Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.
Hacía tiempo que nos leíamos u olíamos, amado Pueblo. No tenéis nada que temer, estábamos jugando a un videojuego que no puede estar más de actualidad: Persona 4 Golden, para PC. Sí, salió hace años. A nosotros, seres maduros aferrados a sus cómics de la infancia como si estos fueran una extensión más de nuestra vesícula biliar, los años o las décadas apenas nos afectan ya. La edad es solo un número. También lo que tienes en el banco es solo un número. A veces es bajo. Otra veces es aun más bajo. Pero solo es un número. En definitiva, estamos por encima del Bien y del Mal, así que nos ponemos a leer libros de hace doscientos años, a jugar videojuegos de la época de la PSVita aterrizados en PC también hace años, así como a papearnos cómics actuales. Hay para todas.
Al hablar de Persona 4 Golden nos encantaría escribir un enorme prólogo que no tuviera nada que ver con el videojuego. Uno que ocupara el 80% del texto total, como es nuestra costumbre. Pero Persona 4 Golden nos ha tocado la patata. Es decir, el corazón, malpensados. Ya lo hizo el primer Persona al que jugamos, Persona 5, que nos produjo enorme gozo, sumándonos a los gritos, cánticos y saqueos organizados para celebrar el que es, seguramente hasta hoy, el juego de rol japonés de referencia. Con Persona 4 nos ha pasado en esencia algo parecido. No igual, pero parecido. Es decir, que creemos que esta versión, que es básicamente el videojuego de la época de PS Vita /Playstation 2, es enormemente disfrutable en 2024, incluso por gente que nunca se ha acercado a nada de la saga. Incluso por ti, amado lector al que tal vez los juegos de rol japoneses por turnos pues ni fu ni fa.
Para hablar de Persona 4 Golden (que está en PC, Switch, PS4, XboxOne) podríamos empezar con la historia. En un pueblo pequeñito de Japón, nuestro adolescente protagonista se presenta para vivir con su tío y su prima un año, ya que sus padres están en el extranjero. Empezará a ir al instituto, a hacer amigos, a intentar tener novia, a trabajar a tiempo parcial para ganar pasta o confabulando con sus amigos para sacarse el carnet de moto con el objeto de ligar más.
Todo eso está estupendo, pero corre un rumor en el pequeño pueblo: si enciendes la tele a medianoche cuando llueve verás tu alma gemela. Pero el protagonista lo hace y ve a alguien conocido. Es más: si tocas la tele en ese momento te metes en la televisión, teletransportándote a otro mundo. Uno que desde el principio tiene que ver claramente con reflejos de los pensamientos y deseos ocultos de los humanos. Algunos son violentos y tienen forma de monstruos contra los que hay que pelear. Todo empieza a complicarse cuando empieza a morir gente que ha aparecido a medianoche en la televisión en un día de lluvia. Alguien está usando este denominado “Canal de Medianoche” para matar gente. Y será el protagonista y sus adolescentes amigos quienes se irán metiendo en el mundo de la televisión para impedir esas muertes.
No nos extenderemos mucho en las mecánicas básicas de juego de Persona 4, ya que son las mismas que las de Persona 5 (ya comentadas por este sacrosanto blog). Durante el día iremos al instituto, contestaremos a preguntas de profesores, haremos exámenes y demás. Durante la tarde y algunas noches haremos lo que queramos: quedar con amigos, ir al cine, montar en moto, estudiar o meternos en el Canal de Medianoche para rescatar gente, subir de nivel a los personajes o demás.
Persona 4 es una historia cuyo entorno es mucho más limitado que la enorme ciudad de Persona 5, que nos hacía sentir realmente pequeños y abrumados por la enorme variedad de cosas que puedes hacer. En Persona 4 hay mucho menos que hacer, ya que es un pueblo pequeñito. Todo es más íntimo: la propia trama, los personajes, cómo se cuenta todo. Por hacernos una idea, es algo así como la parte 4 de Jojo´s Bizarre Adventure, Diamond is Unbreakable: hay un asesino, hay un misterio, todo pasa en un pueblo, la gente va adquiriendo poderes mágicos manifestados en una Persona/Stand.
Pero claro, se nota que Persona 4 es un juego anterior a Persona 5 y no está tan pulido en muchos aspectos jugables. Como el tener que ir buscando de sitio en sitio para ver qué personajes están disponibles para hablar con ellos. Como esas mazmorras casi casi clónicas, quitando algún nivel específico, que hacen la exploración de las mazmorras algo monótona. Como esas relaciones con el resto de personajes que son muy básicas a la hora de conseguir avanzar con ellas. Es peor videojuego, no por la parte visual y artística donde un juego mucho más reciente como Persona 5 iba a ser casi seguro mejor, sino por puras cosas mecánicas. A favor de Atlus, los desarrolladores del videojuego, decir que realmente eran una compañía bastante pequeña. Es decir, para los pocos medios que tenían hicieron una auténtica maravilla en el contexto de la época, hasta el punto que alguien que no lo haya jugado y empiece en 2024 se quede maravillado.
Con respecto a Persona 4, hay toda una legión de seguidores obsesionados con que Persona 5 es peor, más soso o más fácil. Detrás vienen los fans de Shin Megami Tensei, la saga madre de Persona, para decir que los Persona son Shin Megami Tensei para idiotas y gente a la que le da miedo la dificultad. En fin, que otra vez hay todo un grupo de aficionados profundamente violentos e identitarios con algo exitoso.
Desde aquí diremos que donde Persona 4 es manifiestamente mejor que Persona 5 es en los personajes. Hay varios de Persona 5 que son reminiscencias de los de Persona 4: el más claro es Yosuke vs Riuji. La chica timidita empollona y pija es más compleja e interesante en Persona 4 (Yukiko) que en Persona 5 (Makoto). Es más creíble que terminen siendo amigos los de Persona 4 que los de Persona 5 (es realmente bonito de ver cómo montan un concierto improvisado para ayudar a un amigo). La prima del protagonista es la niña con mejor corazón de toda la historia de los videojuegos. Todas las chicas tienen su lado menos obvio cuando empiezas a conocerlas. Aunque, sí, sus coñas recurrentes son algo más o menos sobado en tantos mangas o animes: los chicos metiéndose en la tienda de las chicas en una acampada, el momento teóricamente humorístico en que las chicas no saben cocinar, el momento teóricamente divertido (ayh) en que los chicos se visten de chicas…
Pero quizás, como tantas veces, uno ve imágenes o videos de Persona 4 y se engaña. Lo cual es gracioso. Ve todo ese amarillo, esa explosión de color en las vestimentas, esa pegadiza banda sonora de pop japonés alegre y vital…y ve lo que quiere ver. El juego, a pesar de las clases, los amoríos, los momentos de humor muy japonés, es terriblemente siniestro. Al fin y al cabo, unos asesinatos podrían tomarse más o menos de forma tontorrona. Pero no. Precisamente esa cotidianeidad, ese pasar días con amigos, estudiando en la biblioteca, cazando bichos o yendo en moto con los amigos, contrasta con lo que discurre por debajo de los protagonistas. No es solo que haya alguien usado un canal mágico de televisión para matar gente, no. Es algo peor. Es algo terrible.
La naturaleza última de todo lo sobrenatural de este juego es una bofetada filosófica. Lo que motiva a los protagonistas es algo sencillo y puro: la búsqueda de la verdad por desagradable que sea. La verdad a todo coste. Y lo que quiera que haya matado a gente y quiera seguir no es exactamente la mentira. Es el querer ver lo que uno quiere ver. Es dejarse llevar por tus deseos para engañarte a ti mismo y ver una realidad distorsionada, que se mezcla con la otra hasta hacerla indistinguible. Es el mezclar la realidad con la ficción y que dé exactamente lo mismo todo: tú ves en una persona a un asesino, a un amante, a un héroe. Y como quieres verlos, terminarás viéndolos así. La verdad para la terrible némesis del juego no es más que un capricho inocente infantil; la madurez implica necesariamente ver lo que quieres ver.
La Verdad (así, en mayúsculas) es dolorosa, no encaja en prácticamente ninguna cabeza. Es algo espantoso que hace daño a todo el mundo. Y la némesis del videojuego se basará en toda esta visión espantosa del mundo para intentar salirse con la suya. Porque, claro, aquí no solo tenemos vida de adolescente y luego matamos monstruos en mazmorras. Hay un asesino al que descubrir. La propia naturaleza de este hará que sea perfectamente posible que acusemos a alguien totalmente inocente… alguien a quien hemos querido ver como asesino y frente al cual no querremos ver más pruebas. Las consecuencias de equivocarnos son de las más depresivas y tristes de la Historia de los Videojuegos. Los finales malos de Persona 4 son muy de pegarse un tiro, como todos los de la franquicia. Y lo son por haber estado horas luchando por un ideal puro y bello junto a un grupo de personajes a los que has terminado cogido cariño para acabar o fallándoles en el momento decisivo o directamente traicionando todo por lo que tanto habéis luchado.
Así, si nos dejamos llevar por lo que queremos ver y no nos importa confundir la realidad con la ficción, el responsable de todo puede salir impune…y la consecuencia es que su depresiva visión del mundo se imponga sobre todo el mundo frente a lo que representa el grupo de protagonistas de Persona 4. Es decir: que son los lazos que estrechamos con el resto de personas los que hacen que la vida valga la pena. Por tontas que sean las razones. La tendencia a huir de la verdad y ver lo que quieres ver no es adulta: es simplemente el camino a la apatía, el miedo, la soledad y el hoyo de la depresión. Es la muerte, o incluso algo peor.
Todo esto se decidirá en el tercio final de Persona 4, que es, en la resolución del caso o en nuestra caída a los infiernos, una auténtica maravilla digna de la mejor Agatha Christie, digno del mejor David Lynch. Deberemos haber estado atentos todo el juego cuando llegue el momento decisivo, en el momento que parece más oscuro posible y cuando todo parece ya perdido. Es ahí cuando, si queremos y podemos, deberemos brillar en la búsqueda de la Verdad frente a la depresión y el conformismo.
En definitiva, no todo está perdido. Ya sabes, todos los días son geniales en el Junes.
Sed felices.