A una sola entrega del parón de mitad de temporada, analizamos un nuevo episodio de Outlander, séptimo de la séptima y su título, como el libro que está escribiendo Roger, es Una Guía Práctica para Viajeros del Tiempo. La serie, creada por Ronald D. Moore y basada en la exitosa saga de novelas de Diana Gabaldon, es emitida por Starz y puede ser vista en España por Movistar+ y en Latinoamérica por Star+.
Hola otra vez, forasteros y viajeros del tiempo. Nuevamente aquí para analizar otra entrega de Outlander, en este caso séptima de la séptima temporada y penúltima antes del parón de mitad de la misma. La historia sigue discurriendo en líneas temporales separadas, pero la gran particularidad es que este es un episodio (creo que el primero) en que ni Claire ni Jamie tienen participación destacada, sino que el protagonismo es cedido casi por completo a sus hijos, cualquiera sea la época en que se hallen.
Pasemos ya mismo a analizarlo, no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos.
Visitas en Lallybroch
Comenzamos en el siglo XX con una de las cartas de Claire, en la cual, fechada en 1777, le cuenta a Brianna que ha estado prisionera en Ticonderoga y se ha encontrado con su hermano, lo cual le hizo pensar en lo mucho que la extraña.
En cuanto a Roger, lo habíamos dejado golpeando al Nuckelavee o, mejor dicho, a Buck Mackenzie. Por qué sus hijos veían en este a un demonio mitológico es un gran misterio, ya que luce más bien luce como un pordiosero.
Pasada la primera reacción, Roger quiere saber cómo llegó a 1980 y Buck le pone al tanto de que quedó muy mal económicamente después de Alamance y migró de regreso a Escocia por una oportunidad laboral. Pero ya sabemos que Outlander es la serie de las casualidades y no tuvo mejor idea que pasar cerca del círculo de piedras y, tras oír un ruido extraño, acabó en medio de un mundo de carros rugientes en el cual desde entonces vive en la indigencia como vagabundo.
Roger quiere saber cómo y por qué llegó a Lallybroch: no es para menos tratándose de quien, por muy antepasado que sea, pusiera en algún momento una soga a su cuello. Buck cuenta que le siguió tras verle en Inverness (más casualidades) porque sintió que solo ellos podían ayudarle a entender ese mundo y regresar al suyo.
Le dan de comer y se le nota largamente hambriento, aunque se queja de que el pan lacteado se le pega al paladar. Le ponen al tanto de su situación de viajero temporal y le llaman la atención sobre la ausencia de gema en su anillo, lo que evidencia que el portal la ha consumido y no puede regresar a su época sin otra.
Él cuenta haber dejado en 1778 a su mujer e hijo, más otro en camino. Se sorprende de que el de ellos se llame igual que el suyo y Roger le deja anonadado contándole del parentesco: el nombre Jeremiah se viene repitiendo en la familia y él es su tataranieto…
Mientras Buck no sale de su asombro, Roger se dirige a consultar el árbol genealógico y encuentra un dato impactante: su huésped aparece fallecido en 1778. Es posible que se le diera por muerto al desaparecer, pero también que regrese a su época y por alguna razón acabe muriendo en poco tiempo…
Cerca de Saratoga
En el siglo XVIII, todo se apronta para el combate y Jamie ya está integrado al batallón de fusileros, vestido incluso a la usanza de ellos: cuesta verle en modo Davy Crockett mientras se despide de Claire, pero ya no volvemos a saber de él en el resto del capítulo porque los protagonistas del mismo, como hemos dicho, son sus hijos y sobre todo William, alistado con las fuerzas británicas en cercanías de Saratoga.
Se espera allí la llegada del general Howe para sumarse a una contraofensiva letal contra los revolucionarios pero, finalmente, este decide desviarse a Filadelfia con lo que les deja en soledad ante un eventual choque con los rebeldes americanos.
Los altos mandos pretenden que William lleve un mensaje acerca de una maniobra de distracción (todos a coro: “¡no otra vez!”), pero no parece interesado en repetir historias (gracias) y manifiesta sentirse más útil en el campo de batalla. Comunica entonces a sus superiores su deseo de permanecer allí y ellos acceden: por qué, no sé…
Más Visitas
Mientras se ponen al tanto mutuamente de las novedades con el recién llegado, llega a casa de los Mackenzie una visita más molesta que cualquier tía lejana y es Rob Cameron (Chris Fulton), a quien Roger no tuvo mejor idea que invitar a cenar sin prever que caería sin aviso (en su favor: no había teléfonos móviles en 1980).
Ocultando a Buck para no dar explicaciones, lo reciben buscando disimular lo inoportuno del momento. Rob les pone al corriente de que está separado y pareciera con ello arrastrarle el ala a Brianna, con la se muestra por demás simpático y, en definitiva, por algo estará allí: ya veremos que es pista falsa…
Cuenta que uno de sus hijos está en Francia y ella dice entender perfectamente lo que es estar separado de los seres queridos. Cuando se va, se ofrece a llevar a Jeremiah al cine junto a su sobrino y después a una pijamada en casa de su hermana, todo lo cual, insólitamente, los Mackenzie aceptan como si le conocieran de toda la vida.
Una vez que se ha marchado, no hallan a Buck donde lo dejaron y entran en alarma por los niños, pero los encuentran mirando tranquilamente televisión junto a él, con Jeremiah enseñándole lo que es un astronauta. Parecen llevarse bien, pero no sé si siendo padre saldría de la habitación dejándoles con quien estuvo a punto de ahorcarme. El justificativo de Roger es que ha dejado de ser un peligro porque ahora sabe que es de la familia (?)…
Enviamos Hombres a la Batalla…
Mientras se aprestan para el combate, William habla con su amigo, el teniente Hammond, y le confiesa su amor por Rachel Hunter. No sabemos si él llega a escucharlo, porque recibe un disparo en la cabeza y cae inerte ante la consternada mirada de William que, enfurecido, sale al campo de batalla atacando a diestra y siniestra mientras su rostro, bañado en la sangre de sus enemigos, se comprime en un rictus de rabia y venganza…
Los británicos ganan la acción, pero William no cabe en su dolor: se enfurece con quienes sepultan a los muertos por no hacerlo demasiado profundo y hasta se pone a trabajar con ellos; presencia después cómo sus colegas celebran la victoria, pero su rostro revela con claridad que no encuentra motivo de celebración…
“Enviamos hombres a la batalla, pero esos hombres no regresan”, dice en tono de sentencia su general, citando a Esquilo y anticipándole que a partir de ahora será un hombre diferente. “Y a casa, para reclamar su bienvenida, llegan sus cenizas en una urna” remata completando la cita William cuando el general se retira…
El “Hombre Malo”
Roger dice no poder llevar a Buck a su trabajo en el colegio y tiene lógica, por lo que sugiere que Brianna lo lleve al suyo (????). En efecto y munido de casco y ropa de la compañía, ella lo lleva a ver la represa y él siente nostalgia por haber conocido esos lugares de otra forma.
Aparece otra vez el cargoso de Rob, con quien Buck se ve las caras por primera vez y su gesto adusto revela que no le cae bien (punto para él): hasta le niega el saludo. Una vez que se ha marchado, advierte a Brianna que el tipo le tiene echado el ojo encima y lo mismo dice a Roger al regresar a casa.
En principio, este desdeña la sospecha e intenta convencerlo de que es otra época y las relaciones tienen un cariz diferente. Pero por dentro se queda rumiando el asunto y hasta parece excitarle la idea, pues se lo plantea a la propia Brianna y, al igual que la pareja principal de la serie, se ponen hot cuando piensan en infidelidad o trío…
La cosa, obviamente, acaba entre arrumacos y sábanas en lo que parece un videoclip de los ochenta (muy adecuado) mientras de fondo suena Phil Collins con In the Air Tonight y uno de los redobles de batería más famosos de la historia marca el momento de pasar a la acción después del juego previo. Para ser sincero, ese acompañamiento musical encajaba mucho mejor en Resacón en Las Vegas, cuando Mike Tyson dejaba nocaut a Alan por creer que le había robado su tigre…
Entrada la noche, Roger advierte que alguien ha estado hurgando en el cofre de cartas y la pequeña Amanda despierta angustiada de una pesadilla diciendo que su hermano “ya no está aquí”. Sus padres entienden que se refiere a que no está en la casa y lo encuentran lógico porque se quedó a dormir en la de su amigo, pero la niña está diciendo claramente otra cosa y habla de piedras que gritan…
Dada la particular conexión que mantienen entre sí los hermanos, Roger se preocupa y corre a ver si Buck está en la casa y efectivamente sigue allí. En cambio, Brianna llama a la hermana de Rob (¿de dónde sacó el número?) y se entera que nunca hubo cine ni pijamada: fue él quien se llevó a Jeremiah…
Mientras se dirigen al círculo de piedras, Buck pregunta a Roger por otros viajeros del tiempo y este, al hacer memoria, cae en el nombre de… Geillis Duncan. Se arrepiente entonces de haber mencionado en su Guía Práctica para Viajeros del Tiempo que ella creía que para cruzar el portal se requería de un sacrificio de sangre…
Al llegar al lugar, no hay rastros del niño y solo encuentran su bufanda…
Balance del Episodio
Una entrega dividida en dos. No es que ello sea algo nuevo, pues desde que la familia Mackenzie cruzara el portal, venimos con dos líneas temporales. Lo novedoso es que, no pintando prácticamente nada los esposos Fraser, las mismas pierden toda interrelación, ya que William nada sabe de cartas ni viajes en el tiempo. Y lo paradójico es que, lejos de ser un problema, ello le ha hecho bien al episodio…
En parte se debe a que hacía falta descansar un poco de Jamie y Claire, pero además y sobre todo a que esta entrega permitió a William echarse la historia a la espalda y allanar el camino para un mayor desarrollo de su personaje en manos de un sobresaliente Charles Vandervaart, cuyo desempeño vengo destacando episodio a episodio, pero que en ninguno ha tenido la centralidad de este.
La trama del siglo XVIII, por cierto, ha sido de lo más intensa y con un planteo muy interesante acerca de la guerra y el modo en que cambia a las personas. Es cierto que el personaje de Hammond no tuvo el desarrollo que debería haber tenido y repite la tendencia de esta temporada a matar a personajes que no hemos conocido bien, consecuencia quizás del apresuramiento por meter libros a presión a medida que el final se acerca.
Y sin embargo, el trabajo de Vandervaart es tan sólido e impecable que produce en nosotros algo muy semejante a cuando un amigo nuestro ha perdido a un ser querido al que no conocíamos, pero ello no nos impide compartir su dolor o sentir su pérdida como nuestra.
Debo confesar que cuando vi caer muerto a Hammond e instantes después a William convertido en fiera salvaje, vi esfumarse para siempre cualquier posiblidad de que cambie de bando o bien decida dar la espalda a la guerra. Pero su desazón posterior al no poder festejar con sus compañeros de armas nos hace sentir que en su interior está cuestionando a la guerra misma y la cita de Esquilo lo confirma dramáticamente. Quizás el dolor acabe siendo más fuerte que la sed de venganza…
Habrá que ver cómo incide todo ello cuando le toque encontrarse cara a cara con Jamie y, quizás, tenga su momento Luke Skywalker, pero no quiero adelantarme y solo espero que tengamos William para rato porque claramente es el mejor aporte de la temporada…
¿Y qué pasa con la trama del siglo XX? Pues en ella se han acumulado montones de incongruencias que he ido señalando a lo largo de la reseña pero que, para resumir, tienen que ver con lo poco creíbles que son Roger y Brianna como padres (o como esposos), por no decir torpes y descuidados… ¿Deja Roger a sus hijos mirar televisión con alguien que le intentó matar? ¿Aceptan ambos que Jeremy se vaya con alguien a quien casi no conocen y duerma en casa de alguien a quien ni siquiera conocen? ¿Permite Roger, e incluso sugiere, que su esposa se vaya al trabajo sola con Buck?
Sin embargo y a pesar de todo ello, es una trama que nunca deja de ser entretenida y cuyo suspenso va in crescendo a medida que los giros nos descolocan uno tras otro. Nos creemos que Rob está detrás de Brianna, pero su interés es otro. Desconfiamos de Buck, pero acaba siendo más confiable que los propios Mackenzie y, dicho sea de paso, también hay que reconocer aquí un buen trabajo de Diarmaid Murtagh cuando su presencia inicial (a pesar del buen antecedente interpretando a Leif en Vikingos) nos había generado algo de desencanto por reemplazar a Graham McTavish.
Y el dilema a que se enfrenta su personaje es desgarrador, más aún habiéndole ya anoticiado Roger del año de su muerte según el árbol genealógico. ¿Acabará optando por volver junto a su familia y al hijo que no conoció aun a costa de una inminente y cercana muerte? ¿O preferirá renunciar a ellos y seguir en el siglo XX con la perspectiva de quizás seguir vivo más tiempo? Una disyuntiva interesante y difícil que nos hace plantear qué opción tomaríamos de estar en su lugar…
Lo que no termino de decidir, en todo caso, es si habla bien o mal de la serie el que los dos conflictos éticos más importantes que en este momento plantea no se correspondan con ninguno de los personajes habituales y centrales, sino con personajes incorporados o reincorporados en esta temporada, como lo son William y Buck.
En definitiva y aun con todos los defectos señalados, ha sido una buena entrega, que nos ha dejado sensaciones intensas, mucha intriga y buenas actuaciones mientras vamos de cabeza hacia el parón de mitad de temporada que, sospecho, coincidirá con la batalla de Saratoga, de la cual aquí solo hemos tenido una escaramuza previa.
Hasta entonces y sean felices…