Se acerca Halloween y las plataformas sacan a relucir títulos de terror, lo que hace que el maestro Stephen King esté inevitablemente entre las opciones. Pet Sematary: Bloodlines, no adapta sin embargo una historia suya sino que, basándose en un capítulo no incluido en la novela más algunas referencias tangenciales contenidas en la misma, construye una precuela para una de las más celebradas y terroríficas obras del genio de Maine, como es Cementerio de Animales. Bueno, lo intenta…
Nos venimos encontrando seguido con Stephen King en esta web. En parte es lógico por el sitial de honor que ocupa dentro de la literatura de terror y sus adaptaciones, pero más todavía por las fechas en que nos encontramos. Hace unos días y con motivo de ser incorporada a Disney+, fue el turno de El Hombre del Saco (The Boogeyman) y ahora le toca a Pet Sematary: Bloodlines (Cementerio de Animales: El Origen), película que, dirigida por Lindsey Anderson Beer con guion de ella misma y de Jeff Buhler, acaba de ser estrenada para América Latina por Paramount + y debería serlo inminentemente para España, presumiblemente por SkyShowtime.
No siempre es bueno el Regreso
“A veces, la muerte es mejor”…
Esa consigna, repetida como latiguillo hasta vaciarla de contenido, es el leitmotiv que guía esta nueva adaptación de Cementerio de Animales que, a diferencia de las dos que habíamos conocido, no adapta la novela homónima, sino que se basa en un único capítulo que, escrito por Stephen King para la misma, decidió finalmente no incluir. Y el que se titule Pet Sematary: Bloodlines (Cementerio de Animales: El Origen), evidencia con bastante obviedad que la idea es contar cómo empezó todo, cosa que el filme, sin embargo, consigue en muy poca medida.
Recordemos que, publicada en 1983, Cementerio de Animales es una novela ya llevada al cine dos veces con distinta suerte: la primera, en 1989, dirigida por Mary Lambert y con el propio King en el guion (a la que siguió una secuela bastante olvidable que ya no lo tuvo a él involucrado); la segunda, de 2019, a cargo de Kevin Kolsch y Dennis Widmyer, no estuvo a la altura y, si lo desean, pueden leer la crítica hecha al momento de su estreno por mi compañero José.
Ya allí tenemos el primer problema, pues esta película se basa justamente en esa segunda adaptación y, de hecho, está también producida por Lorenzo di Bonaventura: difícil esperar una buena precuela a partir de un filme que hacía más aguas que el pantano Little God.
La historia, ambientada esta vez en 1969, nos lleva de vuelta a Ludlow, Maine, la pequeña comunidad a cuyas afueras se halla el fatídico cementerio en que todo aquello que entierras vuelve a a la vida, pero de modo distinto y nada simpático. Nos encontramos con tres jóvenes que han sido amigos de infancia o, al menos, eso se nos dice, ya que ningún flashback lo muestra.
Uno de ellos nos es ya conocido, pues se trata de Jud Crandall (Jackson White), personaje que aparece en la novela y al que hemos visto respectivamente interpretado por Fred Gwynne y John Lithgow en las adaptaciones de 1989 y 2019: el mismo se halla a la espera de ser reclutado para Vietnam, pero la citación nunca llega y, en cambio, es convocado para el Cuerpo de Paz, al cual está a punto de partir junto a su novia Norma (Natalie Alyn Lind).
Entre sus amigos, tenemos a Manny (Forrest Goodluck). De ascendencia indígena, tanto él como su hermana Donna (Isabella Star LaBlanc), parecen metidos en la historia con calzador solo a los efectos de establecer algún puente con la mitología aborigen ligada a los orígenes del cementerio. Fuera de ello, fuman marihuana entre los girasoles y a él se lo advierte deprimido por la inminente partida de Jud, mientras que ella, artista, intenta convencerle de abandonar Ludlow, una constante para varios personajes en la película.
Y nos queda Timmy (Jack Mulhern), de quien sus amigos se han enterado que regresó de la guerra, pero no lo saben todo. En efecto, una de las primeras escenas de la película muestra a su padre Bill (David Duchovny) arrastrándole ya muerto y enterrándolo en el místico cementerio que los nativos consagraban a ahuyentar a los males del bosque. ¿Cómo murió? Vaya uno a saber. El guion no especifica si se suicidó, llegó muerto de Vietnam o qué, pero ya sabemos que, una vez sepultado, volverá de forma diferente…
De ello se percatan Jud y Norma cuando, en plan de marcharse de Ludlow, encuentran sucio y maltrecho al perro de Timmy y al llevárselo de vuelta, lo encuentran muy cambiado: hosco, violento y resentido por haber sido el único de los tres a quien tocó ir a la guerra: una queja que, al parecer, tiene que ver con que Dam Crandall (Henry Thomas), padre de Jud, ha sobornado funcionarios para que su hijo no fuera reclutado.
No quiero decir mucho más sobre la historia, pero ya está claro que el revivido y su perro se convertirán en un serio problema para la comunidad, provocando muertes y mutilaciones que llevarán a que los descendientes de los miembros fundadores deban unirse para combatir el mal, reviviendo así una función que, según un flashback nos ilustra, vienen cumpliendo desde los orígenes mismos del poblado. De hecho, nos enteramos que los colonos británicos fueron los primeros en encontrarse con la maldición aborigen y el cementerio de los no-muertos.
Poco para decir
Uno de los principales problemas de Pet Sematary: Bloodlines es el débil retrato de sus personajes, algo que debería haber sido tenido en cuenta si se quería dotar a la historia de elementos que hicieran recordar a Stephen King. Falta algún flashback sobre los años de infancia de los jóvenes involucrados y no tenemos, por lo tanto, forma de empatizar con sus sentimientos o conocer la química que mantenían entre sí…
No se alcanza a entender, por ejemplo, si el malestar de Manny con la partida de Jud es el de un amigo deprimido o el de un amante despechado al verle irse con su nueva novia (parece más lo segundo). Tampoco sabemos cuál era el carácter de Timmy antes de su muerte y enterramiento, así que mal podemos percibir qué tan cambiado lo encuentra el resto y, como fue dicho, ni siquiera sabemos cómo murió…
Por otra parte, tampoco es que el origen del cementerio maldito esté en 1969, sino mucho más atrás, por lo que la mayoría de las respuestas que el filme da al respecto siguen siendo parciales o incompletas, sin agregar demasiado a lo que sabíamos.
Hay, eso sí, un interesante flashback que nos lleva al siglo XVII y a cómo lo pasaron los primeros colonos al entrar en contacto con la maldición, pero lamentablemente ocupa muy pocos minutos en el metraje y es una pena porque es lo mejor de la película y lleva a pensar si no hubiera sido mucho mejor centrarla en esa historia.
Pero además, imperdonable en una propuesta de terror, el filme carece por completo de atmósfera y termina siendo aburrido, algo que en general no ocurre ni con la peor película de clase B. Cada vez que pareciera estarse generando clima, el mismo se difumina en detalles argumentales que no conducen a nada, como la sangre en los girasoles, el ave estrellada contra el parabrisas o las respectivas heridas en la mano de Manny y el antebrazo de Norma.
Y lo que podría haber sido un gran elemento a explotar, como es la ausencia de música en muchas de esas escenas, acaba por no cumplir función alguna mientras todo se desarrolla de manera previsible si hemos leído la novela original o visto las anteriores películas.
Ni siquiera se puede decir que esté bien aprovechado el contexto de época, pues sacando los vehículos y alguna canción de Creedence Clearwater Revival o The Platters (en realidad más representativos de los cincuenta que de los sesenta), no hay nada que haga pensar que estamos en la era de Acuario o de las flores, aunque más no sea en una versión pueblerina y rural.
El elenco cumple con corrección, pero nadie se destaca particularmente salvo, quizás, Forrest Goodluck, a quien tal vez recuerden en El Renacido. En cuanto a Isabella Star LaBlanc, pueden ubicarla componiendo uno de los personajes principales en la cuarta temporada de True Detective y si se devanan los sesos pensando dónde vieron antes a Natalie Alyn Lind (como me pasó a mí), es posible que la hayan visto con algunos años menos en The Gifted o en Gotham.
Pero está desaprovechada la nostalgia cinéfila que podría haber brindado el conficto entre Bill y Dam al estar ambos respectivamente interpretados por quienes fueran el agente de X-Files y el niño de E.T. Lo mismo Pam Grier, actriz de blaxploitation bien de los setenta que fuera muchísimo mejor rescatada por Tarantino en Jackie Brown.
Balance Final
Si la adaptación de 2019 había sido innecesaria, esta precuela lo es doblemente. Se inscribe, se puede decir, dentro de la tendencia actual a sobreexplotar a Stephen King, algo también patente en El Hombre del Saco (The Boogeyman), película de la cual he dejado crítica días atrás y que a pesar de todos sus problemas termina siendo, en comparación, mejor que esta: al menos tiene un par de buenos sustos y algo más de clima.
Lo que subyace de fondo es presentar a Ludlow como una comunidad de la cual los jóvenes quieren irse, pero no es fácil marcharse y menos aún en la medida en que sus propios padres ofician allí como una especie de guardianes. Pero esa idea, que pintaba interesante, no está suficientemente desarrollada y se diluye con el resto.
Se podría haber hecho algo bastante mejor si, como he dicho antes, se hubiera dado mayor relevancia al flashback de la colonización americana o bien explorado de mejor manera las características de los personajes y sus vínculos entre sí. O, uniendo un poco todo ello, alternar tres líneas temporales: una en el siglo XVII, otra en la infancia de los personajes y una tercera en los sesenta.
Pero, claro, sería analizar otra película y no la que fue, de la cual solo puede decirse que acaba aportando muy poco como precuela a una de las mejores historias de King. Puede sonar a obviedad y pido disculpas por ello, pero quizás lo mejor sería seguir las enseñanzas del cementerio maldito y dejar de revivir muertos.
Por cierto, la directora Lindsey Anderson Beer está trabajando en el guion de otra película que involucra animales, aunque de muy distinto tono: el live action de Bambi, a estrenarse en 2025. Habida cuenta de lo dicho sobre revivir muertos, hay motivos para preocuparse o bien, siendo más optimistas, quizás allí esté en lo suyo porque aquí claramente no lo está.
Hasta la próxima y sean felices…
Aunado a que es muy generica, tiene esos elementos del cine de horror actuales que la hacen predecible en todo momento. Han sobreexplotado está historia en el cine y las nuevas adaptaciones, no serán muy recordables. El remake me pareció entretenido, nada más, cumple de cierta manera su función, pero cae también en lo genérico y dudo que tenga el impacto de la primera adaptación, en la cual estuvo involucrado King. ¡Saludos!
Hola Gabriel, gracias por comentar! Totalmente de acuerdo; coincido prácticamente en cada palabra. Creo que es una historia a la que ya habría que dejar tranquila. Un saludo!