La nueva cinta de ‘Los Tres Mosqueteros’ se ha estrenado hace apenas días y he querido ver (recomendada por mi personalidad masoquista) la película de 2011 dirigida por el incombustible Paul W.S. Anderson. Un cineasta que no estaba contento con acabar con el buen nombre de la saga de videojuegos de Capcom, que se lanzó a por la celebérrima obra de Alejandro Dumas.
Sabiendo que este director se encuentra tras esta adaptación, deberíamos tener claras varias cosas: no va a ser buena película, tendremos a Milla Jovovich realizando piruetas imposibles y la acción estará por encima de la trama.
Voy a tratar de organizarme para realizar esta crítica porque hay muchas cosas a tener en cuenta. La historia que nos cuenta es la que todos sabemos sobre la obra de Dumas: la llegada de D’Artagnan a París, su enfrentamiento con Athos, Porthos y Aramis, la misión de recuperar las joyas, la trama del cardenal Richelieu para hacerse con el poder en Francia y la guerra con Buckingham. Hasta ahí, relativamente bien, pero como es Paul W.S. Anderson, pues tiene que darle su toque personal con escenas que no hay por dónde cogerlas y algún que otro ‘tributo’ a otras cintas anteriores.
Todo esto envuelto en un 3D que no era necesario y que no aporta nada a las escenas en las que se “explota”. Este director debería ver cómo se implementó esta técnica en ‘Pacific Rim’ de Guillermo del Toro y así aprendería algo.
También debería saber que Zack Snyder solo hay uno y hacer lo que ese cineasta hace (te guste más o menos) tiene su mérito y encaja perfectamente con el estilo global de sus películas. Aquí el señor Anderson se saca de la manga ‘un tributo’ a la escena de Leonidas avanzando entre persas, con esos cambios de velocidad en la escena que a todos nos dejó boquiabiertos en 300. Algo innecesario, pero que seguramente le hizo alucinar en el cine y se dijo así mismo: ‘Esto lo meto en mi próxima película donde sea, aunque no venga al caso’.
Pese a estos cambios y un principio diferente en el que nos muestran, muy estilo ‘Escuadrón Suicida’ de David Ayer, qué tan ‘cools’ son los tres mosqueteros y Milady, la primera mitad de la cinta se mantiene cercana a la obra original. El problema llega cuando Anderson y el guion despliegan toda su creatividad y nos presentan al duque de Buckingham llegando a Versalles en barcos voladores: sí, amigos y amigas, barcos voladores que son un trasunto de dirigibles.
Ya notamos que ciertas sustancias habrán pasado por las manos de las personas detrás del guion para que esa idea de los barcos (dicha en voz alta) sonase tan increíble como para entrar en el tratado final y llegar a las pantallas. Además, los efectos especiales son por momentos bastante flojos.
Entremos a hablar de los protagonistas porque ahí hay miga, aunque me voy a tomar la libertad de resumir los siguientes párrafos en esta frase: ninguno funciona y he visto koalas durmiendo con más carisma.
Hay actores y actrices de renombre que pasan por aquí con el piloto automático puesto en personajes que tienen poca o ninguna profundidad. Mads Mikkelsen y Christoph Waltz como Rochefort y Richelieu están respectivamente por estar y pasan sin pena ni gloria pudiendo haber sido el punto fuerte de la cinta. Muy lejos de sus predecesores.
Milady de Winters siempre ha tenido un papel relevante dentro de la historia por su juego a dos bandas y su traición a Athos, una deslealtad que marca al personaje y que la hace tener más capas que el resto. Aquí Milla Jovovich hace un ‘copia/pega’ de su Alice de Resident Evil y Anderson pone toda la película al servicio de unas acrobacias forzosamente impuestas. El momento del robo de las joyas es escandaloso e innecesario (palabra muy repetida en este artículo).
Prefiero a Rebecca de Mornay a cualquier hora y cualquier día de la semana como Milady, la actriz le dio un secretismo al personaje al que Jovovich ni se acerca.
Logan Lerman como D’Artagnan pues me recuerda más a un integrante de una ‘boyband’ más que a un aspirante a mosquetero, no es que su predecesor (Chris O’Donnell) fuese mejor, pero el reparto que tenía a su alrededor lo hizo grande: Charlie Sheen, Kiefer Sutherland y Oliver Platt.
Aparte dejó su historia de amor con Constance (Gabriella Wilde) que es lo más insípido, anodino y carente de química que he visto en mucho tiempo. En ningún plano te crees el idilio que nos plantea el guion y esa subtrama pasa sin pena ni gloria por una película que no debió existir.
Matthew Macfayden (Athos), Luke Evans (Aramis) y Ray Stevenson (Porthos) hacen lo que pueden, pero (teniendo tan fresca la cinta de 1993) he de reconocer que los actores de esta versión de 2011 no llenan los grandes zapatos que son sus personajes.
Quizás lo mejor sea el duque de Buckingham de Orlando Bloom que tiene cierto histrionismo y chulería que lo convierte en lo más recordable de este esperpento.
El guion es torpe y de manera forzada nos explica el trasfondo de los protagonistas para no complicarse mucho en crear algo dinámico y coherente; eso mejor lo dejamos para otro momento.
Conclusión
‘Los Tres Mosqueteros’ de Paul W.S. Anderson es un batiburrillo de escenas sin gracia en las que prima que todo quede genial para el 3D y que abandona la esencia de la obra de Dumas al poco tiempo de comenzar para dar rienda suelta a unas ideas estrafalarias.
Por suerte no hubo secuela de esta película (la escena postcréditos la insinuaba), porque todos sabemos lo que ocurre cuando a este cineasta le entregas una franquicia.
Todo aquí está realizado para que el continente supere al contenido y cuando te estás basando en un clásico, eso es muy difícil de conseguir.
Recomiendo a los amantes de la obra de Dumas que vean la cinta de 1993, la serie de la BBC o ‘El hombre de la máscara de hierro’ antes de lanzarse a ver ‘Los Tres Mosqueteros’ de 2011: me lo van a agradecer.
Le pongo dos estrellas por el reparto tan destacado que tiene, nada más.
Para quitarnos el mal sabor de boca os dejo el tema principal de la cinta de ‘Los Mosqueteros’ de 1993 interpretado por Bryan Adams, Sting y Rod Stewart:
Todos para uno y uno para todos…