Netflix ha estrenado Un fantasma anda suelto por casa, espantosa traducción de We Have a Ghost, comedia con algún toque de terror y otro toque de dramón protagonizada por David Harbour y Anthony Mackie. Dirige Christopher Landon (curiosamente el hijo de Michael Landon, quien se hizo famoso por interpretar a otro ente sobrenatural). ¿El resultado? Mucho mejor de lo esperado.
De qué va
Un fantasma anda suelto por casa cuenta la historia de una familia que compra una casa y se encuentra con que un fantasma (David Harbour) habita el desván. Pese a los esfuerzos de Ernest (así se llama la criatura paranormal) por deshacerse de sus nuevos inquilinos, el padre de familia (Anthony Mackie) le da la vuelta a la tortilla cuando lo convierte en una atracción de Tik Tok y demás redes sociales.
Para complicar la trama, Kevin (Jahi Winston) el hijo menor de la familia, algo inadaptado y resentido con su padre, le coge cariño a Ernest y decide ayudarle a averiguar su pasado y así poder pasar al otro lado. Y es que Ernest es un fantasma que anda algo desmemoriado. Ah, y también aparece una medium de medio pelo (la ubicua Jennifer Coolidge) y una doctora ex-agente de la C.I.A. (Tig Notaro) que quiere conseguir pruebas de la existencia fantasmal.
Para toda la familia
Un fantasma anda suelto por casa resulta mucho mejor de lo que parece por su tráiler. Una comedia familiar con algún toque de terror para dar entidad al conjunto, mezclado con un poco de misterio y donde destaca David Harbour. Su fantasma no abre la boca en toda la película pero el actor consigue transmite todo tipo de sensaciones, llegando a conseguir que nos encariñemos con él.
Es verdad que esos toques de terror son minúsculos, casi insignificantes pero avisamos que a los más tiernos infantes puede que los traumatice. Por si sirve de aviso, la escena donde Jennifer Coolidge acaba espantada es la más fuerte en ese aspecto.
Por otro lado, las peripecias de Kevin y Ernest tienen sus momentos divertidos, en especial la escena de la persecución. Si, hay persecuciones, hay algo de crítica social, hay drama, hay amor adolescente,… Un fantasma anda suelto por casa tiene de todo para agradar y contentar a todo el mundo. Es cierto que quizás no acaba de decidir qué quiere ser realmente y acaba por picar en demasiados sitios pero ha quedado una película simpática, divertida, entretenida a pesar de sus dos horas y una sorpresa agradable.
Siempre que me acerco a una de esas películas de Netflix que supuestamente son la bomba (Un fantasma anda suelto por casa ha costado 75 millones, lo que no es barato; tampoco creo que David Harbour y Anthony Mackie cobren tanto, la verdad, que son gente de la casa) no puedo evitar pensar que si la viese en el cine, en los 80, saldría flipando, marcando la película como un clásico.
Sucede que en estos tiempos, a nuestra plataforma amiga le pedimos más. Seremos sinceros. Una vez más, Netflix no pasará a la historia por películas como esta pero reconozcamos que la película no es mala, ni mucho menos.
Un fantasma anda suelto por casa podría considerarse un homenaje a películas de la que es heredera, siendo Bitelchús la más evidente (ya oigo las carcajadas en sudamérica por la traducción pero quiero señalar que no es culpa nuestra y que ya se ha quedado así para los restos) o la infravalorada Agárrame esos fantasmas, disponible desde hace poco en la misma plataforma. Nada nuevo bajo el sol.
En resumen, que a pesar de ser un batiburrillo de géneros y de no ser un dechado de originalidad, nos lo hemos pasado muy bien viendo Un fantasma anda suelto por casa. A veces es mejor ir con las expectativas bajas. Un saludo, sed felices.