Bienvenidos al análisis del episodio 8 de esta increíble The Terror. No es que sea increíble la serie en su conjunto sino lo que consigue este capítulo octavo con el destino de sus personajes y la aparición del Tuunbaq hace sin duda las delicias de los amantes del terror y el suspense. Sublime.
Análisis del resto de episodios de la serie
La “masacre de los Inuit”
El episodio anterior descubrimos la faceta aún más diabólica de Hickey. Este, quien no era trigo limpio desde el primer episodio, quiere acceder a lo más alto de la expedición, pero no lo conseguirá por méritos propios. Es homosexual y si esto sale a la luz será el final de su carrera e incluso de su vida, pero además es un marinero, poco puede hacer contra las clases acomodadas que dirigen la expedición. Es por esto por lo que decide maquinar un motín. Lo que pensé que iba a ser una disputa entre el fallecido Franklin y Crozier y que llevaría al motín, o incluso entre Fitzjames y Crozier ante la falta del mentor de este primero, será sustituido por las ansias de poder de un megalómano como Hickey.
Tras un previo protagonizado por Fitzjames y Crozier, quienes se están acercando más a pesar de sus diferencias a la hora de llevar esta expedición, el caos inunda el campamento. La noticia de que unos “hombres salvajes” han atacado a los hombres de la expedición de caza, cala muy hondo entre la tripulación. Con el regreso de Hickey se trae consigo el cadáver mutilado de Irving. Sí, como leéis, mutilado. El loco de Hickey no solo lo mató asfixiándolo tras propinarle una decena, mínimo, de puñaladas sino que decidió extirparle los genitales y mutilarle de pies a cabeza para fundamentar la idea de que han sido unos esquimales.
La niebla
Ni Crozier ni Fitzjames se creen las mentiras de Hickey. Ambos dudan de que unos esquimales hayan atacado a sus hombres con tal fiereza para luego dejar a Hickey con vida. Es por ello por lo que deciden emprender el viaje hacia la zona donde se produjo dicha matanza. Allí, Hickey señala donde se encuentran los Inuit, masacrados sin piedad. Esto genera una sensación de pena enorme a Lady Silence, quien ve como gente de su misma condición han sido asesinados por un acto que ella misma no se cree.
Sin embargo, el mayor enemigo y el mayor aliado de Hickey es la niebla. Una espesa niebla comienza a inundar el lugar haciendo muy difícil visibilizar algo. Esto, sumado con el descontento y el miedo a posibles asaltos de los ya conocidos como “asesinos Inuit” hace que se comiencen a armar más hombres. ¿Qué le faltaba al pequeño grupo de Hickey para conseguir el tan ansiado poder? Armas, y con el temor generalizado, las tienen más a mano posible.
En el campamento, la situación de miedo se suma a la enfermedad. Más están cayendo envenenados, hasta el propio Fitzjames está viendo cómo está avanzando por su piel. Todo es un caldo de cultivo que puede estallar si Lady Silence regresa al campamento. Es por ello por lo que Goodsir, quien ha iniciado una “relación amistosa” con la esquimal, le advierte que no se acerque y que, en el fondo, los británicos son buenos. ¿Una especie de “haz que no nos maten tus amigos chica” señor Goodsir?
Con el armamento a mano y ya desplegado entre los hombres leales a Hickey, el motín se ve truncado. Tras una autopsia practicada a Irving por parte de Goodsir, descubren que este tiene carne de foca en el estómago y las dudas comienzan a asaltar a las cabezas pensantes del lugar. Si le alimentaron, ¿por qué le mataron después? Sencillo, Hickey miente como un bellaco y es por ello por lo que deciden detenerlo y ahorcarlo por sus crímenes.
En una de las secuencias con una fotografía espectacular, se produce el tan ansiado ahorcamiento de Hickey. Sin embargo (cómo odio los “sin embargo” tras el nombre de Hickey, no traen nada bueno) de entre la niebla emerge el marinero Collins, enloquecido por la enfermedad y detrás un amiguito: el Tuunbaq. Hickey escapa de su destino (si es que hay que odiarle) mientras el ser monstruoso crea el caos en el campamento, destrozando y matando todo lo que encuentra a su paso. Muchos hombres deciden partir del lugar con las armas mientras el caos inunda el lugar.
Esta escena, toda ella, está cuidada y recreada con mimo. Desde la fotografía a cómo se sucede todo, excelente. Así acaba el episodio, con parte de la tripulación huida y sabiendo el secreto de Crozier, que planeó amotinarse contra Franklin antes de que muriera; con el resto de hombres muertos y otros tantos enfermos. The Terror no es indulgente y arrastra todo a su paso con este espectacular episodio 8. Veremos qué nos depara el noveno y el décimo.
Un saludo y sed felices.







