“El Quinto Elemento” fue una película que en su momento prometía muchísimo antes de estrenarse en 1997. El protagonista iba a ser el mismísimo Bruce Willis, el arte conceptual lo iba a realizar el mismísimo Moebius (aquí teneis un bonito vídeo de 20 minutos subtitulado al castellano de cómo lo hizo), los diseños del vestuario los llevaría a cabo ni más ni menos que Jean-Paul Gaultier. Francia se iba a dejar el dinero que fuera necesario para hacer una superproducción de ciencia-ficción a la altura de las estadounidenses, ibamos a tener a Mila Jovovich de protagonista, etc.
Bruce Willis hizo de John McClane, aunque no estuviera en La Jungla de Cristal y aunque el inicio de la película prometía, conforme avanzaba la cosa uno podía sospechar que se les había ido la mano con las drogas o con cosas muy malas. Lo que empezaba más o menos serio acababa en patochada y charada, sin un hilo que conectara bien el cambio de tono…y no hablaremos de Chris Tucker, no, que entonces deberíamos abrir un blog llamado “Las cosas que nos hacen tener instintos asesinos” (y mi primera entrada sería sobre Jeph Loeb).
Los fantásticos diseños de Moebius, la fotografía, Mila Jovovich y la potencia visual de la película, fueron las cosas que trascendieron y que generaron una división de opiniones muy grande en la crítica. Desde decir que era la peor superproducción nunca hecha, hasta quienes decían que era un nuevo clásico de la ciencia-ficción. Su legado es fundamentalmente visual, que no es poco, pero las sendas del argumento no tenían demasiado pies ni cabeza, con el pecado mortal de tener a Bruce Willis y no aprovecharlo bien. Mucho sabor agridulce para algo que, mirando los elementos por separado, prometía muchísimo y que se fue diluyendo por el desequilibrado argumento. Y es que las películas, cómics, libros o videojuegos no son un añadido de cosas buenas o malas, son un todo que debe ser coherente o tener cierto equilibrio para poder ser considerado un buen producto.
Las distintas fases consistirán en peleas con un sistema muy parecido a los videojuegos de Batman de esta generación. Es decir, que se inspira en uno de los mejores sistemas de pelea. Añade un toque original con la posibilidad de modificar los posibles combos de una manera bastante sencilla. El control es bueno, fácil y fluido.
Además de las peleas, tendremos algunas plataformas en las que iremos de la manita y las fases en las que tendremos que modificar la memoria de alguien para que algún suceso lo recuerde del modo que más nos interese. En el siguiente vídeo podéis ver cómo funciona en el juego:
La parte gráfica es sencillamente espectacular con un diseño de Neo-Paris realmente bonito (1, 2, 3). Influencias de Blade Runner y El Quinto Elemento por todos los lados. Una protagonista mestiza que recuerda a una versión francesa de Alita, Ángel de Combate (es decir, BIEN) o incluso de Faith (BIEN). Una banda sonora rematadamente buena que acompaña perfectamente el tono del juego en cada momento.
Pero claro, los problemas vienen por varios lados. Aunque el argumento tenga buena pinta y pudiera dar para mucho, al final se queda en un cuento simplón, en el cual los dirigentes de la empresa, la fuerza policial o, en general, los adversarios de la protagonista son malos de verdad. Pero malos. Repetid conmigo: MAAALOS. Son malos del tipo de los que van a la taza de váter, no tiran de la cadena y sueltan una carcajada de MALO por lo que acaban de hacer. Son malos auto paródicos sin ningún matiz. Alguno se salva, pero es preocupante la simpleza psicológica de los adversarios. Hablamos de un videojuego de acción, sí, pero para algo más que “los malos hablan y piensan como el Doctor Octopus en los años 60” debería darnos. Y enfrente están los buenos, los erroristas, un grupo de gente alternativa buena que es buena y piensa bien y que sólo mira (bien) por el Pueblo (bueno). Su retórica antitecnológica espanta y su líder es un sujeto con capucha y discurso de quinceañero. Demasiado mascado, demasiado tópico, demasiado simplón para lo que prometía.
Y, aunque las fases de pelea estén bien por inspirarse en el mejor modelo, mucha gente las ha tildado de repetitivas. Al principio, cuando apenas hay combos, lo son. No hay variedad alguna y tiene que transcurrir un rato de juego para empezar a tener variedad en enemigos y técnicas propias, momento en el cual ya las peleas son divertidas. Las peleas con jefes de final de fase entran dentro de lo normal en esta generación, con sus inevitables QTE (es decir, que para rematar a un jefe tienes que quitarle la vida y luego pulsar el botón que te indique la pantalla en el momento preciso). Otro problema es que la dinámica del juego consiste en un pasillo en el que la exploración es prácticamente nula, con señalizaciones en el escenario en las fases de plataformeo para que no te pierdas mucho o te enfades con el juego si mueres cayéndote dos o tres veces seguidas. Las partes de plataformeo son simples tránsitos entre zonas de combate, quitando alguna un poco mejor en la que nos meten más prisa. Y, bueno, las partes de remezclar la memoria de personajes, uno de los puntos fuertes del juego, son muy escasas.
Nunca sabremos qué pasó con este videojuego, que hasta tenía otro nombre y al principio iba a ir de otra cosa. Apuntaba maneras, hasta que llegó Capcom y tras meter mano salió así. Una auténtica pena, ya que la parte de remezcla de recuerdos, el diseño artístico, la banda sonora, las fases de pelea (una vez ha pasado algo de juego) y la protagonista daban para mucho más. Pero, al final, los defectos ya comentados salen más a la luz por lo mal que terminan casando el plataformeo con las peleas, el argumento distópico y tono serio con motivos psicológicos simplones y bobos, el diseño maravilloso artístico del juego con la nula exploración que ofrece. El todo termina devaluando mucho las partes buenas que tiene. No hay equilibrio, una dinámica desequilibra a la otra, el modo de hablar y actuar de “los malos” desequilibra el interesante planteamiento argumental inicial (especial mención a Madame y su “no intentes no desear adorarme“, lucha muy divertida un poco arruinada por frases tan ridículas como esa).
No podemos hablar de un gran videojuego, como no podemos hablar de El Quinto Elemento como una gran película. Posiblemente en un tiempo lo que recuerdes, como mucho, es a Nilin, la protagonista, peleando con la Torre Eiffel de fondo. Lo que no conseguirás será acordarte de qué iba el argumento o qué pasaba además de pelear y remezclar algún recuerdo. Desde luego no me parece mucho peor o mejor que el aplaudidísimo remake de Tomb Raider, aunque se ha llevado muchísimas mejores críticas.
¿Por qué hablar de un juego así en un sitio llamado “Las cosas que nos hacen felices“? Pues por que ha bajado mucho de precio y sin ser un grandísimo videojuego sí consigue entretener dignamente. Y a que por momentos tiene destellos de grandeza, aunque deje un sabor agridulce por todo lo anteriormente comentado. Por lo que pudo ser y no es.
Como dicen en el juego, nos recordaremos pronto. O no.
Nadie se puede quejar del contenido. Estás super documentado. Espero que la gente que lo lea, lo disfrute.
Un saludo
Totalmente de acuerdo. Una pena que cuando una compañía intenta innovar con una nueva IP todo se vaya al traste, porque el mundillo esta falto de historias menos manidas y sobre todo más atrevidas y diferentes.
Aun así, yo el juego lo tengo desde hace un año (me lo regalaron con el plus de Playstation) y espero terminarlo dentro de poco. Si esta muy barato y no se tiene otra cosa resulta entretenido sin mayores pretensiones.
Un saludo.