Shin Masked Rider es el último proyecto de Hideaki Anno, que no solo marcó a más de una generación con su Neon Genesis Evangelion, sino que también ha estado detrás de dos reinterpretaciones de iconos japoneses de gran impacto cultural: Shin Godzilla, en la que el monstruo atómico se convertía en una alegoría del accidente de Fukushima, y Shin Ultraman, en la que firma un guion donde se presenta de nuevo a uno de los superhéroes japoneses por excelencia. Sí, uno de los héroes superpoderosos más populares del país del sol naciente junto a otros grandes como Astroboy, Sailor Moon, los Power Rangers originales… y Kamen Rider.
En esta ocasión traducido inexplicablemente como Masked Rider, este personaje fue creado a principios de los años setenta por el mangaka Shotaro Ishinomori, el creador de cómics más prolífico de la historia. Su serie tuvo tal éxito que ha contado con numerosas secuelas, spin-offs y reboots que siguen produciéndose a día de hoy. Pero, por supuesto, Hideaki Anno tenía que darle su propio toque a esta franquicia, y la mente detrás de uno de los animes más deprimentes de todos los tiempos no podía limitarse a actualizar las heroicas aventuras de Kamen Rider.
Shin Masked Rider: El origen
Takeshi ha perdido la memoria y no se reconoce dentro de un cuerpo con asombrosos poderes. Está confuso y solo un viejo científico podrá revelarle la verdad: su situación actual es culpa de la malvada organización SHOCKER, que ha creado a numerosos ciborgs con el objetivo de dominar el mundo. Este mismo colectivo intentará acabar con el doctor y su hija.
Tras la muerte del científico, Takeshi se convertirá en Masked Rider, un superhéroe que dará caza a los miembros más relevantes de la organización e intentará salvar al mundo de un plan bienintencionado que, sin embargo, podría suponer el final de la raza humana.
Los superhéroes del futuro deberían ser así
Shin Masked Rider es, en general, una buena puesta al día del personaje y, más importante aún, una película de superhéroes entretenida y con personalidad. Su creador no es ajeno a las historias de aventuras y sabe narrar con ritmo y garra, sin que en ningún momento resulte pesada. A lo largo de la cinta, con una estructura episódica poco habitual en los exponentes cinematográficos del género, Kamen Rider se va encontrando con versiones actualizadas de los enemigos originales del manga y la serie, en enfrentamientos únicos que serán su bautismo de fuego como héroe inexperto.
El filme tiene una identidad visual única y no le cuesta destacar frente a las adaptaciones en imagen real de superhéroes norteamericanos, que desde hace tiempo están cortadas por el mismo patrón. Aquí, gracias a una dirección y un montaje magistrales, el director consigue aunar las sensibilidades modernas con el tokusatsu más añejo, supliendo la falta de medios multimillonarios con recursos muy imaginativos y un gran diseño de personajes. Y, por supuesto, la cinta también se toma su tiempo en explorar las inseguridades de sus protagonistas, que por momentos parecen insignificantes frente a un enemigo inabarcable.
Esta reimaginación de Kamen Rider es una buena hoja de ruta para las películas de superhéroes que quieran alejarse del modelo estandarizado que impera en la actualidad, pero no está exenta de fallos graves que la ponen varios escalones por debajo de la intachable Shin Godzilla. En primer lugar, en su afán de homenajear a la serie original de los setenta, Hideaki Anno introduce a demasiados personajes y no todos acaban teniendo el protagonismo o interés que merecen. Asimismo, algunas situaciones (como la alianza de los protagonistas con la Policía) se dan con una rapidez pasmosa y poco creíble.
Pero el mayor pecado de la película sucede en su tercio final, cuando comprobamos que nos han colado un remake de Neon Genesis Evangelion: el plan del villano no solo es calcado al de los antagonistas de esta serie, sino que hasta los cadáveres se disuelven de un modo similar al del Tercer Impacto.
Esto no sería tan sangrante si Hideaki Anno no hubiera completado hace poco sus películas de Evangelion, lo que debería haber cerrado la saga. Comprendemos que un autor tenga unas obsesiones concretas, pero esta reiteración tan poco inspirada convierte a Shin Masked Rider en una nota a pie de página sin nada novedoso que decir.
Conclusión
Aunque la película tiene sus problemas, supera holgadamente a muchos largometrajes de superhéroes hechos por encargo, de manera mecánica. Esta cinta imperfecta ha surgido desde el corazón y las entrañas, por parte de un creador que ya no tiene que responder ante nadie, y hasta aquellos neófitos en el universo de Kamen Rider la podrán disfrutar de manera independiente. Se encuentra disponible en Amazon Prime Video, en japonés subtitulado.