InicioCómicsMoonshadow (1985): un cuento de hadas para mayores

Moonshadow (1985): un cuento de hadas para mayores

El sello Epic de Marvel fue, en muchos sentidos, un predecesor del más exitoso Vértigo: en esta iniciativa de la editorial se englobaron diversos proyectos de los más variopintos, como una revista de cómics a imitación de otras publicaciones independientes como los tebeos de Warren Publishing, como la serie Dreadstar de Jim Starlin… o como el Moonshadow de J. M. DeMatteis, uno de los autores más infravalorados del cómic mainstream, y responsable de excelentes exponentes del género de superhéroes como La última cacería de Kraven o La Liga de la Justicia Internacional. La maxiserie de doce números que nos ocupa en esta ocasión, realizada junto al prestigioso artista Jon J. Muth, se convertiría en su obra más personal pero, por desgracia, no en la más exitosa.

Aquí tenéis un artículo sobre J. M. DeMatteis

Cabe destacar que este título, al que su autor llevaba dándole vueltas durante una década, solo pudo nacer gracias al beneplácito del editor de Marvel en ese momento, Jim Shooter: a pesar de la escasa viabilidad comercial del proyecto, que se confirmaría tras su discreta publicación, le dio luz verde como una especie de favor a un profesional que había aportado mucho a la editorial.

Después de todo, el sello Epic (que acabó desapareciendo por su falta de rentabilidad) tenía como función tácita el mantener satisfechas las aspiraciones artísticas de los guionistas de Marvel y, en este caso, parece evidente que DeMatteis aprovechó esta oportunidad para crear la que fue, en 1985, una de las obras más personales del cómic de masas norteamericano.

Escapando del zoo intergaláctico

La historia de Moonshadow sigue los pasos de su protagonista homónimo, hijo de una hippie fecundada por un alienígena perteneciente a una de las razas más poderosas de todo el universo. Se criará junto a su gato Frodo en un zoo intergaláctico que incluye a algunos raros especímenes como el disoluto Ira, que se acabará convirtiendo en su inseparable compañero de aventuras. Durante su infancia, aprenderá sobre la Tierra a través de los libros de su biblioteca, y no dejará de soñar con el universo que se encuentra más allá de su prisión.

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Un día, su progenitor volverá para visitarle y le proporcionará los medios necesarios para explorar el resto del cosmos. A partir de este momento, Moonshadow se embarcará en una búsqueda de la iluminación con tintes místicos y religiosos, y se encontrará con una surrealista variedad de situaciones y personajes que le harán replantearse su papel en el universo y reflexionar sobre crueles realidades como la guerra o la intolerancia.

Un cuento de hadas para mayores

Después de las airadas misivas de algunos lectores quejándose de algunos de los aspectos sexuales de la trama, se le añadió este subtítulo a Moonshadow y, la verdad sea dicha, no se podrían resumir mejor sus intenciones y sus logros. A lo largo de los doce números que componen esta serie, nos encontraremos con tramas aparentemente inocentes que remiten a clásicos como Alicia en el país de las maravillas, El mago de Oz o Little Nemo, pero que permiten a DeMatteis hacer reflexiones muy interesantes sobre la violencia policial, las drogas, la religión o la contracultura, entre otros muchos temas que trata la historieta.

El contraste entre esta inocencia superficial y la crudeza de algunos pasajes sirve para reflejar el crecimiento de un personaje que nos narra sus desventuras desde la experiencia que le ha dado la vejez.

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En este sentido, debemos hacer hincapié sobre lo experimental que resulta este cómic, hasta el punto de que los autores ni siquiera estaban muy seguros de si era conveniente llamarlo así. Apenas hay bocadillos y, durante la mayor parte del tiempo, es el narrador quien nos cuenta los acontecimientos, con lo que algunas páginas nos recuerdan más a un cuento ilustrado que a lo que solemos considerar un tebeo.

Por si esto fuera poco, debemos destacar otra rareza: la historia está pintada en su totalidad, frente al estilo de dibujo habitual en el cómic mainstream. Al tratarse del primer exponente de este método en Norteamérica, la experimentación es un elemento fundamental en la obra.

Precisamente por esto, su calidad es irregular, con algunas páginas excelentemente pintadas hasta quitar el aliento y otras en las que el dibujo dificulta la lectura. Asimismo, la duración de este viaje iniciático resta impacto a algunas de las circunstancias en las que se encuentra Moonshadow, que llegan a tornarse repetitivas al llegar a la segunda mitad del tomo. Sin embargo, DeMatteis se las arregla para crear un final perfecto que nos hace perdonar todos los fallos de este raro e inclasificable experimento.

Conclusión

Moonshadow es una rara avis no solo en la trayectoria de DeMatteis, sino también en el cómic norteamericano. Se asemeja más a tebeos europeos como El Incal o Los Tecnopadres que a cómics como La última cacería de Kraven, y este es uno de sus puntos fuertes más importantes. Aunque no es ni de lejos perfecta, esta obra merece más atención de la que recibió a mediados de los ochenta y, por ello, la nueva edición de Panini merece que se le dé una segunda oportunidad. Estuvo, en muchos sentidos, adelantada a su tiempo.

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Máximo Simancas
Máximo Simancashttps://laautopistadepalabras.wordpress.com/
Periodista. Redactor en esta página y, antes, en el portal digital madridesnoticia. Creador de contenido para redes sociales.
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