A los 73 años y en su rancho de Santa Barbara, California, nos dejó Olivia Newton-John, quien con sus canciones e icónicos papeles en películas como Grease o Xanadu, marcó a fuego las décadas de los setenta y ochenta. Y nos enamoró a todos…
Tenía un ángel especial, una dulce voz y una sonrisa fácil. A pesar de que para todos fuera australiana, Olivia Newton-John había nacido en Cambridge, Reino Unido, un 26 de septiembre de 1948, pero desde los cinco años residió con su familia en Australia donde pasaría su infancia y adolescencia. De padre galés y madre judía alemana, su abuelo materno fue el gran físico Max Born, Premio Nobel en 1954.
Inició su carrera en la canción en 1971, pero su gran despegue tuvo lugar cuando en 1974 representó al Reino Unido en el Festival de Eurovision donde, sin embargo, no ganó (los ganadores fueron unos tales ABBA con una cancioncilla llamada Waterloo).
Al año siguiente tuvo sus primeros éxitos en Estados Unidos, país hacia el cual trasladó su lugar de residencia. De rostro angelical y registro vocal dulce, conquistó rápidamente el mercado y ello la llevó a participar en el filme Grease, del año 1978 y dirigido por Randal Kleiser, que adaptaba a la pantalla el musical homónimo de Jim Jacobs y Warren Casey teniendo tanto a ella como a John Travolta en los roles principales.
Ambientado el mismo en los años cincuenta, Olivia daba allí vida a la inocente Sandy Olsson y quedaría en el recuerdo interpretando el tema You’re the One that I want, exitazo total que fue número uno en ventas de singles tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido y en el cual, justamente, la acompañaba a dúo el propio Travolta.
Ese mismo año batió récords de rating con su especial Olivia que, emitido por ABC, tuvo como invitados de lujo a los ya mencionados ABBA y Andy Gibb, quien también había participado en la banda sonora de Grease.
El cine volvería a convocarla para Xanadu, película de 1980 dirigida por Robert Greenwald en la cual, compartiendo cartel nada menos que con el legendario Gene Kelly, interpretaba a una musa del Olimpo. El filme no funcionó bien en taquilla pero paradójicamente la banda sonora fue todo un suceso y en ella Olivia tuvo peso con dos canciones de éxito, como fueron Magic y, junto con la Electric Light Orchestra, la que da título a la película y que fue nuevamente número uno a ambos lados del Atlántico.
Al año siguiente volvería a repetir cartel junto a John Travolta en el filme Tal para Cual que, dirigido por John Herzfeld, siguió el sino del anterior: floja taquilla pero banda sonora exitosa. Randal Kleiser, quien ya la había dirigido en Grease, volvió a convocarla en 1996 para Fiesta de Despedida, película de temática gay atravesada por el drama del SIDA. Su última aparición cinematográfica relevante tuvo lugar en la comedia británica-australiana ¿Qué pasó con la Boda? (Stephan Elliott, 2011).
En el mundo de la canción ganó cuatro premios Grammy y, además, el single Physical, de 1981, se mantuvo diez semanas al tope de las listas de ventas en Estados Unidos y sigue siendo al día de hoy uno de los cinco más vendidos en la historia de la industria discográfica británica. Alguien dijo alguna vez que los grandes no siguen modas, sino que las crean y luego de aparecer en el videoclip de dicha canción luciendo ropa de gimnasia y cinta en la cabeza, el look de Olivia fue adoptado rápidamente por muchas y pasó a ser ícono de la década.
Además fue conocida por su activismo: en 1978 canceló una gira por Japón en protesta porque dicho país autorizaba la matanza de delfines y su decisión tomó tal estado público que hizo al gobierno japonés investigar y revisar el tema. También participó en 1979 del famoso Concierto por Unicef que, con fines benéficos y en el Año Internacional del Niño, fue transmitido con éxito para todo el mundo con estrellas como Rod Stewart, Donna Summer, los Bee Gees y, una vez más, ABBA.
Pero el destino quiso que la causa que más la terminara identificando fuera el cáncer, cuando en 1991 se convirtió en la portavoz de una fundación para niños con tal enfermedad luego de que, con solo cuatro años de edad, muriera la hija de una familia amiga. Y como si fuera una siniestra ironía, al otro año la fatídica enfermedad le llegó a ella, pues le fue diagnosticado cáncer de mama en un día para olvidar ya que, casi al mismo tiempo, se enteraba de la muerte de su padre.
Y la vida la seguiría golpeando: en 1995 su pareja Patrick McDermott desapareció misteriosamente con un buque de pesca en las cercanías de California, desconociéndose durante años su paradero hasta que, según se supo, estaba al parecer viviendo en México con una nueva pareja.
Durante treinta años dio lucha sin cuartel contra la enfermedad e inclusive perdió en 2013 y por un tumor cerebral a su propia hermana, la actriz y modelo Rona Newton-John en el mismo día en que (otra infortunada coincidencia) cumplía años la madre de ambas. Avances y retrocesos se fueron dando en su salud hasta que en 2017 recibió la noticia de que el cáncer le había hecho metástasis y a partir de allí solo desmejoraría hasta que ayer y contando 73 años de edad, nos dieran la triste noticia…
“Olivia Newton-John falleció pacíficamente esta mañana en su rancho del sur de California, rodeada de familiares y amigos – informó por las redes sociales su esposo John Easterling -. Les pedimos a todos que respeten la privacidad de la familia durante este momento tan difícil”.
Uno de los más sentidos mensajes lo dejó John Travolta: “Mi queridísima Olivia, hiciste que nuestras vidas fueran mucho mejores. Tu impacto fue increíble. Te quiero mucho. Nos veremos en el camino y estaremos todos juntos de nuevo. Tuyo y para siempre desde el primer momento en que te vi. Tu Danny, tu John”, expresó haciendo referencia al nombre del personaje que él interpretó en Grease.
No puede haber mejores palabras, por cierto. Nos quedan sus canciones, sus papeles icónicos, su fuerza para seguir adelante en la adversidad, su adhesión a las causas justas, su permanente sonrisa. “Tienes que creer que somos mágicos” cantaba en la letra de Magic. No lo sabemos, Olivia, pero tú sí lo eras y la magia te la has llevado contigo.
Hasta siempre y gracias por todo. Quizás realmente fueras una musa y hayas regresado al Olimpo…