A través de Netflix, nos llega Polizón (Pasajero Inesperado para Latinoamérica), una climática historia de dilemas morales y conflictos éticos con el espacio como trasfondo.
Antes que nada, a hablar del título: en inglés original el filme se titula Stowaway, lo cual, literalmente, se traduce como Polizón y, por tanto, no hay nada que decir del que utilizó Netflix para estrenarla en España. Pero la RAE define al polizón como alguien que viaja o se embarca clandestinamente, lo cual implica intención de ocultamiento que, en este caso, no es tal: lo que encontramos aquí es alguien que, accidentalmente, termina a bordo de una misión espacial y, en ese sentido, Pasajero Inesperado, que es el título para Latinoamérica, parecería ser más acorde a pesar de no respetar la literalidad.
Y ya que hablamos de Netflix, bueno es aclarar que la película no es contenido propio de la plataforma aun cuando se la promocione como tal. Se trata de una coproducción germano-estadounidense dirigida por Joe Penna y salida básicamente de XYZ Studios y Rainmaker, pero distribuida internacionalmente por Netflix, aunque en Canadá, por ejemplo, fue estrenada por Prime Video.
Pero volviendo al título, tanto el español como el latinoamericano parecieran anunciarnos un enésimo reciclaje de Alien con organismo alienígena llegado a bordo para sembrar terror teniendo la soledad del espacio como marco. Nada más lejano… Paso a explicar por qué y no teman spoilers ya que de la trama en sí no cuento más que el tráiler: en todo caso y como corresponde, avisaré cuando los haya sobre el final del artículo.
El pasajero inesperado no procede de otro mundo sino del nuestro y, como antes puntualicé, no está allí por propia voluntad ni, menos aún, en plan de hacer daño. Se trata de un ingeniero que, en momentos previos al despegue de una misión hacia Marte, hacía ajustes en el sistema de eliminación de dióxido de carbono, pero una explosión interna lo dejó en estado de inconsciencia y terminó partiendo hacia el planeta rojo sin enterarse.
La misión de dos años de duración está originalmente integrada por la comandante Marina, la médica Zoe y el biólogo David, los cuales, a poco de despegar, se encuentran con un problema que casi les hace abortar antes de dejar la atmósfera terrestre pero, finalmente y por expresa instrucción desde la base, continúan su curso. Una vez en el espacio, la comandante descubre manchas de sangre y es entonces cuando da con Michael, el técnico antes mencionado. Al igual que en la novela de Alejandro Dumas, los tres mosqueteros terminan siendo cuatro.
La situación excede toda previsión y, en un primer momento, genera crisis en Michael el saber que durante dos años no va a ver a la hermana que tiene a cargo. Poco a poco, logran calmarlo y él mismo ofrece su conocimiento profesional para ayudar en los quehaceres de la nave.
El problema es que quizás no haya lugar para cuatro. En efecto, la falla en el sistema de eliminación está generando un aumento de dióxido de carbono dentro de la nave: el oxígeno, tristemente, no va a alcanzar para todos.
No quiero decir mucho más sobre la trama, pero puedo advertirles que quizás se sientan decepcionados si lo que esperan a partir de allí es un sálvese quien pueda en donde cada uno es enemigo del otro. La lucha, en todo caso, la tienen los protagonistas consigo mismos y, sobre todo, con sus principios: la película es más un drama espacial que una aventura o un thriller, como he leído que por allí se la presenta. Si buscásemos referencia más o menos cercana, podría ser Pasajeros, pero es mucho más angustiante y claustrofóbica.
Aquí no hay que esperar épica sino almas en conflicto y la conciencia se nos retorcerá cuando entremos a pensar qué haríamos en una situación tan extrema. Si alguien cree que ello hace al filme aburrido, está equivocado: la tensión se mantiene de principio a fin y no se debe confundir lentitud con clima, que es lo que aquí abunda.
Los interiores de la nave, los primeros planos o los seguimientos de cámara por los estrechos corredores impregnan a la película, como dijimos, de una agobiante atmósfera de claustrofobia y está claro que no hacen falta alienígenas para hacer una buena historia espacial ni villanos para mantenernos prendidos al suspenso. Filmes como Gravity o Marte son excelentes ejemplos de que, cuando hablamos de espacio exterior, el entorno es ya de por sí lo suficientemente peligroso como para no requerir de villano alguno y ni siquiera se propone terminar con nosotros aun cuando puede hacerlo.
Durante tres cuartas partes de la película, la trama se desarrolla en ambiente reducido, pero el espacio exterior termina apareciendo en su esplendor con escenas fuera de la nave y en gravedad cero.
Ambos escenarios están muy bien manejados y es un punto interesante el que no oigamos, durante las comunicaciones, las voces de quienes están en la Tierra sino solo las de nuestros personajes, lo cual contribuye a aumentar la sensación de aislamiento. En cuanto a la parte técnica, se ve muy sólida, lo mismo que la verosimilitud científica, más allá de algún detalle que menciono más abajo en postdata con aviso de spoiler.
Los cuatro actores se lucen con creces y ello ayuda a sostener un filme que, por sus características, no podría hacerlo de otro modo. Sobresaliente, como siempre, la australiana Toni Collette, de quien nada puede sorprendernos si la hemos visto en Hereditary: su personaje de comandante es, por su posición de mando, quien carga con la mayor parte de las decisiones y también, por ende, con las culpas.
Pero el surcoreano Daniel Dae Kim (Hellboy, Perdidos) está también fantástico como el biólogo atormentado por la posibilidad de, quizás, perder el trabajo de toda su vida para poder salvar a la tripulación. Y lo mismo cabe para Anna Kendrick, quien es la médica del grupo pero también la más firme en sus principios humanitarios. O Shamier Anderson en ese papel de tripulante inesperado y también angustiado que se sabe principal candidato a morir.
Si tuviera que mencionar algún defecto, diría que falta en los personajes una historia previa que hubiera ayudado a conocer mejor sus sueños, motivaciones y frustraciones, así como también decir que a Michael se lo ve algo básico para un ingeniero espacial y que, por momentos, pareciera más bien un campesino a bordo de una nave.
Sacando esas cuestiones, Polizón es una propuesta hipnótica y atrapante aunque, claro, hay que ser consciente de que, si se entra en ella con expectativas equivocadas, se puede terminar decepcionado. Es, digamos, el tipo de filme que se ama o se odia.
Un saludo y sean felices…
POSTDATA SPOILER:
Las tormentas solares tienen una frecuencia bastante espaciada: puede haber una o a lo sumo dos en un lapso de once años. Hay que tener mucha mala suerte para que te toque una en el exacto momento en que estás fuera de la nave desarrollando una tarea clave para la supervivencia de la tripulación…