Queridos lectores, después de siete semanas, por fin llegamos al final de esta gran saga con la que tanto he disfrutado re-viendo y haciendo las reviews. Hoy os presento el análisis de Rocky Balboa (también conocida como Rocky VI).
Escrita, dirigida y protagonizada por Sylvester Stallone, nos trae el “segundo de los tres” finales que tiene esta saga. Debido a la pésima recepción de la crítica y el público y a las malas cifras en taquilla que supuso Rocky V, a Stallone se le quedo clavada la espinita al no haberle dado a sus fans el cierre de saga que se merecían. Por este motivo quiso re-cerrar la saga de forma digna y, en mi opinión lo consiguió.
“Take you back, duru du-du, take you back…”. Volvemos a Filadelfia trás el clásico rotulo inicial. Rocky sentado en el cementerio, contempla la lápida de su amada Adrian, fallecida por culpa del cáncer. Detrás de él, Paulie con su puro metiéndole prisa. Es el aniversario de la muerte de Adrian y Rocky sigue destrozado.
Rocky quiere homenajear a su querida Adrian haciendo un tour por el boulevard de nuestra nostalgia. La pista de hielo, la pajarería, el portal de su vieja casa… Paulie se siente culpable por haber sido mal hermano con ella y Rocky decide ir a tomar algo en el bar al que solía ir antaño. Aquí se encuentra con Marie (interpretada por Geraldine Hughes). ¿Recordáis a aquella cría espantosa que fumaba en la esquina en Rocky y que Rocky la acompañaba a casa? Es ella solo que más crecidita, menos dañina al ojo humano e interpretada por otra actriz.
Rocky la acompaña a casa y conoce a su hijo Steps (James Francis Kelly) con los cuales desarrollará una relación bastante familiar, del estilo “el nuevo novio de mamá”.
Han pasado 16 años desde su último combate en Moscú contra el demoledor Iván Drago y Rocky sigue teniendo una “bestia a la que soltar”, echa de menos su antigua vida como boxeador. Sigue vivendo en la pequeña casita a la que se mudó en Rocky V y sige siendo el mismo, solo que mucho más curtido y con una espalda dos o tres metros más grande. Su vida se centra en su restaurante de comida italiana, el Adrian’s, donde cuenta historias de sus viejos combates a los comensales y está todo repleto de recuerdos.
En este momento, el boxeo es un deporte desfasado, que no impresiona a nadie y que es poco rentable. El actual campeón del mundo, Mason “Frontera” Dixon (Antonio Tarver) es abucheado y repudiado por los fans debido a sus combates rápidos y sin acción. Todos sus oponentes caen en el primer asalto sin demasiada dificultad. Dixon necesita limpiar su nombre y que la gente le vuelva a respetarle a él y a su deporte, pero, no hay barril del que rascar a un boxeador de su talla.
La falta de emoción que pasa el boxeo en estos momentos lleva a una cadena televisiva a recrear por ordenador lo que sería un combate entre Mason Dixon y el Rocky Balboa de su época dorada. El combate empieza con bastante veracidad, Rocky encajando varios golpes rápidos de Dixon. Posteriormente, Rocky toma las riendas y destroza a Dixon.
El combate simulado tiene un repercusión increíble y genera disputa entre los que dicen que Rocky no podría suportar la velocidad de Dixon y los que apoyan el resultado, alegando que si Dixon tuviera un combate largo contra Balboa, éste sería el vencedor.
Tras la visualización a Rocky se le agolpan los recuerdos y le entra morriña por el boxeo y decide volver a boxear a pequeña escala, con combates locales y modestos. Realiza las solicitudes pertinentes y convence al comité deportivo de que le den la licencia para boxear. Dixon no le da mayor importancia al combate, pero su manager le presiona para organizar un combate de exhibición contra El Potro Italiano.
Los representantes de Dixon se presentan en el restaurante de Rocky para exponerle su propuesta de combatir contra el campeón. Rocky se muestra reacio, ya que, el buscaba combates más simples, pero le conquistan diciéndole que parte de la recaudación será destinada a fines benéficos.
Rocky Balboa Jr. (Milo Ventimiglia) (que parece llamarse Robert) se opone a que su padre vuelva al boxeo. El buen rollo con el que acaban en la quinta parte, parece haber desaparecido. Robert trabaja para una empresa en la que le avergüenza que su padre le visite y culpa a Rocky de haberle complicado mucho la vida por tener “una sombra muy alargada”. Alega que la fama de Rocky le ha impedido ser quien podría haber llegado a ser y que este combate solo iba a empeorar las cosas. Rocky, en desacuerdo, le suelta un complejo y conmovedor speech de afán de superación en el que mezcla, de forma metafórica, el boxeo con los golpes de la vida. Un monólogo fantástico que de vez en cuando resurge por Facebook, Youtube, etc. y que, para mí, es el mejor momento de toda la película (y uno de los mejores de la saga).
Robert se reconcilia con su padre y deja su empleo para ayudarle con el entrenamiento. Aquí llega la indispensable escena de entrenamiento, clásica de la saga, donde Duke, su antiguo entrenador y también de Apollo Creed, le insiste en que debe olvidarse de la velocidad y la agilidad para centrarse en su fuerza bruta, para que Dixon sienta sus puños como si fueran bombas. Abdominales, dominadas, pesas, mancuernas y la carrera por Filadelfia, al ritmo de “Gonna fly now”, hasta lo alto de las escaleras del museo, acompañado por su nuevo perro Punchy es simplemente épico.
Rocky forma equipo con Paulie, Rocky Jr., Duke, Spider Rico (un antiguo adversario), su “novia” Marie y su hijo Steps y se van todos a Las Vegas.
La noche antes del combate, en una escena medio moñas, medio rara, Marie le trae una foto de Adrian para que le proteja y le da un beso en los labios para desearle suerte.
Llega la gran noche en el Mandala Bay y nadie da un duro por Rocky pero el estadio está abarrotado. Los comentaristas recalcan que es un combate de exhibición, “un entrenamiento magnificado” a 10 asaltos y sin estar el título en juego.
Mason “Frontera” Dixon entra al ring entre abucheos, mientras que, El potro italiano es elogiado y su nombre es coreado. Los púgiles se saludan y empieza el combate. Dixon comienza a golpear a Balboa tímidamente hasta que Rocky suelta algunos golpes al aire. Dixon continua golpeando a Balboa sin demasiada violencia, pero de pronto, El Potro consigue acertarle algunos golpes devastadores.
Acaba el primer asalto y Dixon advierte a su entrenador de los dolorosos golpes de Balboa. El segundo asalto comienza y Dixon golpea a Rocky hasta tirarle al suelo dos veces. El combate continua y Dixon sufre una fractura en la mano izquierda, momento en el que Balboa coge los estribos y encadena una serie de ganchos.
El combate se dramatiza con un filtro en blanco y negro y cámara leta. Rocky arrincona a Dixon y gana el tercer y cuarto asalto. Rocky se desploma en el quinto asalto, pero consigue recuperarse. Rocky recuerda a Adrian y recobra las fuerzas para ganar el sexto asalto, pero el séptimo y el octavo son para Dixon. El noveno asalto lo marcan unos flashbacks de Mickey, el antiguo entrenador de Rocky, y ambos adversarios intercambian unos demoledores golpes. Comienza el décimo y último asalto de la vida de Rocky: Dixon pone a Balboa de rodillas, Rocky recuerda las palabras que le dijo a su hijo: “No importa lo fuerte que golpeas si no lo fuerte que pueden golpearte, hay que soportar sin dejar de avanzar”, se levanta y fulmina los costados de Dixon. Pocos momentos después suena la campana.
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Todo ha terminado, Rocky elogia a su adversario y le agradece la oportunidad mientras se aleja del ring con el publico totalmente enloquecido por él.
Por decisión no unánime, el ganador del combate es Dixon. Rocky abandona el estadio lleno de orgullo por haber aguantado 10 asaltos con el actual campeón, pese a sus evidentes desventajas. Destaca un breve cameo de Ivan Drago (no interpretado por Lundgren).
En el cementerio le dedica el combate a su amada Adrian: “lo hemos conseguido, tú y yo”.
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El filme termina con los créditos rodando junto a imágenes de gente real subiendo las escaleras del museo y levantando los brazos tal como lo hace nuestro héroe.
Aquí termina esta gran saga de afán de superación, amor y drama, que tanto nos ha enseñado, tantos buenos ratos nos ha hecho pasar y tantos recuerdos nos deja. Así mismo, cierra mi primer ciclo en el blog, en el cual me siento como en casa y pronto os traeré más sorpresas.
Feliz semana santa y…¡Disfrutad de las cosas que os hacen felices!