Planeta sigue apostando por las obras de las editoriales independientes norteamericanas y ahora publica en España el primer volumen de Solo los encontramos cuando están muertos, de Boom! Studios y realizada por Al Ewing en el guion y Simone Di Meo al dibujo. El principal reclamo de este cómic es su guionista ya que el bueno de Al Ewing se ha ganado un puesto en el panteón de los escritores del noveno arte gracias a su magnífica labor en colecciones como El Inmortal Hulk, Guardianes de la Galaxia, SWORD o Loki: Agente de Asgard.
Ewing es un escritor muy dotado que ha demostrado su habilidad dentro de multitud de géneros, pero donde más me ha gustado ha sido cuando ha escrito superhéroes pero con cierto toque de ciencia ficción. En este sentido destacan las dos etapas en las que estuvo al frente de la colección de Ultimates en los años 2016 y 2017. Así que cuando vi que había sacado una colección nueva de creación propia que iba a ser pura ciencia ficción no pude más que alegrarme.
En Solo los encontramos cuando están muertos el guionista nos trae una historia en la que la humanidad sobrevive en un futuro lejano rapiñando los cuerpos sin vida de unos dioses espaciales gigantes que aparecen siempre en un momento y en una locación determinada. Dentro de esta premisa tan interesante, el guionista nos presenta al capitán Malik y su tripulación, que trabajan en una “nave forense” de esas que trocean los cadáveres espaciales bajo la atenta mirada de una autoridad que vela por el cumplimiento de una legislación muy estricta a la hora de repartirse los beneficios derivados del trabajo de los “forenses”.
Malik tiene un plan para poder salir del bucle de trabajo infinito sin apenas beneficios en el que están anclados los de su clase. Hacer un viaje imposible a los confines del cosmos para encontrar a esas deidades cósmicas vivas. Pero hay un problema, Malik esta siempre bajo la atenta mirada de la oficial Paula Richter, una mujer a la que une un trágico pasado.
Ewing plantea una historia con dos pilares, uno, el interesante universo que se nos presenta, en el que se adivina un rico trasfondo que no puede ser más atrayente. Y otro, el loco plan de Malik y saber que pasó para que Richter odie de esa manera a nuestro capitán.
El problema es que el peso de la trama principal es tan importante en la historia que apenas vamos a conocer nada del trasfondo de la misma. Y es una pena, ya que los apuntes que el escritor nos da no pueden ser más interesantes. Pero no vamos a saber de donde salen los cadáveres de los dioses espaciales, o como está organizada la humanidad en ese futuro, más allá de lo típico. A saber, los ricos y poderosos son los que controlan el comercio de los restos de los dioses muertos aplastando bajo su bota a los pobres trabajadores que se esfuerzan por trabajar en los cuerpos divinos con pocas perspectivas de futuro. Es algo demasiado tópico que sólo sirve para reforzar la animadversión que produce desde el principio una Paula Richter obsesionada con Malik y su familia y que además es la representante de esos poderes superiores que no dejan respirar a la gente común. No hace falta ser muy avispado para ver una sucinta crítica social aquí, pero lo malo que, más allá de la propia Richter, no vamos a conocer nada de esa autoridad superior.
Por otro lado, la historia del pasado compartido entre Malik y Richter está muy bien llevada, dosificando la información gracias a los flashback que van salpicando la historia. Al final de este tomo queda muy claro lo que pasó entre ellos y cuales son las cargas que ambos llevan sobre sus hombros por ese pasado trágico compartido. Lo malo es que, al centrarse tanto en Malik y Richter, el resto de los protagonistas quedan un tanto desdibujados, siendo poco más o menos que personajes arquetípicos que solo cumplen el propósito de resultar de apoyo a los protagonistas. Así es complicado empatizar con ellos.
Pero el gran problema de este cómic a mi modo de ver es el dibujo. Simone Di Meo (con Mariasara Miotti ayudándole en tareas de color) tiene un estilo amerimanga que viene muy bien al tono de ciencia ficción del relato. El diseño de personajes es correcto, aunque podría ser un poco mejor ya que sólo Malik tiene un diseño propio realmente atractivo, siendo el resto un poco aburridos. Pero el acabado del apartado artístico no acaba de ser bueno por varias razones. La primera es que el diseño de página de Di Meo intenta ser original y rompedor y acaba siendo más bien confuso y poco claro. Sus encuadres son bastante extraños y casi no podemos ver el interior de las naves. Además, las naves espaciales tampoco tienen un aspecto interesante y se ven un poco raras (atención a los cuchillos que usan para cortar los cadáveres de los dioses espaciales).
Si todo esto pudieran ser pequeños problemas sin importancia, el color y el acabado acaba de rematar para mal el dibujo. El uso de distintos tonos de color para cada protagonista lía bastante y el abuso de brillos y efectos digitales hace que el acabado parezca muy poco natural. Más que personas de carne y hueso, los protagonistas parecen maniquís de plástico que se mueven de manera extraña y que siempre están parados en posturas raras. Cuando ves un dibujo de este cómic puede resultar atractivo, pero cuando se van leyendo las páginas de seguido, todos estos problemas hacen que la parte artística se atragante bastante y resulte muy molesta para seguir el hilo de la historia.
La edición de Planeta de este primer volumen incluye los primeros cinco números de la serie, los cuales conforman el primer arco argumental de la misma. El tomo tiene 152 páginas encuadernadas en tapa dura y se incluye una galería con las cubiertas originales y una breve semblanza de los autores. El precio es de 15,95 euros.
En resumen, Solo los encontramos cuando están muertos presenta una historia atractiva que mantiene el interés tanto por la ambientación futurista y el misterio de los dioses muertos, como por el conflicto que sirve de motor para la relación entre los principales protagonistas. Pero nos deja un regusto amargo ya que lo que nos cuenta nos sabe a poco. A esta impresión no del todo positiva ayuda un apartado artístico que no está a la altura por todos los problemas que ya hemos comentados. Sin embargo, es posible que, en números posteriores, una vez dejado atrás el conflicto entre los principales protagonistas, el tono de ciencia ficción pura y dura coja más peso y nos ofrezca una trama más ambiciosa, pero de momento, se queda un poco descafeinada.