La nueva serie que se ha añadido al catálogo de Amazon Prime (co-producida junto a otras cadenas) este infausto mes de marzo se basa en una novela del escritor italiano Roberto Saviano. Hablamos de ZeroZeroZero, centrada en el tráfico de cocaína alrededor del mundo. Una serie que es de una calidad altísima, no solo por lo que respecta a la producción sino también en su parte artística.
Compradores, vendedores y brokers
ZeroZeroZero, titulada así en referencia a la denominación que recibe la cocaína más pura (cero impurezas) sitúa su acción en tres escenarios diferentes, donde se ubican a su vez los diferentes protagonistas de la trama. Por un lado, en Calabria, tenemos a los compradores, la mafia calabresa encabezada por Don Minu (Adriano Chiaramida) quien pretende poner paz entre las diferentes familias al garantizarles la entrega de 5 toneladas de cocaína. Con lo que no cuenta es con la traición de su nieto Stefano (Giuseppe De Domenico), quien hará todo lo posible para que el envío no llegue a puerto y así destruir a su abuelo, quedándose él con el negocio.
En Monterrey, México, tenemos a los vendedores, el clan de los Leyra. Ellos son los que ponen la droga mientras tienen que lidiar con el ejército mexicano. Dentro del escuadrón encargado de darles caza, los Leyra cuentan con un infiltrado, Manuel Contreras (un inmenso Harold Torres), personaje lleno de contradicciones que acaba por convertirse en el brazo armado de los Leyra y algo más.
Entre los compradores y los vendedores tenemos a los brokers, los intermediarios, capitaneados por Edward Lynwood (Gabriel Byrne) al frente de una naviera que rentabiliza con el tráfico de drogas. Junto a Edward, sus hijos Emma (Andrea Riseborough) y Chris (Dane DeHaan), quienes se verán obligados a participar en los negocios familiares mucho más de lo que les gustaría.
El motor del mundo
El personaje de Gabriel Byrne define el tráfico de drogas como “el motor que mueve el mundo”. Debe tener algo de verdad. Cuando la policía entró en la guarida de “El Chapo” Guzmán, uno de los principales líderes del narcotráfico mundial, encontraron una copia de ZeroZeroZero, la novela de Roberto Saviano en la que se basa la serie. Con la premisa del tráfico de cocaína como un negocio más, Roberto Saviano analizó el tráfico de cocaína alrededor del globo: quién compra, quién vende, cómo se ponen en contacto, cómo manejan el dinero, las dificultades que atraviesan… La serie hace hincapié en eso aunque de una forma dramatizada y desde un punto de vista totalmente amoral. No hay buenos ni malos en ZeroZeroZero. Ni siquiera hay justicia. Los personajes trafican con cocaína como quien compra frutas y verduras. Si alguien espera que alguno de ellos se lleve su merecido, lo lleva claro. Algunos tienen un destino infausto y otros no. Tal cual la vida misma.
Es verdad que alguno lo pasa peor que otro y que despierta, por sus propias peculiaridades, algo de simpatía por parte del espectador. Es el caso de Chris Lynwood, encarnado por un Dane DeHaan (el Harry Osborn de The Amazing Spider-Man 2) que es, junto a Harold Torres, lo mejor del reparto. En contraposición, Torres encarna al personaje más amoral de todos, un soldado corrupto que a la vez es un fanático religioso, lo que le permite justificar sus acciones como mejor le venga en gana. Ya sabéis: solo sigo el camino del señor.
Es esa misma amoralidad la que permite que la serie se aleje totalmente del glamour y de la idealización que otras series han otorgado a la figura del narco (cuyo ejemplo más claro sería el Walter White de Breaking Bad o los protagonistas de Narcos) y que a su vez la aleja de los tópicos más trillados. Uno de los puntos a favor de ZeroZeroZero es que uno no ve venir lo que va a pasar pero, cuando pasa, lo hace de forma natural, sin caer en giros de guión forzados. Nadie está libre de caer tiroteado en la siguiente escena y nadie se escapa de que lo puedan traicionar. El resultado son unos capítulos cargados de tensión dramática, de una sensación de congoja que llega a ser casi agobiante; en este sentido, destacan todos los episodios centrados en Monterrey y en el personaje de Manuel.
La estructura al servicio de la historia
A esa sensación de congoja contribuye la estructura narrativa de la serie. El primer episodio sirve de presentación de los personajes pero ya muestra una característica que se irá desarrollando en episodios posteriores: los largos minutos dedicados a unos personajes en concreto, sin cortes, sin montajes paralelos. Si empezamos en Italia, seguiremos en Italia durante por lo menos 20 minutos; de allí pasaremos a México y allí nos quedaremos durante 20 minutos más; cuando compradores y vendedores hayan sido presentados será el turno de los intermediarios, y con ellos seguiremos hasta el final. Esto se repite hasta el punto de que hay episodios centrados única y exclusivamente en una de las tres partes protagonistas.
Para rematar la jugada, ZeroZeroZero juega con el tiempo narrativo, volviendo atrás en el tiempo las veces que haga falta. Así, si hasta el minuto veinte hemos visto juntos a los hermanos Lynwood y estos se separan, seguirán veinte minutos contándonos qué le sucede a Emma, regresando luego a la escena en que se separan para contarnos qué le sucede a Chris hasta el momento en que vuelven a encontrarse. Para que os hagáis una idea, es igual a lo que hacía Tarantino en Pulp Fiction o en Los odiosos ocho, por citar dos ejemplos.
Termino haciendo referencia a la impecable producción y puesta en escena de la serie. En Amazon hay dinero. Y mucho. Y eso se nota. Ya podemos empezar a frotarnos las manos con la serie de El Señor de los Anillos porque, visto lo visto (si es que llega, porque corren malos tiempos) podrá ser cualquier cosa menos una cutrez. ZeroZeroZero ha sido rodada en diferentes países y se nota cada euro que han invertido en ella. Casi podríamos considerarla, como he leído por ahí, como una película por entregas. También es verdad que, al principio, pide algo de paciencia pero eso se ve recompensado a lo largo de los magníficos episodios posteriores. De verdad: no os la perdáis. Un saludo y ánimo a todos.