En 1984, el legendario director Wim Wenders realizó una de las películas más impresionantes de todos los tiempos, convertida luego en clásico de culto y en una de las obras más devastadoras sobre el remordimiento y el pasado. Advierto que se vienen SPOILERS de la trama, por lo cual, en caso de que no la hayan visto y no quieran conocer los detalles de la misma, recomiendo pasar directamente al subtítulo “Wim Wenders”.
La película comienza con Travis (Harry Dean Stanton) caminando sin motivo aparente en medio del desierto y buscando simplemente un lugar con agua. Al llegar a un bar se desmaya y despierta en la consulta de un médico, donde, por más que este lo intente, Travis no pronuncia ni una sola palabra. Lo único que consigue es contactar con su hermano Walt (Dean Stockwell), quien, al enterarse de que han encontrado a su hermano queda atónito, pues han pasado cuatro años sin saber nada de él.
Walt viaja desde Los Ángeles hasta Texas. Al llegar a la consulta se entera de que Travis se ha marchado. Sale a buscarlo en coche por la carretera hasta que finalmente lo encuentra, pero este sigue sin decir palabra. Walt intenta llegar a él, pero Travis parece desorientado y desconectado de la realidad. Esa noche, Walt llama a su familia, y nos enteramos de que Travis tiene un hijo que fue acogido por Walt y su mujer después de que él desapareciera, así como de que también tenía una antigua esposa.
Durante el trayecto, Walt se cansa a veces de que Travis no hable en absoluto, pero decide aguantar. Tras un par de días de viaje, Travis dice “París”. Su hermano no lo entiende al principio, pero él le explica que París es un pequeño lugar en Texas donde sus padres se conocieron y es dueño de un terreno.
Finalmente llegan a Los Ángeles, donde Travis aún parece desorientado, aunque habla un poco más. La esposa de Walt se muestra emocionada al verlo, pero Travis no reacciona hasta que ve a su hijo, Hunter, a quien abandonó cuando era muy pequeño y que lo observa desde lejos. En la cena intentan averiguar qué le ocurrió a Travis y por qué se marchó, pero él sigue sin decir nada.
Por la noche, canta una melodía mientras ayuda en la casa y observa la ciudad a la distancia. Ya a la mañana siguiente, decidido, pide a la esposa de Walt ir a recoger a Hunter al colegio y ella acepta encantada, pero el niño no quiere irse con él porque prácticamente no le conoce. Esto afecta a Travis, así que Walt habla con Hunter y le recuerda que, al fin y al cabo, es su padre. Para levantar el ánimo, Walt decide poner viejas grabaciones de sus salidas en familia. Vemos por primera vez a Jane (Nastassja Kinski), la antigua esposa de Travis y madre de Hunter. Los vídeos resultan conmovedores, pues muestran a una familia unida y a un Travis completamente distinto.
Al día siguiente, Travis intenta vestirse, comportarse como lo haría un buen padre y, de nuevo, recoger a Hunter en el colegio. Al verlo así, Hunter se ríe y decide irse con él. Ambos caminan a la par, cada uno por un lado de la calle, pero riendo y conectando de forma más natural, mejorando significativamente su relación. Al llegar a casa, pasan tiempo juntos y hablan sobre su familia y todo lo sucedido.
Por la noche, Walt y su esposa discuten, pues ella teme que Travis quiera irse con Hunter, ya que el niño lleva varios años viviendo con ellos y lo sienten como su propio hijo. Walt le dice que no debe preocuparse y que, al fin y al cabo, son padre e hijo. Travis sigue contemplando la ciudad desde la distancia. La esposa de Walt llega y le habla de Jane y de cómo, después de dejar a Hunter, llamaba para saber de ellos, pero dejó de hacerlo hace un par de años. Lo último que supo es que Jane pidió abrir una cuenta bancaria a nombre de Hunter, donde cada día 5 deposita mensualmente dinero para él.
Travis se siente intrigado y habla con Walt sobre marcharse para encontrarla, ya que el banco desde donde envía el dinero está en Houston. Walt se molesta, ya que Travis nunca le ha contado por qué se separaron ni por qué se marchó realmente. Luego se calma y le dice que no lo detendrá. Travis se lo explica a Hunter y este, al ver la posibilidad de reencontrarse con su madre, decide acompañarlo.
Ambos llegan a la ciudad y esperan en el banco hasta que ella aparezca. Pasan todo el día allí hasta que Hunter la ve y la siguen entonces hasta un edificio. Travis se prepara para verla. Al entrar, descubre que Jane trabaja en un peep-show. Busca durante un buen rato hasta encontrarla en una cabina donde pueden hablar pero no verse. Comienzan a conversar.
Jane no reconoce la voz de Travis. Él habla vagamente sobre sí mismo y lo solo que se siente. Jane, al no estar acostumbrada a que los clientes le cuenten sus problemas, le propone desnudarse, pero él lo rechaza y continúa conversando. Incapaz de mantener la compostura, Travis se marcha y deja a Jane desconcertada.
Al día siguiente, Travis lleva a Hunter a un hotel donde pasan la mañana juntos y después se despide dejándolo en la habitación. Travis vuelve al lugar donde trabaja Jane. Ella aún no le reconoce, pero sí nota que su voz coincide con la del hombre con quien habló el día anterior. Travis empieza a contarle la historia de dos amantes que se conocieron y tuvieron un hijo, pero cuya relación comenzó a desmoronarse.
Travis cuenta cómo el hombre bebía demasiado, dejándose llevar por los celos, convirtiéndose en un controlador. Habla de cómo intentó dejar el alcohol, pero siempre volvía a lo mismo, dañando la relación. Jane se da cuenta de que lo que está contando es en realidad su propia historia. Al entenderlo, se rompe y comienza a llorar; apaga las luces y alcanza a ver a Travis al otro lado del cristal. Jane le habla de cuánto lo echaba de menos, de cómo sabía que se querían profundamente, pero que también se hirieron mutuamente y por eso decidió marcharse.
Travis, afectado por toda la conversación, se despide de Jane no sin antes darle la dirección del hotel donde dejó a Hunter y se marcha. Jane se dirige allí, se reencuentra con Hunter y ambos se abrazan. Mientras tanto, Travis llega a su coche y, sin rumbo, empieza a conducir para no formar parte de la vida de ambos, desapareciendo en la oscuridad.
Wim Wenders
Para empezar, me gustaría mencionar el trabajo que realiza Wim Wenders como director. La historia es sumamente difícil de seguir, ya que está llena de ambigüedades y personajes con los que no es fácil empatizar. Aun así, Wim Wenders, con su magnífica dirección, consigue llevar la historia a un punto donde resulta imposible para el espectador no conectar con ella.
Cada plano de la película está pensado para representar algo más allá de lo que se ve en pantalla. La película comienza con un plano general que podría parecer simplemente destinado a mostrar la localización, pero Wenders le otorga otro significado, de modo que a través de él entendemos la conciencia de Travis y cómo se encuentra profundamente solo y sin rumbo en su vida.
Wenders logra conectar todo de manera espectacular: las acciones, la música, el color…, todo está relacionado entre sí y con un único propósito: contar aquello que los personajes no son capaces de expresar. El misterio de la cinta reside en que nadie sabe realmente qué pasó entre Travis y Jane; todos suponen algo, pero nadie lo sabe con certeza. A través de planos, movimientos de cámara y de todo el diseño de arte comprendemos la situación de cada personaje y cómo el pasado de cada uno afecta a su presente. Es un trabajo excepcional por donde se mire; cada elemento de su dirección es colosal y cada detalle suma a la película.
Actuaciones
Todos los personajes de la cinta son muy diferentes entre sí y, aun así, logran convivir en los mismos espacios. Esto es en parte gracias a sus grandiosas interpretaciones. Harry Dean Stanton ofrece una de las mejores actuaciones para representar la soledad y la nostalgia. Es un trabajo sobrio, sin grandes estallidos emocionales ni momentos de clímax diseñados para el lucimiento. En cambio, a través de miradas, gestos y leves sonrisas, entendemos los cambios que experimenta su personaje a lo largo de toda la película.
El resto del reparto realiza un trabajo igualmente notable. Destaca Dean Stockwell, que ofrece una interpretación conmovedora de alguien que, sin quererlo, quedó en medio de una separación familiar. Hunter Carson, a pesar de su corta edad durante el rodaje, da también una actuación magnífica: muestra resentimiento al principio, pero pasa luego por distintas emociones y llega al amor hacia sus padres. Es una interpretación muy conmovedora que, con su sola presencia, hace que la historia se sienta más viva y con un propósito más claro.
Nastassja Kinski, aunque tiene menos tiempo en pantalla que los demás, aprovecha cada minuto y se convierte en una de las partes más memorables de la película. Durante gran parte de la cinta sabemos lo que otros personajes opinan y piensan de ella, solo para que, cuando llegue su momento, su propia voz sea única y completamente distinta a lo que imaginábamos. En Jane vemos inicialmente inocencia, pero después una profunda tristeza: comprendemos cuánto echó de menos a Travis, cuánto le dolió abandonar a su hijo y cómo tuvo que lidiar largo tiempo con la sensación de estar reprimida y sin libertad. Es un personaje muy complejo del cual, tanto por sus gestos como por su tono de voz, entendemos lo que ocurre en su interior.
Uso del color
El color es parte fundamental de la cinta, no solo como acompañamiento, sino como elemento que ayuda realmente a comprender la historia. Durante todo el primer acto, el color rojo está presente, aunque nunca llega a dominar la imagen: aparece siempre acompañando a Travis, como en su gorra o en elementos del motel donde se hospedan. El rojo refleja el pasado de Travis y cómo, aunque haya escapado y vagado sin rumbo, no ha podido huir del mismo. A medida que avanza la película, el rojo se intensifica hasta llegar al último acto, donde la primera vez que vemos a Jane está en un coche rojo y Travis lleva una camisa roja, simbolizando cómo ambos siguen marcados por su pasado y cómo su historia y su amor los conducen al reencuentro.
El amarillo simboliza la conexión entre los personajes. Cuando Walt encuentra a Travis y viajan por el desierto, este color aparece en distintos lugares donde ambos se detienen. Pero el momento más importante de dicho color es cuando Travis recoge a Hunter y caminan juntos: le vemos con una camisa amarilla que simboliza el haber logrado establecer un vínculo con su padre después de sentirse abandonado.
Por último, el color verde representa la intención de Travis de deshacer sus errores. Lo vemos por primera vez cuando el doctor contacta con Walt, mostrando que debe arreglar primero los problemas con su familia directa. No es un verde esperanzador, sino uno con una tonalidad invasiva. Al final de la cinta, cuando Travis ha reunido a Jane con Hunter, la ventana del lugar donde están iluminados es verde, simbolizando que madre e hijo pueden estar juntos como familia. Pero, al mismo tiempo, señala cómo Travis no ha logrado enmendarlo todo. Por eso decide marcharse, alejándose del verde, cumpliendo con su deber familiar y yéndose hacia la oscuridad sin intención de regresar.
La escena de la cabina
La escena de la cabina me parece la mejor de toda la película, ya que es la culminación de todos los hechos que la preceden. En ella vemos a Travis, por fin, abrirse y mostrarse vulnerable, enfrentándose a todo lo que hizo en el pasado. Admite y expresa sus errores y, aunque sea tarde para reparar, lo hace para mejorar las relaciones entre los demás. Entiende que quizá él no sea una buena persona, pero su hijo y su exmujer sí, y merecen la oportunidad de ser felices.
Jane, por su parte, también expresa cómo cometió errores y cómo no está libre de culpa. Habla de cómo la espera y el olvido la dejaron profundamente triste y de cómo se sintió insuficiente para ser madre, razón por la cual decidió dejar a Hunter con Walt y dedicarse a añorarlos cada día.
Ambos personajes exponen sus arrepentimientos, dejando al descubierto su parte más vulnerable, solo para darse cuenta de que todo ello proviene del amor que se tenían; un amor tan profundo que su separación los dejó destrozados y sin propósito. Esto hace la escena aún más devastadora, ya que no solo observamos lo que es, sino también todo lo que pudo haber sido.
El mensaje
Paris, Texas es una cinta quizá poco convencional, donde la historia puede sentirse lenta y muchas veces sin aparente propósito. Pero, al juntar todos los elementos que la componen, entendemos que es un relato desgarrador sobre el peso del pasado y la incapacidad de avanzar en la vida.
Literal y metafóricamente, no soltar los errores del pasado puede ser como caminar sin rumbo y estar perdido. Paris, Texas, con sus personajes increíblemente bien construidos, logra ser una de las películas más sentimentales y devastadoras de la historia, dejando momentos que se han inmortalizado en la historia del cine.
Paris, Texas dejó una huella imborrable en el cine, siendo considerada una de las mejores películas jamás realizadas y convirtiéndose en un clásico sobre cómo el pasado pesa, pero nunca es tarde para intentar enmendarlo.










