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¿Recordando tiempos mejores? Los X-Men de Joe Casey: sexo, drogas y rock and pop

A los fans de los X-Men se nos llena la boca hablando de los gloriosos años de Chris Claremont y reivindicando a Grant Morrison como el no va más de la modernidad en cuanto a mutantes se refiere. También los hay que despotrican / despotricamos de Brian Michael Bendis y su narrativa descompresiva al tiempo que le atribuimos todos los males de la Marvel actual,  aunque la realidad es que, para bien o para mal, su nombre ya esta ligado para siempre a los X-Men, al igual que muchos otros que le precedieron y otros que vendrán después. Hoy vamos a fijarnos en uno de esos nombres que se ocuparon de los mutantes, hace ya la friolera de 15 años. Hoy hablaremos de La Patrulla X de Joe Casey.

Joe Casey
Si, ese soy. ¿Qué pasa?

Joe Casey llegó a Uncanny X-Men en el número 394 USA, precedido de grandes expectativas. Venía avalado por su trabajo en los WildC.A.T.S. de Image pero, por desgracia para todos, le toco bailar con la más fea. O mejor habría que decir que en Marvel lo crucificaron entre dos ladrones. Mientras Casey llegaba a la colección más longeva de los mutantes, a su izquierda, Grant Morrison llegaba a X-Men poniéndolo todo patas arriba, incluido el título, que pasaría a ser New X-Men con un logo diseñado por él mismo que se leía igual al derecho que al revés, arriba que abajo. No se podía ser más moderno.

Mientras Morrison impregnaba los X-Men de modernidad, cuero negro y cuerpos andróginos con la ayuda de Frank Quitely y su habilidad para dibujar todos los rostros iguales, ya sea Emma Frost que Lobezno, a la derecha de Casey teníamos a Chris Claremont y Salvador Larroca en X-treme X-Men, rezumando clasicismo por todas las viñetas, aplicando color directamente y haciendo que los fans de Claremont aplaudiesen con las orejas porque parecía que el sumo sacerdote había vuelto por sus fueros. Con semejantes compañeros de viaje, Joe Casey lo tenía complicado para llegar y convencer, por no decir imposible.

El Uncanny X-Men #394 prometía mucho. Bastaba con ver la portada, donde Logan y Jean Grey se morreaban de lo lindo en pose provocativa. Pero la cosa no pasó de ahí y resultó un número auto-conclusivo, con un mutante ni-ni que para celebrar su dieciocho cumpleaños pretendía ser Magneto, atacando la Ciudadela de Cabo Blanco en pleno ataque de ansiedad post-adolescente. Y sí, Logan y Jean Grey se besaban pero todo en el plano subconsciente y la cosa no pasó a mayores, quizás porque Morrison ya tenía planes para ellos.

Poptopía

Los siguientes cuatro números no resultaron mucho mejores. Casey inicia la saga Poptopía y empieza a configurar su alineación de la Patrulla X con los mutantes que Morrison iba dejando de lado. Descartados los pesos pesados, Casey convierte a Warren Worthintong, alias Arcángel, en el líder del equipo, apoyado por un Rondador Nocturno con alzacuellos, Bobby Drake, a.k.a. El Hombre de Hielo, Jonothon Starmore / Cámara y la aparición del ubicuo Lobezno en el tercer número de la saga para animar el cotarro. La historia de Poptopía avanza de aquella manera, por un lado con Cámara liándose con una Britney Spears que busca mantenerse en el candelero gracias a sus amoríos con un mutante al que le falta media cara y no puede besar en condiciones pero que, como dice ella, puede hacer “otras cosas”; por el otro con el resto del equipo intentando rescatar a unos Morlocks ingleses de otra Masacre Mutante, perpetrada en esta ocasión por un racista genocida apodado Don Limpio (no os riáis que va en serio, por lo menos en España lo tradujeron así ya que el nombre original era Mr. Clean).

Don Limpio
Don Limpio en plena faena

Lo mejor de Poptopia fueron las portadas y los toques de crítica social con los que Casey impregnaba la historia: críticas a la moda, a lo efímero de la fama, al poder, a la sociedad y a todo lo que se movía. Se asoma algo de sexo en la relación entre Cámara y Sugar Kane, la cantante con la que se lía, aunque tampoco esperéis que aquello fuese el Playboy. Sin embargo ya era más de lo que tuvimos en la etapa anterior. Para eso, Casey traslada a los mutantes a Europa, en concreto a Londres, no sabemos si porque se supone que en el ambiente bohemio del Soho londinense son más abiertos de miras o porque si dejaba a sus mutantes en New York se iba a dar de morros con las tramas de Morrison en New X-Men. Personalmente me inclino más por lo segundo que por lo primero porque Claremont tampoco quiso saber mucho de lo que acontecía en la Escuela de Xavier para Jóvenes Talentos y se marchó a España y de allí a Australia con Tormenta y compañía. Estos toques de crítica social, de querer remover las aletargadas consciencias de los x-fans, largo tiempo dormidas por las parrafadas pretenciosas de Scott Lobdell, se repetirían a lo largo de todo su etapa, al igual que enmarcar sus historias en otros escenarios europeos, como París o Alemania.

Nos vamos de putas

Bienvenidos al Rancho-X

Que sí, que era verdad. En el siguiente número descubrimos que Arcángel había invertido su dinero, sin saberlo, en algo llamado El Rancho X, situado en Nevada, por allí por donde Las Vegas, y que esa X no era sólo de mutante. Ya os podéis imaginar la que se lió en aquella época y eso que no había rr.ss. en las que desahogarse a gusto. Decididos a descubrir que era aquello del Rancho X (desde luego, a estos chicos había que explicárselo todo) Arcángel y compañía se dirigen allí solo para descubrir que el puticlub mutante era atacado por la Iglesia de la Humanidad, un grupo de fanáticos extremistas que habían patrocinado a Don Limpio. El arco argumental se extiende desde Uncanny X-Men #399 USA al #400 USA, donde tenemos un auténtico festival de dibujantes y estilos que no acaban de cuajar del todo. Tiene páginas interesantes e incluso resulta un número entretenido pero desde luego no era lo que merecía un número significativo como el 400 USA.

Del Rancho X, Casey se trae a un nuevo miembro de la Patrulla-X. Se trata de Stacy-X, por lo de mutante y por su anterior oficio, que ejercía de forma magistral gracias al control de feromonas y de cambios químicos en los cuerpos. Como curiosidad, el que disfruta de sus servicios resulta ser El Hombre de Hielo, quien hace pocos años que ha salido del armario, en una de las mayores incoherencias de la historia de los cómics.

Stacy X y La Mole tras pasar por sus manos

Baile de dibujantes

Antes de comentar el siguiente arco argumental toca hablar de los dibujantes que acompañaron a Joe Casey en su etapa. El primero fue Ian Churchill, quien se ocupa del Uncanny X-Men 394, 395 y 396. Churchill mantiene un buen nivel pero fue incapaz de continuar en los siguientes números, que pasan a manos de Sean Phillips, un buen dibujante mucho más adecuado para otro tipo de historias, como Criminal o Hellblazer  pero no para ocuparse de un grupo de superhéroes con uniformes de colores, aunque en esta etapa visten el cuero negro de las películas. Esta variedad en la parte gráfica perjudica notablemente la etapa de Casey y más si la comparamos con sus coeténeos. En X-treme X-Men, Salvador Larroca entrega semana sí y semana también; en New X-Men predomina Quitely, sustituido por Ethan Van Scyver e Igor Korday en algunos números (los números de Korday resultan horrorosos pero el pobre hombre debía entregar sus páginas a toda prisa para suplir la lentitud de Quitely) y posteriormente por Phil Jiménez, Chris Bachallo y Mark Silvestri.

El paroxismo llega en el Uncanny X-Men 400 USA, donde tenemos hasta cinco dibujantes ocupándose del número: Sean Phillips, Cully Hamner, Ashley Woods, Eddie Campbell y Javier Pulido. Conscientes de que había que darle algo de estabilidad a la serie, en el siguiente número llegaría un Ron Garney con aires más superheroícos, iniciando una saga que se prolongaría durante cinco números. Sin embargo, dicho dibujante no aguantaría más de dos números y finalmente seria reemplazado por Aaron Lopresti y Sean Phillips, quien de forma definitiva se haría cargo del resto de la etapa de Joe Casey.

uncanny400
Portada doble del Unccany X-Men 400 USA

Fascistas X

En el Uncanny X-Men 401 USA se inicia la saga de los X-Corps con una portada espectacular de Ron Garney que daba esperanzas a los fans. El número pertenece al evento Nuff Said!, un mes donde todos los números editados por La casa de las ideas eran mudos. No deja de resultar una paradoja que el protagonista sea Banshee, quien rompe el logo con un grito mudo en una de las mejores portadas de la serie. Aunque es un número sin texto se entiende perfectamente, destacando la pulla que le mete Casey al entonces presidente de los USA, Bill Clinton, a quien le atribuye de forma explícita una aventura con Stacy-X que pasó algo desapercibida en medio del caos de la serie. Y es que a estas alturas a Casey ya le llovían palos de por todos lados y los fans casi le habían dado la espalda, entusiasmados con la etapa de Morrison en la serie hermana.

En la saga que se inicia en el número 401 USA, Banshee monta su propia policía mutante, encargada de contener a todos los mutantes malvados que rondan por Europa, aunque para ello deba recurrir a esos propios mutantes malvados, como Mole o Avalancha. A lo largo de los cinco números de la saga, Casey monta una historia de intriga y tensión que a ratos resulta algo confusa. No es hasta el último número donde se aclara toda y las piezas encajan en su sitio, aunque para llegar hasta él había que tener algo de aguante. Reincide en los aspectos políticos y sociales que ya había apuntado en Poptopía, cuestionando la legitimidad de los X-Corps de Banshee, sus métodos y enfrentándolos a un grupo reivindicativo de los derechos de la humanidad. El resultado final es entretenido, por encima de lo que había venido ofreciendo la etapa hasta ahora. Sin embargo no sirve para remontar la valoración de Casey entre los fans, al que le quedan pocos números para cerrar su etapa.

Drogas, sexo y rocktopia

Tan sólo tres números quedan para terminar la estancia de Joe Casey en Uncanny X-Men, del 407 al 409, estando acompañado por Sean Phillips en los lápices. Consciente de que la cosa se acaba, Casey va cerrando la trama de la Iglesia de la Humanidad, al mismo tiempo que convierte al Desvanecedor, un villano de cuarta fila de los tiempos de Stan Lee, en traficante de drogas y a Stacy-X en protagonista de los últimos números, al ir tirando los tejos y algo más a los residentes de la Mansión X.

Tras su último número, titulado sarcásticamente Rocktopia, parte 8 de 5, la serie quedará en manos de Chuck Austen y Ron Garney, mucho más superheroicos, mucho más convencionales y mucho menos interesantes.

Balance final

¿Por qué dedicamos un post a la etapa de Joe Casey en los X-Men? Pues porque se lo merece. Se trata de una etapa casi desconocida para los lectores que se sumaron a los X-Men en números posteriores y muy ignorada por los fans de toda la vida, que prefieren hablar de la etapa de Morrison, de Claremont o de los X-Men de Joss Whedon que llegaron poco después. Las propuestas de Casey fueron más revolucionarias que muchas de las que le precedieron y que muchas que vendrían después. Intentó hacer algo diferente y tratar temas que normalmente se obvian o se tratan de puntillas en el cómic mainstream. Otra cosa es que esos planteamientos tuviesen un buen desarrollo y cuajasen en algo significativo. Gran parte de la crítica señalaba que Casey buscaba más el morbo, el vender cómics por los titulares que ser verdaderamente revolucionario.

Casey también se vio lastrado por los planteamientos de Morrison. Así, tuvo que lidiar con los uniformes de cuero negro y con la proliferación de mutantes por todo el mundo. Además tuvo que limitarse a usar aquellos personajes descartados por Morrison por lo que nos quedamos con las ganas de saber que habría hecho si hubiese podido disponer de pesos pesados como Cíclope, Jean Grey o el Profesor Xavier, que en su serie brillan por su ausencia, excepto en el primer número. Pero pese a todos sus altibajos, pese a su propuesta algo fallida y a sus números iniciales dubitativos, se trata de una etapa que puede ser disfrutada y que no ha envejecido tan mal como esperábamos. Los números que la conforman dan mucho más de sí que toda la etapa de Brian Michael Bendis entera. Os animo a descubrirla, esos sí, si podéis encontrarla porque no ha sido reeditada y dudo mucho que lo sea alguna vez. Un saludo, sed felices y leed mucho.

Pedro Pérez S.
Pedro Pérez S.
Aficionado también al cine, las series de televisión, la literatura fantástica y de ciencia ficción, a la comida, la cerveza y a todas las pequeñas cosas que nos hacen felices.
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4 COMENTARIOS

  1. Creo que es la primera vez que veo un artículo extenso y bien escrito sobre la etapa de Casey entre los mutantes que se no limita a reciclar argumentos ni a tirar las mismas piedras que ya tiraron los críticos de esa época.

    Para mí es una de las etapas más infravaloradas y que no se mereció muchos de los palos que se llevó, porque me parece que arriesgó todo lo que le dejaron con la plantilla de personajes que tenía disponibles y dentro de los márgenes establecidos por las directrices de Morrison. Yo la disfruté mucho leyéndola en grapa a toro pasado (como siempre), y entre lo que vino después (esa etapa de Austen, que no deja de ser un placer culpable para mí) y viendo cómo Claremont empezó muy bien en X-treme (o al menos, muy entretenido) y luego fue degenerando malamente, pues oye, que ni tan mal.

    • Gracias por el comentario, Serhg. Coincidimos en la opinión. Releí la etapa recientemente y decidí ponerme con el artículo porque las sensaciones fueron mejores de lo que esperaba. Como dices, está infravalorada. Creo que muchos aficionados recientes a los mutantes incluso la desconocen. me alegro de que te haya gustado el artículo. Un saludo.

      • Muy buenas, con motivo del confinamiento,la verdad estoy releyendo muchos cómics de la Patrulla x….y esta etapa, que en su día la pasé casi desapercibida,…creo que prestabamos más atención a la patrulla de Morrison…pues no está mal, y más así leída a toro pasado y seguida..no esperando mes a mes…cómo bien comentas aporto varias cosas interesantes…..luego llegó Austen y madre mía ,esa etapa para mí la peor de toda la historia de la patrulla, insufrible pufff….y el arte gráfico de muchos números mejor ni hablo…Un saludo!

        • Hola Eloy. La verdad es que la etapa no estaba nada mal. Eso se da siempre: despotricamos de etapas y autores en el momento y pasado el tiempo nos damos cuenta de que no era para tanto. Y al revés. Saludos y gracias por leernos.

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