En matemática, el problema de los 3 cuerpos consiste en determinar, en cualquier instante, las posiciones y velocidades de tres cuerpos, de cualquier masa, sometidos a atracción gravitacional mutua y partiendo de unas posiciones y velocidades dadas. Es un problema de resolución casi imposible, más si planteamos que esos tres cuerpos son tres soles y entre ellos hay un planeta que se ve atraído por la masa de dichos soles.
A grandes rasgos, ese es el planteamiento de El problema de los 3 cuerpos, la novela de Cixin Liu en la que se basa la nueva (y exitosa) serie de Netflix, creada por David Benioff, D.B. Weiss (creadores de Juego de tronos para HBO) y Alexander Woo. Lo que a simple vista parecía ciencia ficción pura y dura (Hard science fiction para los iniciados) ha resultado ser una serie apasionante que combina misterio, intriga y ciencia ficción en un cocktail mucho más digerible para el espectador medio.
Erase una vez en China
1966, China. Se inicia la Revolución cultural de Mao Zedong y Ye Wenjie (Zine Tseng) ve cómo su padre, un fámoso físico, es asesinado por atreverse a explicar las teorías de Einstein y la teoría del Big Bang en la universidad.
No era una cuestión banal ya que, si el Universo conocido surgió con el Big Bang, ¿qué había antes?. ¿La nada? ¿O algo que creó el Universo? Se abría así la puerta a que, antes del Universo, existiese Dios y eso, para el nuevo régimen comunista, era inaceptable.
Tras la muerte de su padre, Ye Wenjie acaba en un campo de re-educación del que solo sale por sus conocimientos en física, llevándola a trabajar en un proyecto que intenta contactar con civilizaciones extraterrestres.
Los actos de Ye Wenjie en 1966 tendrán repercusiones en el 2024, cuando las leyes de la física, la ciencia en general, empiecen a mostrarse incorrectas mientras científicos alrededor del mundo mueren de forma misteriosa. El funeral de la doctora Vera Ye hará que se reúnan “los 5 de Oxford”, sus alumnos más prometedores, que han tomado caminos diferentes y se verán implicados en los misteriosos sucesos que están aconteciendo.
Y hasta aquí resumimos el argumento de El problema de los 3 cuerpos, que no es cuestión de chafarle la experiencia a quién aun no la haya visto. Si es así, ya estáis tardando.
El problema de los 3 cuerpos podría dividirse en dos partes. En la primera seguimos el esquema de Perdidos o From, series en las que sucesos imposibles e inexplicables dejan al espectador con los ojos como platos. Aquí tenemos científicos que ven cuentas atrás que nadie más ve, personajes que no registran las cámaras y que no sabemos si en realidad están ahí, un misterioso videojuego que parece tan real como la vida,…
Con todo esto ya nos tienen más que enganchados. El temor de que nos hagan un Perdidos siempre está ahí pero lo bueno es que, en El problema de los 3 cuerpos, no pegan tiros al aire, a ver qué pasa, como hacían Damon Lindelof y compañía.
Aquí hay una trilogía de novelas detrás y todo tendrá su explicación allá por el episodio 5, virando a la propuesta de ciencia ficción inicial. Entre medias, algún que otro flashback para explicar cómo hemos llegado a esto.
Los 5 de Oxford y amigos
Aunque no lo parezca, El problema de los 3 cuerpos es una serie de personajes. Si, la trama misteriosa nos mantiene enganchados y hay alguna que otra escena para flipar (la del barco en el canal de Panamá, por ejemplo) pero al final es una serie donde lo que priman son los personajes.
La serie gira en torno al grupo de “Los 5 de Oxford”, un grupo integrado por Jim Cheng (Jess Hong), física teórica que deviene en pilar fundamental de la trama; Saul Durand (Jovan Adepo), un genio que malgasta su potencial como ayudante de laboratorio, cuando no está fumado el resto del tiempo; Augustina “Auggie” Salazar (Eiza González), quien tiene una empresa de nanotecnología y que prefiere centrarse más en los problemas humanos; Will Downing (Alex Sharp), quien dejó la investigación para ser profesor de física en un instituto; y Jack Rooney (John Bradley), que pasó de la física para hacerse millonario vendiendo aperitivos basura.
Cada uno, aunque no lo parezca, tendrá su papel en la trama. Destaca Auggie Salazar por exponer el debate moral de lo que están haciendo con toda su crudeza. ¿Cómo pueden llamarse humanos si toman las decisiones que toman?. Auggie es la voz de la conciencia del grupo y también de los espectadores.
También Jack Rooney, encarnado por John Bradley, que compone un personaje grosero, un jeta que ha puesto el dinero por encima de todo lo demás y que al final resulta el más simpático de todos, totalmente opuesto al que interpretó en Juego de tronos.
Junto a ellos, dos tipos para enmarcar, dos personajes que deberían figurar en la lista de los mejores personajes del año. Son quienes aportan un toque de humor entre tanto drama y quienes tienen las mejores frases, entre ellos y con quienes los rodean. Por un lado, Clarence Shi (un gran Benedict Wong) investigador al que han echado de Scoland Yard, de Interpol, del MI5, del MI6 y de toda organización conocida por su insoportable carácter.
Cínico y fumador empedernido (desde Mad Men que no veíamos fumar tanto en una serie) Clarence Shi trabaja para una misteriosa organización internacional liderada por Thomas Wade (Liam Cunningham), más cínico que Shi y mucho más despiadado. Cuando ambos aparecen en pantalla, la serie gana muchos puntos.
Valoración de la serie
David Benioff y D.B. Weiss (junto con Alexander Woo) ficharon por Netflix en olor de multitudes y por la friolera de 200 millones de dólares. Tras la polémica del final de Juego de tronos (injusta polémica en mi opinión) se la jugaban, ellos y la plataforma de streaming. La adaptación de El problema de los 3 cuerpos tampoco ha estado exenta de polémica, al desplazar la acción de China a Londres, obviando las referencias e implicaciones culturales de la novela, y optando por un reparto más internacional y más plural (una asiática, un afroamericano, una latina y un par de ingleses blancos forman “Los 5 de Oxford”).
Bueno, pues prueba superada y con nota. En Netflix pueden respirar tranquilos. El problema de los 3 cuerpos es lo que debe ser una serie, apasionante para enganchar al espectador y que este desee ver los episodios de un tirón; y con su dosis justa de preguntas que, por una vez, son respondidas correctamente. Una serie donde priman los personajes pero que no deja de lado las situaciones más impactantes a nivel visual.
Es verdad que Benioff y Weiss (que al final esta es su serie) han triturado la hard science fiction de la que hablamos al principio para que esto sea más digerible y llegue a cuanta más gente mejor, con lo que los fans de la novela se van a ver un pelín decepcionados.
A mi la opción elegida no me parece mal porque, al fin y al cabo, ese es su trabajo como productores de una serie, ese es su objetivo final: llegar a todo el mundo. Y reconozco que no leí la novela porque la ciencia ficción pura y dura no es lo mio y si encima te la recomienda Barack Obama, lo primero que piensas es: esto será un peñazo. Por lo menos Benioff y Weis han conseguido que me pique la curiosidad.
Esperemos que no tarden mucho en traernos una nueva temporada. Un saludo, sed felices.
¿Llegar a todo el mundo cuando,según la serie,el meollo del problema y su solución solo pasa por Londres?. Viendo está serie parece que si no eres ingles o anglosajón lo tienes crudo.
¿Llegar a todo el mundo cuando,según la serie,el meollo del problema y su solución solo pasa por Londres?. Viendo está serie parece que si no eres ingles o anglosajón lo tienes crudo.
Hola Diego. Llegar a todo el mundo significa llegar a una audiencia más amplia. Hay mucha gente a la que la ciencia ficción más sesuda se les atraganta y los creadores de la serie han simplificado esos aspectos.
Pero es interesante la cuestión que planteas. Si llegasen los aliens, sólo podrían salvarnos ingleses o norteamericanos? Lo más sensato sería una coalición internacional pero en vista de cómo está el patio, eso no sucedería ni en broma. El planteamiento recuerda un tanto a Watchmen y ahí Alan Moore, al pensar que una amenaza global uniría al mundo, fue un ingenuo. De lo que no tengo ninguna duda es de que una serie donde se plantease una amenaza alienígena y está fuese resuelta por españoles, no tendría credibilidad ninguna. Aquí llegan los aliens y les ponemos unas tapas y unas cañas. Gracias por leernos y dejar un comentario.
Totalmente de acuerdo.Gracias por contestar.
Hola Diego. Llegar a todo el mundo significa llegar a una audiencia más amplia. Hay mucha gente a la que la ciencia ficción más sesuda se les atraganta y los creadores de la serie han simplificado esos aspectos.
Pero es interesante la cuestión que planteas. Si llegasen los aliens, sólo podrían salvarnos ingleses o norteamericanos? Lo más sensato sería una coalición internacional pero en vista de cómo está el patio, eso no sucedería ni en broma. El planteamiento recuerda un tanto a Watchmen y ahí Alan Moore, al pensar que una amenaza global uniría al mundo, fue un ingenuo. De lo que no tengo ninguna duda es de que una serie donde se plantease una amenaza alienígena y está fuese resuelta por españoles, no tendría credibilidad ninguna. Aquí llegan los aliens y les ponemos unas tapas y unas cañas. Gracias por leernos y dejar un comentario.
Totalmente de acuerdo.Gracias por contestar.
Buen artículo, Pedro.
La serie no solo es disfrutable por cualquiera sino que está bien pensada, el ritmo es el que debe ser y no hay muchos momentos que te saquen de lo que ves, esto último cada vez más frecuente en demasiadas series y películas. Es relativamente original y sí, el personaje que hace Wong es espectacular. Tanto que no me extrañaría que hayan calcado a alguien a quien conocen personalmente (que cuando se crean películas, libros o demás no es tan raro).
Por lo demás, efectivamente en el mundo real sería poco creíble que ante el anuncio de una invasión extraterrestre la iniciativa para enfrentarse a ella pasara por Nigeria, Grecia o Argentina. Lo normal es que viniera de los países más poderosos del planeta, como EEUU, China, Reino Unido, Alemania o Japón, fuera cual fuera el primer país que contactara con alienígenas. Aquí hay que decir que, como pasa en los cómics Marvel o de DC, en la serie da la sensación que la ONU tiene mucho más poder de lo que tiene en la realidad, pero se entiende que es por simplificar las cosas y no meter las dos millones de reuniones, conversaciones a dos bandas entre como mucho 8-10 países y demás.
Buen artículo, Pedro.
La serie no solo es disfrutable por cualquiera sino que está bien pensada, el ritmo es el que debe ser y no hay muchos momentos que te saquen de lo que ves, esto último cada vez más frecuente en demasiadas series y películas. Es relativamente original y sí, el personaje que hace Wong es espectacular. Tanto que no me extrañaría que hayan calcado a alguien a quien conocen personalmente (que cuando se crean películas, libros o demás no es tan raro).
Por lo demás, efectivamente en el mundo real sería poco creíble que ante el anuncio de una invasión extraterrestre la iniciativa para enfrentarse a ella pasara por Nigeria, Grecia o Argentina. Lo normal es que viniera de los países más poderosos del planeta, como EEUU, China, Reino Unido, Alemania o Japón, fuera cual fuera el primer país que contactara con alienígenas. Aquí hay que decir que, como pasa en los cómics Marvel o de DC, en la serie da la sensación que la ONU tiene mucho más poder de lo que tiene en la realidad, pero se entiende que es por simplificar las cosas y no meter las dos millones de reuniones, conversaciones a dos bandas entre como mucho 8-10 países y demás.