Junji Ito es uno de los mangakas más conocidos y alabados que existen en la actualidad, con obras como Uzumaki a sus espaldas que atestiguan la calidad de este maestro del terror y su capacidad para retratar escenas enfermizas capaces de perturbar al más valiente. Aunque ha realizado adaptaciones literarias como Frankenstein o Indigno de ser humano, son sus trabajos más personales los que le han granjeado su merecida fama. En ellos, traza unas historias cuyo propósito principal es horrorizarnos con unas ideas y una estética profundamente inquietantes… y pocas hay más inquietantes que Gyo, una obra con una premisa delirante que, sin embargo, pronto revela todo su horroroso potencial. ECC ha publicado recientemente una edición integral.
Los invasores del abismo
Tadashi y su novia Kaori comparten una casa de alquiler en un destino marítimo. Ella, hipocondríaca y muy sensible a los olores, comienza a notar un hedor insoportable, que él acaba oliendo también. El origen de este desagradable estímulo aparecerá de forma muy clara cuando unos seres espantosos salgan del agua para invadir la costa: una legión de peces entre las que se encuentra un tiburón con patas de insecto, que ataca a la pareja. Este solo será el comienzo de sus problemas, ya que el escualo es simplemente la vanguardia de un ejército de criaturas marinas en descomposición que pondrán en aprietos a nuestros protagonistas, a Japón y al mundo entero.
La pareja decide buscar ayuda junto al tío de Tadashi, un científico que cree conocer el origen de estas bestias, y que comienza a obsesionarse con su estudio hasta unos límites insospechados. A partir de aquí, las situaciones más cruentas se irán sucediendo sin cuartel, en una huida por la supervivencia de la que no todos saldrán impunes, y en la que descubrirán que este ejército marino que camina con patas es solo la punta de un nauseabundo iceberg.
El terror se puede oler
Junji Ito explicó con claridad cuál fue la inspiración inicial de esta obra: Tiburón, una de las películas más exitosas de Steven Spielberg. El artista sostenía que, si el monstruo marino que puso en aprietos a Roy Scheider era aterrador en el agua, daría más miedo si tuviera la capacidad de atacar en tierra. Un argumento algo discutible, pero que podría haber dado para una historia divertida e incluso interesante. Sin embargo, el autor eleva la premisa y expande esta idea inicial por caminos tan impredecibles como el resto de desarrollos argumentales del mangaka. En este caso, el terror no viene solo de los ataques de estos monstruos del océano, sino del hedor que desprenden, la verdadera amenaza a la que se enfrentan los personajes, y de las reacciones de los seres humanos a esta catástrofe.
Kaori, la novia del protagonista, es uno de los personajes que más sufren en sus carnes el terror que supone estar bajo esta presión, dadas sus características personales. Se trata de una mujer posesiva y caprichosa, lo que resulta extremadamente desagradable al lector, y por eso se convierte en un ejemplo de aquellas respuestas más negativas que daría la raza humana a una invasión de este calibre. Gran parte del horror no viene de las escenas grotescas, sino del deterioro de una relación en la que algunos protagonistas cambiarán de forma drástica. El intento infructuoso de controlar a estos seres también contribuye a confirmar que el hombre es un lobo para el hombre… o, en este caso, un pescado zombi con patas.
Por supuesto, no faltan en el conjunto las imágenes más grotescas que han caracterizado al trabajo de este autor. A las bestias marinas que aparecen al comienzo de la historia se le suman numerosos exponentes de body horror que provocan dolor con solo mirarlos, y más todavía si el lector se detiene a imaginarse en esa situación. Al cóctel de paranoia y miedo a ser devorado que conforma el esqueleto de esta obra, Ito añade el pánico al dolor físico y a perder el control de nuestro cuerpo, dando lugar a algunas viñetas que no añadiremos a esta reseña no solo por evitar spoilers, sino porque resultan extremadamente grotescas y gráficas.
Conclusión
Gyo no es un cómic para todos los lectores. Se trata probablemente del manga más visceral de Junji Ito, dejando a un lado la sutileza y la insinuación para mostrarnos el horror en toda su gloria. Esto, junto a ciertos elementos en el argumento que podrían haber sido explicados con más claridad, podría lastrar el disfrute para algunos… pero el artista consigue crear un ambiente muy logrado de pesadilla en unas pocas páginas, y elaborar un relato de terror que acaba escalando sin control por culpa de sus protagonistas. Gyo es la historia de cómo la humanidad es tan frágil que hasta la inconveniencia más mínima puede romperla. Empezando, por ejemplo, por un extraño hedor.