Continuamos analizando esta sexta temporada de Riverdale y hoy le toca el turno al decimotercer episodio o, si lo preferís, capítulo 108 del listado total, siendo su título Ex- Libris. La serie, creada por Roberto Aguirre-Sacasa, es emitida por The CW y para España por Movistar+.
Hola otra vez, riverdaleros. Bienvenidos a un nuevo análisis de Riverdale, con un episodio que, cuando menos, recupera algo del carácter integral que se había perdido un poco con la excesiva fragmentación del anterior. Percival sigue haciendo de las suyas y ahora se vale de la literatura con fines extorsivos. Sin más, pasemos al análisis no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordarles que pueden leer aquí nuestros análisis anteriores.
El Coleccionista de Objetos
La niebla se ha disipado y el mundo ha cambiado en Riverdale. Eso es lo que en el inicio y en off nos cuenta en Jughead, que después continúa introduciéndonos a cada una de las historias personales de los involucrados.
Comenzamos así enterándonos que el test de embarazo dio negativo en Betty, generando en la pareja sensaciones encontradas. Ella dice que de algún modo es un alivio y recuerda la mala experiencia de paternidad o maternidad que, respectivamente, le han significado su padre y su madre. Archie, por el contrario y por supuesto (o no sería él), dice que estaba ilusionado y traer una nueva vida al mundo hubiera sido traer luz entre tanta oscuridad. Betty concluye que quizás aún no sea tiempo y primero tengan que derrotar a “los malos”.
Entre Veronica y Reggie la cosa no está bien. Podía presumirse que, al descolgar ella el retrato de Hiram, buscaba salvar la relación, pero nada más lejano. Él le echa en cara que su historia sentimental está siempre entre Archie, alguien más, de vuelta Archie y así sucesivamente, como si nunca pudiera estar sola. Veronica nada responde; insiste en que Reggie le ha robado y de nada sirve que él diga que pensaba compartir el dinero que ganó con su “casino paralelo”.
En la biblioteca, Jughead recibe la visita del flamante alcalde Percival que, con escolta policial (Kevin incluido), viene a anunciar que el edificio será confiscado por la comuna para construir la nueva estación de ferrocarril. Además, reclama la devolución de un libro que Jughead retiró diez años atrás y nunca devolvió, más específicamente La Metamorfosis, de Franz Kafka.
Jughead ni siquiera casa en aquel momento y no sabe en dónde pueda estar. Se trata, además, de una edición antigua y única, por lo cual Percival exige su devolución o, al menos, de una edición equivalente o, caso contrario, pagar una altísima multa por los intereses acumulados. Mientras tanto, se lleva un objeto como garantía: el libro que escribió su abuelo.
No es la única visita que hace Percival: Archie, Veronica y Cheryl cargan también con libros no devueltos en el pasado y, en cada caso, se lleva un objeto.
En el caso de Archie es la guitarra, que remueve recuerdos vinculados a su pasada relación con la profesora Grundy; en el caso de Veronica, es el retrato de Hiram y en el de Cheryl, nada menos que el arcón con los restos de su hermano. La pelirroja amenaza con incinerar a Percival, pero este ya lo tenía previsto: no puede quemar a más de uno por vez y su custodia policial tiene orden de dispararle a la cabeza apenas lo intente.
En cuanto a Betty, no hace falta visita alguna: la propia Alice, para esta altura la mejor secretaria de Percival, se encarga de reclamarle un libro sobre reparación de motores que retiró cuando tenía doce años. Ni siquiera Reggie y Kevin escapan a la cacería de libros, pero en ambos casos el resultado es otro: el primero tiene aún guardado el que retiró, así que lo devuelve en el acto; el segundo sabe que el suyo (El Señor de las Moscas, de William Golding) está en poder de Moose, así que solo tiene que pedírselo.
Sin embargo, ello no impide a Percival recurrir a otras artes para tener dominio sobre ambos. Mediante el control mental, logra que, a modo de despedida, Reggie, a modo le lleve a Veronica un Huevo de Glamergé como regalo. En cuanto a Kevin, vacilante ante lo que pueda hacer daño a sus amigos, Percival lo manipula emocionalmente, pues sabiendo que siempre sintió identificación con Piggy (personaje loser de El Señor de las Moscas), se encarga de decirle que es un hombre muy atractivo y la cosa termina en beso…
Metamorfosis y Flores
Cosas raras comienzan a ocurrirle a quienes entregaron objetos como garantía e, invariablemente, ello tiene relación con los libros que no devolvieron o personas del pasado vinculadas a los mismos.
A Jughead la piel le está cambiando y cayéndosele las uñas, proceso que en teoría remite a Gregorio Samsa en La Metamorfosis, aunque en realidad ese personaje nunca pasó por algo así sino por una transformación drástica a la que una mala traducción del título original confundió con metamorfosis. Lo que sufre Jughead, más bien (y él mismo lo dice) parece sacado de una película de David Cronenberg (La Mosca, aunque no la mencione).
En el caso de Cheryl, oye en su habitación risas adolescentes que rápidamente le remiten a Heather, aquella relación cercenada por su madre. Al retirar la manta, sin embargo, no se encuentra con ella sino con un montón de pétalos que inmediatamente asocia con Flores en el Ático, de V.C. Andrews, que es el libro que ella nunca devolvió. La sensación, no obstante, es que lo toma con bastante calma o, contrariamente al resto, con algo más de idea de lo que está ocurriendo…
A Archie, en tanto, lo persigue la imagen de la profesora Grundy y a Betty, el olor de la lejía que su padre, según dedujo después, usaba para limpiar las manchas de sangre en su auto tras matar a sus víctimas.
El recuerdo, no obstante, le sirve mejor para tratar de desentrañar el misterio del Asesino de la Bolsa de Plástico, al cual los informes pintan como solitario y antisocial: contrariamente, ella sugiere que bien podría tener familia, pues su propia historia desmiente que un asesino serial no pueda tenerla. La idea le viene al descubrir que el testimonio de una sobreviviente dice que le mantenía siempre una luz prendida durante las noches, exactamente igual que su padre.
Veronica, por su parte, ha tenido la visión de un montón de viudas negras saliendo del huevo que le ha obsequiado Reggie. Además, y confirmando la acusación que este le hiciera acerca de no poder estar sola, ha citado a Heraldo, el ahijado de abuelita que la viene ayudando con favores poco decorosos. Terminan teniendo una apasionada noche, pero al despertarse en la mañana ella lo encuentra a su lado muerto y con la lengua negra…
Viuda Negra
Reunido el equipo, acuden a Cheryl por ser quien más sabe sobre cuestiones sobrenaturales y, en efecto, esta les dice que lo que está haciendo Percival es reunir objetos para utilizarlos como tótems en la medida en que cada uno de ellos contiene en parte la esencia de sus dueños y, como tales, le sirven para dominarlos. La solución, dice, es recuperar los libros y devolvérselos, ya que la magia tiene reglas y el ritual obliga a Percival a reintegrarles sus objetos-fetiche.
Jughead se dirige entonces al callejón de los sintecho, pues recuerda haberle dado los libros a Doc. Sin embargo, al único que encuentra allí es a un indigente en silla de ruedas que le cuenta que, a orden mental de Percival, los demás marcharon hacia el oeste en busca del mar y que la única razón por la cual él sigue allí es que la orden fue que caminaran, cosa que él no puede hacer: una historia que, claro, remite mucho a la del tradicional cuento El Flautista de Hamelin, con el niño con muleta que no pudo seguir a los demás.
No obstante la desilusión por tales noticias, Jughead obtiene de la conversación el dato de que Doc vendió los libros en una tienda de usados en Allentown, Pensilvania, hacia donde se dirige para rescatarlos.
Una vez que los libros son devueltos y tal como Cheryl anticipara, también les son reintegrados los objetos, pero la pelirroja, que de esas cosas algo sabe, dice que los mismos ahora están contaminados y que es necesario echarles fuego (por supuesto, ¿qué otra cosa?). De cualquier forma, Veronica no ha devuelto su libro pues, según dice, no le interesa el retrato de su padre.
La quema ritual, desde ya, genera obvias resistencias de todos, ya que es como ver arder una parte de sí mismos: Archie y su guitarra, por ejemplo. Jughead, por su parte, se pregunta qué pensaría Ray Bradbury sobre quemar libros: referencia obvia a Fahrenheit 451 y no es la primera referencia en la serie al escritor de Illinois. Cheryl, por su parte, acepta quemar su arcón, pero vacío… Incesto y necrofilia siguen siendo parte de su esencia.
Como correlato a la decisión de Veronica, la llama desde la morgue nuestro querido e impagable doctor Curdle Jr.: la muerte de Heraldo, según le dice, se corresponde con el veneno de una viuda negra, pero no hay picadura a la vista ni ejemplar capaz de matar por sí solo a un individuo adulto.
El dato más relevante es que el contagio se produjo por los labios y ello nos hace recordar que antes Reggie se refirió a Veronica como “la viuda negra de Wall Street”, además de que su libro no devuelto fue El Beso de la Mujer Araña, de Manuel Puig.
Balance del Episodio
Una correcta y entretenida entrega que, por lo menos, recupera la cohesión de la historia en contraposición con la fragmentación del episodio anterior. Al menos, en este caso, las historias individuales están interconectadas por el común denominador de Percival y los libros.
Ha estado, desde ya, plagado de referencias literarias, aunque algunas dudosas. A los personajes parecieran ocurrirles cosas que tienen menos que ver con el argumento de los libros implicados que con sus títulos: como ya dijimos, no hay metamorfosis alguna en la novela de Kafka (el personaje simplemente despierta convertido en cucaracha).
Tampoco hay beso asesino en El Beso de la Mujer Araña, que es básicamente un diálogo entre presos (lo más parecido que recuerdo es cuando uno de los personajes se niega a besar al otro argumentando que se convertiría en una mujer pantera que le daría muerte). Vaya: ¿los habrán leído los guionistas? Lo que sí sorprende es que no hubiera ningún libro de Stephen King entre los no devueltos…
Nos venía llamando la atención que Veronica fuera la única sin superpoderes y ahora los tiene. No le llegaron por la explosión ni tampoco es la habilidad que uno más quisiera tener, pero en la gran batalla que se está preparando quizás podría servirle. Por cierto, Veronica ya bajó a tres: Chad por mano propia, Hiram por encargo, Heraldo por un beso: todos muy cercanos además. ¿Qué hará con el cuerpo de Heraldo? Mea culpa: aún con su prontuario, me caía bien; por lo menos era leal.
Percival se sigue afirmando como el villano más odioso de toda la serie, aunque aún no sabemos qué es lo que hay por detrás o qué tanto tiene de humano, de demonio o lo que sea. ¿Y qué está pasando con el Asesino de la Bolsa de Plástico, de quien la información nos viene llegando en cuentagotas? Es difícil creer que su historia no se cruzará de algún modo con la de Percival y si a ello le sumamos que el equipo con habilidades especiales sigue creciendo, podemos ir hacia un gran final…
Me encanta, además, la naturalidad con que se maneja Cheryl en medio de toda la situación: “siempre me he aventurado en lo sobrenatural y me siento cómoda con los fantasmas que han sido invocados desde mi pasado“. También que la palabra final la tenga el psicópata más carismático: nuestro doctor Curdle Jr…
Veremos qué nos trae el próximo episodio: hasta entonces y sean felices…
