. No es esta una crónica histórica ni política sobre el atentado y sus consecuencias. Nos vemos en otra vida cuenta una trama muy limitada, centrándose en un pobre desgraciado inmerso en una infancia y adolescencia marcadas por la pobreza y la falta de futuro que acaba colaborando en un atentado terrorista y convirtiéndose en un apestado para la sociedad española.

Colocarnos en el punto de vista de uno de los colaboradores de los terroristas es delicado. Habría sido fácil caer en el maniqueísmo, pero los hermanos Sánchez Cabezudo no solo respetan a las víctimas, sino que realizan una profunda radiografía de la España de principios de siglo XXI y, sobre todo, de cómo la pobreza es el caldo de cultivo perfecto para sumergir a una persona en un oscuro camino de implicación sin medir las consecuencias.

Esto se consigue a través de dos hallazgos magistrales. Por un lado, un acertadísimo casting en el que destacan actores desconocidos, muchos de ellos captados en la mismísima Avilés donde se desarrollan los hechos. Incluso participan algunas de las víctimas en el capítulo del macrojuicio por el atentado. De todos ellos, el más conocido es Pol López, un desquiciado mentor que acaba convirtiéndose en el peor padre posible de nuestro protagonista. Su papel me recuerda al del James Cagney de Ángeles con caras sucias, un gángster que acaba aprovechándose de menores de edad. Solo que el personaje de López no tiene ninguna redención posible. Desde ya, uno de los personajes televisivos del año.

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El segundo y más interesante es el ritmo de la historia. En su primera parte, Nos vemos en otra vida nos recuerda al Martin Scorsese de Uno de los nuestros o Casino. Gran música, voz en off y todo tipo de maniobras estéticas destinadas a contagiarnos el frenesí de cómo un menor sin futuro adquiere dinero y respeto a través de la ilegalidad. No parece haber otra solución, tanto por la personalidad del chico como por la nula posibilidad de ayuda social. En este punto, es fácil ponernos en la piel del protagonista, hasta el extremo de colocarnos de su lado en las múltiples escenas de suspense en las que parece que será detenido.

Posteriormente, la cámara se aleja y el ritmo se enlentece.  El atentado ha ocurrido y las consecuencias son bien patentes. Pocas producciones han reflejado mejor el contraste entre la euforia de llevar a cabo una acción sin pensar en las consecuencias y la devastación de enfrentarte a ellas.

La cámara no juzga (lo que es difícil en una serie de estas características). Nos vemos en otra vida no pretende tachar a Baby de malvado, sino de cómo, en unas circunstancias sociales determinadas, un individuo puede ejercer su libertad y acabar perdiéndola tras haber sido, entre otros, responsable de casi 200 muertos.

En definitiva, Nos vemos en otra vida no es solo la mejor serie de lo que llevamos de 2024, sino la mejor serie que estos ojos han visto en la historia de nuestro país. Es una sencilla historia enmarcada en el acontecimiento histórico más importante del siglo XXI español que nos ayuda a comprender el impacto del atentado en toda su sencillez. Y, de paso, una aguda reflexión sobre cómo los problemas sociales son el perfecto caldo de cultivo para ser utilizados en actos cuyas consecuencias son imprevisibles.

¡Un saludo y sed felices!

¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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