La guerra es el acto más horrible producto del ser humano. Un pequeño planeta en el que todos podríamos convivir y aprovechar los recursos que obtenemos y, sin embargo, el siglo más “civilizado” de la historia de la humanidad fue el que más muertos acumuló.
De todos los horrores que plagaron el siglo XX, la mayor de ellas fue la II Guerra Mundial, por lo que aconteció durante ella y lo que provocó después.
Pero la guerra, fiel al dualismo innato en el ser humano, es un reflejo de lo peor y lo mejor del ser humano. Como toda catástrofe. Que se lo digan a los energúmenos que incumplen las normas elementales de distancia social durante la pandemia. Que se lo digan a los sanitarios que se dejan la piel día tras día en aras de cumplir su vocación. De salvar vidas.
En este sentido, han existido muchos ángeles de la guarda. Muchos salvadores que usaron su influencia dentro del nazismo para evitar la muerte de víctimas del Holocausto. El más conocido (gracias al cine) es Oskar Schindler. Pero incluso hay un Schindler español (Ángel Sanz Briz, el ángel de Budapest). Y también está Felix Kersten.
Desconocido para gran parte del público, Kersten fue un médico osteópata nacido en Estonia pero afincado en Finlandia y que sirvió como fisioterapeuta privado de Himmler, líder de la SS y fanática mano derecha de Hitler. Ah, y aquejado de una úlcera estomacal que le provocaba dolores crónicos. Ni los benditos ni los malditos se libran de la arbitrariedad de la enfermedad.
Y claro, la habilidad de Kersten para quitarle el dolor le hace obtener una posición de privilegio. El médico es prudente pero inflexible, por lo que declina amablemente su entrada en el nacionalsocialismo pero, a su vez, se convierte en la persona más importante del círculo de confianza de Himmler.
Fiel a sus convicciones, Kersten utiliza su influencia y su “carta blanca” (Himmler le protege de la amenaza del servicio secreto alemán) para curar a Himmler a cambio de salvar la vida de judíos y, de paso, intentar frenar el fanatismo del líder nazi.
Kersten salvó la vida de 60.000 judíos, pero su carácter humilde hizo que otros se llevaran el mérito de sus acciones y, finalmente, lo asociaron a las crueldades de Himmler, lo que le supusieron verdaderas dificultades para seguir ejerciendo en Suecia una vez terminada la guerra.
Esta es la impresionante historia real en la que se basa Kersten, médico de Himmler, cómic de Patrice Perna y Fabien Bedouel que reconstruye con la máxima fidelidad posible estos acontecimientos.
El problema que suele afectar a estas historias es que la trama es tan grande, tan importante que es fácil dejarse llevar por el mostrar sin el toque justo de emotividad. Por poner un ejemplo, La lista de Schindler es una película en la que la emoción tiene su hueco y la ha hecho convertirse en el documento más comercial sobre el Holocausto nazi. En este sentido, Kersten, médico de Himmler, es una historia algo fría en su tono. Se puede desprender la importancia a los grandes momentos que ocurren en el cómic, pero falta ese punto de redundancia necesario para remover nuestro corazón.
El dibujo de Bedouel es magnífico en su recreación del ambiente de la Alemania durante la guerra, así como en la recreación de los rostros y expresiones de los grandes jerifaltes nazis.
La edición en un tomo integral de los dos volúmenes de esta serie a cargo de Ponent Mon es muy buena. El tamaño es algo mayor que un álbum europeo, el libro está encuadernado en cartoné y tanto la impresión como el papel son correctos. Sin embargo, no contiene ningún extra, ni en forma de texto introductorio, ni bocetos o portadas originales. El precio es razonable.
Enlace a Kersten, médico de Himmler.
23 de junio de 1941. Un tren blindado se dirige en la noche al frente oriental. A bordo se encuentra Heinrich Himmler con su guardia y todos los miembros de su servicio.
Durante las sesiones de tratamiento con su médico privado, el Dr. Felix Kersten, Himmler solía confiar, entregando información sobre los planes secretos del Reich. Kersten está comprometido en un trato: como pago, obtiene la liberación de prisioneros de guerra. Pero este pacto con el diablo comienza a intrigar a Heydrich, jefe de la Gestapo y brazo derecho de Himmler, quien ve mal la complicidad de médico y paciente. Sospecha que Kersten es un agente aliado infiltrado. Personaje injustamente olvidado de la Segunda Guerra Mundial, Kersten será el propulsor del “Contrato en nombre de la humanidad”, que salvará la vida de 60.000 judíos encarcelados en los campos de exterminio.
Este integral contiene dos partes: Pacto con el mal y En nombre de la humanidad.
Una reseña muy completa, no conocía esta historia y es increíble que a estas alturas de la vida no hayan sacado una película con dicha narrativa. Me lo apunto para leerlo más adelante!
Muchas gracias por tu comentario! Es de estas historias que, sin duda, merece la pena ser contada.