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Reseña de Hijos de las ballenas: vidas hechas de arena, de viento y luz del sol

Cuando empiezo un anime lo que busco son esas escenas que te dejan clavado en la silla con la piel erizada. Esas escenas como en las que Karasuno marca el punto que hace la diferencia, aquella en la que Eren contempla como su madre es devorada o la última partida de gunji entre Meruem y Komugui. Siendo esto algo que cada vez me cuesta más encontrar, empecé Hijos de las ballenas sin demasiada ambición, como un anime más del montón. Hasta que llegó uno de los puntos de giro del primero al segundo acto que más en shock me ha dejado en mucho tiempo. De forma totalmente inesperada, a la par que inevitable, la voz en off del protagonista, Shakuro, nos acompaña hasta este punto que os recomiendo que descubráis por vosotros mismos. 513 personas viviendo a bordo de un barco que surca un infinito mar de arena y cuyas vidas “están hechas de arena, de viento y de luz del sol”.

Muchas personas vivían y dependían de un castillo que parecía de juguete y que se construyó en una isla y que estaba hecha de barro y ladrillos de adobe. A la gente como tú, que ha estado viviendo en un mundo inhóspito puede que le sorprenda saberlo. Esa isla lo era todo en el mundo que conocíamos.

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Con fondos que parecen pintados con acuarelas, y que por extraño que parezca encajan a la perfección con el diseño de personajes animados al estilo tradicional, la voz de Shakuro nos adentra a nosotros, espectadores colocados en el lugar de alguien que está leyendo sus crónicas, en una isla a la que sus habitantes llamaban la Ballena de Barro y que navegaba sin rumbo sobre un mar de arena. En la Ballena todo parece idílico, perfecto. La gente vive en paz pero desconoce casi cualquier cosa que vaya más allá de la isla. Además, el único inconveniente que parece preocupar a uno de los personajes principales, Suo, es la corta esperanza de vida que tiene un gran sector de la población a la que llaman “los marcados“. Resumiendo, y sin entrar en demasiados detalles, la trama se desarrolla de manera relajada, pero no por eso lenta, mientras los habitantes de la ballena van descubriendo los secretos del mundo y de la isla en la que viven, así como el porqué los marcados tiene una esperanza de vida tan corta. Pero ya os advierto de que esto solo es la silueta de todo lo que Hijos de las ballenas plantea.

Pese a que estos primeros capítulos que se han realizado por el momento solo denotan ser el principio de algo mucho más grande, todo parece seguir un camino muy bien hilado y que no va a dejar de sorprendernos. El mundo que se nos presenta desde cero denota estar bien construido y regido por sus propias normas que se van definiendo más y más tras cada giro argumental. Si visualmente ya es un anime precioso, la música lo acompaña a las mil maravillas y no solo acompaña, sino que forma parte del entorno y ayuda a transmitir uno de los puntos más importantes sobre los que se sustenta la trama: las emociones. Quizá sea por eso que su historia me haya cautivado con tanta facilidad, porque uno de los temas principales de una historia no pueden ser las emociones si dicha historia no consigue trasmitir nada.

 

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Sus doce capítulos se pueden ver en Netflix y el doblaje al español no está nada mal en mi opinión (excepto la voz algún personaje). Si no la habéis visto, recomiendo que le deis una oportunidad, al menos hasta el tercer capítulo, porque es una serie que, pese a que no vaya a convertirse en una de las grandes, tiene mucho que ofrecer. Fantasía, misterio, aventuras y algunos momentos que, a mí por lo menos, me maravillan. Personalmente, yo estoy servido. Eso sí, si esperas el típico shonen de solo acción, quizá esta serie no sea para ti. Pero si buscas algo un poco más sentimental y con estas líneas consigo que la veas y la disfrutes la mitad de lo que la he disfrutado yo, me doy por satisfecho.

A los que no se puedan esperar a una segunda temporada, cabe recordar que en España Milky Way Ediciones ha publicado el manga en el que basa este anime hasta el tomo 8 bajo el título Children of the Wales.

 

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