Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.
Pensando en “El Exorcista del Papa” he dado vueltas a que se ha dicho mucho que el pasado año 2022 ha sido uno de los mejores del género de terror con, entre otros, Black Phone, La Abuela, Smile, Barbarian o Venus. Es muy posible que las cimas de los últimos años sean La Bruja, Hereditary y Midsommar, que son tan clásicas como inquietantes y exitosas. También tratan al espectador como si no fuera idiota y utilizan lo que este no ve como elemento para producir. Es decir, que consiguen algo ya poco usado en el cine desde hace años: ser sutil, que no ocultar información. La línea es fina, y es extraño (y maravilloso) encontrarse con alguien que lo hace bien.
Fruto de este casi haber olvidado que es la sutileza, los términos medios y la gradación de las cosas tenemos un auténtico espectáculo extremista cuando hablamos de películas, videojuegos o series. Nos encontramos con opiniones o análisis que hablan de obra maestra o producto a apalear por sus virtudes artísticas o defectos políticos. Viendo lo dicho sobre “El exorcista del Papa” es curioso cómo el consenso también se sale del habitual con las superproducciones: es entretenida, Russell Crowe está estupendo, ninguna cosa muy grosera ni muy espectacular, etcétera.
Explicamos todo esto al hablar de “El exorcista del Papa” debido a que puede que el género de terror/miedo sea una especie de oasis de calma dentro del cine actual. No se sufren las campañas absurdas de teóricos adultos comportándose como pre-adolescentes y yendo a sitios a poner notas bajas a una película por no sé qué razón supuestamente política. No tenemos insufribles tuiteros/youtubers/etc alertándonos de los peligros para nuestra alma de ver tal película o jugar a tal videojuego de una persona que dará todo el dinero recaudado para fomentar el gaseamiento de indigentes.
Los sitios que comentan películas de miedo hablan nada más de si están bien hechas, si son divertidas o si son originales. Es decir, HABLAN DE CINE. Y aunque no es el género que más recauda, siempre tiene un público fiel que da colchón para que mucha gente con dos duros pueda hacer otra película del género que, sin ser original, pueda ser un producto digno.
“El exorcista del Papa” es un poco más de esto; al fin y al cabo tiene como cabeza de cartel a una estrella ya mayor de Hollywood, Russel Crowe. La película, como tal, tiene valores de producción seria, como corresponde al protagonista, y tanto la fotografía como las localizaciones están a la altura. Es decir, estamos un poco por encima del nivel medio de presupuesto y medios del género. Y se nota.
En “El exorcista del Papa” no se ha querido arriesgar argumentalmente y tenemos un caso clásico de posesión mezclado con casa encantada y secretos detrás de todo. El inicio, desarrollo y desenlace están marcados de una manera muy clásica y sencilla. Es decir, es una narrativa poco complicada pero eficaz.
El peso de la película está sobre todo en los hombros de Russel Crowe, el exorcista supremo del mismísimo Vaticano, inspirado en el que fue exorcista real del Papa del pasado siglo. Entre los guionistas, el director y el propio actor han conseguido hacer un personaje maravilloso. Es decir, transmite la actitud normal de una persona ya madura con mil años en un oficio. Conocedor de los trámites de su trabajo, natural en su entorno de trabajo, desenfadado con las cosas protocolarias, consciente de su poder ante quienes le quieren marear en el trabajo, chistoso cuando la situación lo requiere sin caer en ser un bufón, escéptico con las boberías y engañándose poco respecto a lo que se va encontrando en su día a día. El padre Amorth de Russel Crowe derrocha carisma, nobleza y normalidad.
“El exorcista del Papa” le sirve al protagonista para pasar por una película que es de exorcismos, claro, pero también una película de colegas con algo de Indiana Jones. Su dueto con el cura jovencito guapito español (interpretado por Daniel Zovatto) es respetuoso con este, siendo el exorcista Amorth un excelente maestro y compañero. Los secretos ocultos e incursión en antiguos lugares tiempo atrás olvidados no pueden más que recordar a las películas de Indiana Jones clásicas. En los momentos de más tensión, el papel del niño poseído, Peter DeSouza-Feighoney, es fantástico y resulta asqueroso, terrible y amenazante. En general, los acompañamientos de Russel Crowe son más que dignos y sin ser genial ninguno tampoco desentonan.
“El exorcista del Papa” está ambientada en Segovia en los años 80 del pasado siglo. Aunque debido a que casi toda la acción es dentro de un edificio podría haber sido prácticamente en cualquier sitio. Hay algunas bromas y referencias a que el cura local habla en español y el protagonista es italiano, pero poco más.
Es un poco bastante sorprendente que todo comience con una familia estadounidense que llega a España con una abadía de su propiedad (¿¿??) qué pretenden reformar (¿¿??) y revender (¿¿??). Es marcianísimo pensar que la Iglesia Católica ochentera en España o el gobierno de Castilla y León, por poner dos, consintieran algo así. También tenemos alguna escena con los médicos españoles que son un poco chocantes y, vamos a decirlo, como genéricas de película estadounidense.
Pero, con todo, “El exorcista del Papa” es como el personaje protagonista, del que ya hemos hablado arriba: normalidad ante lo que para los demás es extraordinario, seguridad personal por haber vivido mucho, estabilidad emocional que te permite bromear un poco cuando todo el mundo está tenso, claridad de ideas ante la confusión de gente que viene de nuevas y quiere marearte con cosas que en el fondo desconoce. Al final podemos decir, como reza el título de este post, que el padre Amorth de Crowe es lo que sería Carlo Ancelotti si en vez de empezar siendo jugador de fútbol y luego entrenador se hubiera metido a cura y luego a exorcista.
Por acabar, “El exorcista del Papa” es otra de esas películas con un buen trabajo artesano que no enamorará a nadie ni odiará nadie y del que la mayoría saldrá contento sin más, recordando al salir alguno de los mejores momentos de Carlo padre Amorth Ancelotti. No todo son obras maestras, cosas espantosas y luchas entre éxitos de nuestras posiciones políticas o fracasos de las contrarias. A veces las cosas bien hechas para entretener sin mucha trascendencia están bien. Y esta película es uno de esos casos.
Sed felices.
Comprada!