Nuevo episodio de Riverdale y, por lo tanto, nuevo análisis. Nos toca analizar hoy el quinto de esta temporada final o, si así lo prefieren, capítulo 122 del listado total: su título es Cuentos Yugulares. La serie, creada por Roberto Aguirre-Sacasa, es emitida por The CW y para España por Movistar+.
Hola riverdaleros. Bienvenidos a analizar un nuevo episodio de Riverdale, en este caso el quinto de la temporada final. Con un formato de terror y de antología, pero a la vez rebosante de imaginativo humor negro, no es exagerado decir que esta entrega ha sido de las mejores de la serie.
Redoblando la apuesta, juega aún más con los universos y presenta una historia alternativa (o cuatro) dentro de otra que ya lo es de por sí. Puede sonar a mucho, pero es el tipo de situación argumental en que Riverdale obtiene sus mejores resultados.
Pasemos ya mismo al análisis no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos.
El “Arma Homicida”
Comenzamos con el alcalde Blossom reunido en plan de logia con el director Featherhead y el doctor Werthers. Están preocupados por los recientes asesinatos y parecen sentir cierto alivio de saber que Ethel “no ha dicho palabra” en el internado de las Hermanas de la Misericordia.
¿Qué es lo que podría haber dicho y por qué los compromete tanto? De momento es algo tan misterioso como el arma homicida, aún no hallada, pero Werthers sostiene que en realidad el “arma homicida” son los cómics y su degenerada violencia, por lo que hay que ir por sus autores: toda una versión Riverdale del tristemente célebre Comics Code Authority que operó durante los años del macartismo.
Jughead, después de un tiempo sin pisar Pep Comics, va ver a su editor Fieldstone y este le encarga para el otro día un número completo: cuatro historias de siete páginas cada una. Jughead dice poder hacerlo y asume el compromiso con la promesa de más trabajo si cumple.
Fieldstone, por si no se le ocurren historias, le pasa algunas tarjetas con las ideas que le han ido dejando, pero al echarles luego Jughead un vistazo, las encuentra a todas muy manidas. Cae en la cuenta de que nadie escribe historias sobre el instituto o los adolescentes y allí podría haber un filón: casi como inventar el “slasher” en los cincuenta.
Veronica le visita para invitarlo a ver Las Diabólicas, que es exhibida en el Babylonium, pero él se excusa y le pide aplazarlo para mañana por estar tapado de trabajo: ella acepta de buen grado y celebra que esté trabajando…
Juega con la Cabeza
A partir de ese momento, el episodio nos hace transitar por cada una de las historias que Jughead escribe y para las cuales ha seleccionado como presentador al sereno del colegio, simplemente designado como “guardián de llaves”.
La primera es sobre un entrenador de baloncesto que acosa permanentemente a Dilton Doiley por no encestar y le remarca con insistencia que “juegue con la cabeza”. Mientras no lo logre, pone a trotar a sus compañeros Bulldogs, entre ellos Julian y Archie, lo que genera en ellos resentimiento y acusan a Doiley de no esforzarse demasiado. Presionándolo a redoblar sus esfuerzos, le encierran durante toda una noche en un armario y ello le deviene en ataque de pánico por sufrir de claustrofobia.
Al otro día y ya liberado, deja boquiabierto a su entrenador encestando un lanzamiento tras otro, aunque no tanto como cuando, con horror, este descubre que lo que arroja al aro no son balones sino… cabezas. De modo siniestramente literal, Doiley ha llevado a la práctica el consejo de “jugar con la cabeza”. Desde las gradas, los Bulldogs le miran atentamente o, al menos, lo harían si tuvieran cabezas…
Terminado el relato, Veronica lo encuentra escalofriante, pero Jughead insiste en que toda historia de terror, por más escabrosa que sea, lleva una moraleja y a la larga siempre resultan castigados quienes hacen el mal…
Te Amo en Pedazos
La segunda historia nos trae a Archie, en noche tormentosa y empapado, golpeando a las puertas de Thornhill para pedir ayuda tras un accidente con un neumático. Le atiende Nana Rose y nuestra sorpresa es tan grande como nuestra alegría al verla bien, pues su larga ausencia nos generaba temor: definitivamente, Barbara Wallace es eterna…
Archie pide pasar la noche para buscar ayuda al otro día y, anoticiándole de que la tormenta les ha dejado sin electricidad, Nana acepta y le invita a secarse y cenar. Durante la velada, le encomienda estrictamente que, una vez en su habitación, la mantenga cerrada y no salga en la noche…
Archie accede, pero pregunta el motivo y ella le pone al tanto de que su nieta está demente y deambula por los corredores a la búsqueda de placeres carnales. Viendo él lo bella que esta luce en el retrato de la sala, casi se atraganta con la comida y su rostro, más que susto, revela entusiasmo…
Confirmándolo, deja la puerta sin llave y es efectivamente visitado por Cheryl, quien le pide que mantenga la habitación a oscuras y acaban teniendo su noche de pasión. Al otro día y ya a punto Archie de marcharse, Nana Rose le comenta que su nieta tiene los días contados por una especie de horripilante lepra que contrajo durante un viaje a una jungla tropical y le está pudriendo la carne.
Mientras el semblante de él cambia brutalmente de tono, la anciana le cuenta que lo que la joven quería era alguien que la acompañara a la otra vida y lo ha encontrado: tal el motivo de los clavos en el camino. En ese momento, Archie siente una mano apoyarse en su hombro y al girarse, un grito de terror escapa de su garganta al ver a una Cheryl, que, con el rostro horriblemente demacrado y transfigurado, le dice que estarán “juntos para siempre”…
Finalizado el relato, Veronica pregunta si la moraleja es que “no hay que confiar en viejecitas maníacas ni en sus nietas ninfómanas”. Jughead prefiere verlo como que “la curiosidad mató al gato” o bien, con más humor, como que no hay que tener sexo sin protección en la oscuridad.
La Colmena
La tercera historia tiene que ver con Betty, a quien vemos como chica con coletas, insulsa y prácticamente “invisible” para sus compañeros del instituto. Sintiéndose ignorada, va a una estilista para que le cambie el look y, en efecto, esta troca su insípido peinado en “colmena” bien levantada, pero le advierte que no debe deshacerla ni lavarla sino cuidarla con una laca especial que le entrega.
Betty se convierte así en la envidia de todo el colegio y ello le permite tener una cita con Archie en Pop´s, pero cuando él la saca a bailar, ella se comienza a sentir mal y, cayendo al piso, convulsiona y lanza espumarajos por la boca hasta quedar exánime.
Va a parar a la morgue para una autopsia y ello nos brinda el esperado retorno con gloria de nuestro querido doctor Curdle, a quien ya pensábamos que habían borrado de esta temporada. Como no podía ser de otro modo, abre la cabeza de Betty con una sierra giratoria mientras vuelan mechones rubios entre polvo de huesos y, una vez separada la tapa del cráneo, brotan de adentro cientos de arañas…
Desesperado e invocando su aracnofobia, Curdle echa a correr en humorada tan negra como brillante por tratarse del mismo sujeto que instantes antes, con mórbido placer, seccionara un cráneo con una sierra…
Lo que le ocurrió a Betty fue que su colmena no solo atrajo a los demás sino también a una viuda negra que anidó en su pelo y las crías se abrieron camino hacia el cerebro. La moraleja sería que la mató la vanidad, así como el privilegiar la belleza exterior por sobre la interior. A Veronica no le agrada el mensaje: no hay, dice, nada de malo en querer verse bien y, además, exige de una vez por todas una historia dedicada a ella. Y así llegamos a la última de las cuatro…
Mi Mejor Mitad
Archie está saliendo con Betty y Veronica a la vez, tres días de la semana con una, tres con la otra y descansando el domingo, lo que de ningún modo alcanza para que se reponga del tremendo desgaste que le demanda litros de café. Ambas muchachas son plenamente conscientes de la doble relación y cuando Julian pregunta a Archie por el secreto, responde que tanto a una como otra le dice que es su favorita.
Pero se acerca San Valentín y ello es un aprieto porque las dos esperan que las invite. Cheryl, por su parte, se ríe de ambas y les echa en cara que las está tomando por idiotas… Sus palabras surten efecto, porque Betty y Veronica deciden ir a ver a Archie para exigirle que decida a cuál invitará. Él, sin embargo, las conmueve con que lo pasará con su madre por ser para ella el primer San Valentín desde su viudez.
Las muchachas lo comprenden perfectamente, pero después lo ven en Pop´s con su cita y resulta ser Cheryl, quien claramente sabía de qué hablaba cuando les decía que las tomaba por idiotas. Betty y Veronica deciden entonces unir fuerzas para la venganza y proponen a Archie acabar con la relación desdoblada para pasar a estar los tres juntos, cosa que él acepta gustoso.
Así, cuando la noche pinta para fiesta y lujuria, le ofrecen un café especial que dicen haberle preparado para sobrellevarla. Por más que él manifieste no necesitarlo, insisten en que beba y así lo hace para despertar atado a un potro de tormento. Con una sierra circular bastante más grande que la de Curdle, las muchachas lo cortan al medio y ahora ambas son felices, cada una con su mitad…
Marilyn y Arthur
Acabado el último relato, Veronica cree que Jughead demoniza a las mujeres, lo cual parece generarle cierto desencanto.
Quedan en verse al otro día en el colegio, pero llegado el momento, ella se comporta con él fría y distante mientras el relato en off, en adecuada analogía, nos cuenta que habían dejado de ser la Marilyn Monroe y el Arthur Miller del instituto. Diciéndolo más prosaico: adiós a “Vughead”…
Fuera de ello, Jughead presenta sus historias en Pep Comics y Fieldstone está encantado, al punto que decide premiarlo con su nombre en portada como “Jughead Yugular Jones” (en inglés J.J.J.) Los vientos parecen soplarle en popa, pero no es precisamente el mejor momento para abrazarse al éxito cuando, en el despacho del alcalde Blossom, Werthers ha logrado convencer al resto de que los culpables de las ignominias que vienen ocurriendo son los cómics y, por lo tanto, hay que sancionar a sus depravados autores.
Balance del Episodio
Qué buena entrega hemos visto. Ya no cabe duda de que Riverdale consigue sus mejores momentos cuando se despega de la continuidad de la serie, cosa que en este caso hizo de modo aún más especial, ya que al propio y peculiar contexto espacio-temporal en que nuestros personajes se hallan envueltos, se le han sumado cuatro historias imaginarias y alternativas por fuera del mismo.
Siempre he sostenido que el formato que mejor calza al terror en series televisivas es el de antología, pues el género se basa precisamente en la sorpresa y no puede haberla cuando una misma historia se mantiene por una o más temporadas. Pues precisamente ese formato es el que hemos visto en este episodio y, por mucho que conozcamos a los personajes involucrados, se ha tratado en cada caso de versiones diferentes, pero que sutilmente hacen acordar a las otras…
Así, por ejemplo, Archie es el único que no gusta de la idea de que Julian y el resto encierren a Doiley en un armario. Y por más horrenda que hayamos visto a Cheryl, su perfil no es menos siniestro que en la línea principal de la serie: no olvidemos que hasta tuvo sentado cómodamente en la mansión al cadáver de su hermano . Y Betty quizás no haya cortado en dos a nadie en su otra versión: bueno, no vivo al menos…
Consecuentemente con el planteo, la entrega ha tenido un tono de cómic maravillosamente manejado desde la estética, con paleta de colores bien primarios e imágenes que compartimentan la pantalla y hasta conviven con ilustraciones.
La estructura narrativa del capítulo rinde homenaje a series como Cuentos Asombrosos o Historias de la Cripta, con la salvedad de que no ha sido una sino cuatro las historias contadas en el episodio y todas verdaderamente escalofriantes, incluso por encima de la media de muchas series que se pretenden de horror…
Si tengo que elegir un segmento, me quedo con el de Thornhill, ya de por sí un escenario bastante lúgubre y gótico en el que casi nunca da la sensación de que vaya a ocurrir algo bueno: siempre seguiré insistiendo en que los Blossom merecen serie aparte y ese segmento me da la razón. Además, el impagable ingrediente extra de volver a ver a Nana Rose: cien años tiene Barbara Wallace y es capaz de aprender y decir un guion mejor que muchos actores jóvenes.
El segmento más flojo quizás haya sido La Colmena: no termina de entenderse por qué no podía Betty deshacer su peinado o si la laca guardaba alguna especial relación con las arañas. No obstante, ha presentado una deliciosa ambientación kitsch y, por supuesto, a nuestro querido doctor Curdle…
Sin duda, hemos visto el mejor episodio de una temporada que se mantiene bien y si me piden opinión, preferiría que Tabitha (la cronoquinética, no la de los cincuenta) siguiera ausente por largo tiempo para que nuestros personajes sigan sin recordar y continuemos deleitándonos con episodios que, como este, constituyen universos en sí mismos. Y que además ha tenido la gran paradoja de que Archie y Cheryl, tras la falsa alarma de dos entregas atrás, hayan terminado por tener sexo aunque más no sea en versiones imaginadas por Jughead…
A ver cómo viene el próximo. Hasta entonces y sean felices…