Ya falta un solo episodio para cerrar la primera temporada de Outlander: Sangre de mi Sangre y analizamos el noveno y penúltimo, cuyo título es Braemar. Creada por Matthew Roberts y basada en los personajes creados por Diana Gabaldon, la serie que es spin-off y precuela de Outlander puede ser vista por Movistar+ para España y Disney+ para América Latina.
Hola otra vez, forasteros y viajeros del tiempo. Bienvenidos sean a analizar un nuevo episodio de Outlander: Sangre de mi Sangre, en este caso el noveno y penúltimo de la temporada que, por cierto y en virtud de ello, ha tenido de todo, pero sobre todo muchos encuentros entre dos, además de hacer girar la historia en torno a la triste idea de que proteger a nuestros seres amados puede a veces significar tener que alejarnos de ellos, un planteo que, de modo separado, toca en este caso a los dos principales personajes femeninos de la serie en relación con las decisiones que se ven obligadas a tomar.
Pasemos pues a ver qué nos ha dejado el capítulo no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos.
El Tío Malcolm
Los Fraser han recibido invitación del conde de Mar (Craige Els) para participar en sus tierras de una cacería de jabalí a la cual asistirán todos los clanes,incluidos los Grant y los Mackenzie, lo cual alienta en Julia esperanzas de encontrarse con Henry y en Brian de hacerlo con Ellen.
Recién regresado de su gira curativa y listo para consumar en breve su matrimonio, Lord Lovat se muestra entusiasmado y Julia necesita que la lleve con él al castillo de Braemar, que es donde se realizará el encuentro. Por tal razón, y con el apoyo de Brian, logra convencerlo de que el evento es una buena oportunidad para presentar a su heredero al resto de los clanes, que verán así cumplida la profecía. Traicionado por su habitual soberbia, el viejo muerde el anzuelo y accede a llevarles consigo, tanto al bebé como a ella…
Los Grant también piensan asistir, pero la novedad es que ha llegado desde Londres el tío de Malcolm (Simon Merrells), que también se llama Malcolm y que, esquivando el disparo por elevación que le hace su sobrino al echarle en cara no haber asistido al funeral de su propio hermano, ha venido con ínfulas de tomar control de las cosas habida cuenta de la inexperiencia del joven Malcolm en diplomacia y negocios familiares..
De hecho, y enterado del próximo matrimonio entre este y Ellen Mackenzie, acude a Leathers para conocer a la muchacha como si de él dependiera la aprobación final de la boda. Al principio, la conversación entre ambos se conduce con amabilidad, aunque se advierte una tensión contenida que queda liberada cuando él pone en duda su conducta.
Ellen adjudica su pregunta a los rumores de días previos y le pone al tanto de que ya se le ha hecho la correspondiente prueba y salido virtuosa. Con falsa amabilidad, él lo acepta y celebra pero, antes de irse y sin sutileza alguna, la amenaza con arrancarle el corazón si llega a romper el de su sobrino.
Una sombra de preocupación tiñe el rostro de Ellen, que comenta luego el asunto con Fitzgibbons y esta le sugiere que, por su propia seguridad, no se acerque ni tan siquiera mire a ningún hombre durante su estadía en Braemar y mucho menos a Brian…
El Esposo de mi Esposa
Llega el día del evento y todos los clanes están allí, inclusive unos asesinos a sueldo conocidos como Shadowglass que, desde luego, no lucen amistosos. Los encuentros están, claro, a la orden del día y Ellen cruza desde la distancia su mirada con la de Brian. Desoyendo la amenaza del tío Malcolm y el consejo de Fitzgibbons, se reúne con él aparte y concertan encontrarse más tarde en una iglesia de las cercanías, de modo similar a como ocurriera en el Beltane, aunque ya veremos que esta vez las cosas van a ser muy distintas…
El otro gran encuentro que se veía venir es el de Henry y Julia, mostrándole ella al pequeño William por primera vez. El momento íntimo de la pareja, no obstante, es interrumpido por Lovat que, intrigado, pregunta por la identidad del caballero que habla con su esposa. El rostro de Henry, desde luego, se tiñe de un tono sombrío al oír esa palabra mientras Julia lo presenta como un ferviente seguidor de la profecía que, como tal, mostró interés en el niño.
Por supuesto que Henry no entiende nada y, al oír su acento, Lovat se sorprende de que un sassenach muestre interés por una profecía escocesa. La expresión con que Julia mira a Henry revela a las claras que quisiera decirle algo, pero no hay oportunidad y nos preguntamos por qué no le puso antes sobre aviso de alguna forma. Será el propio Brian quien, más tarde, le ponga al corriente de todo lo ocurrido y la situación en que su esposa se halla, procurando hacerle entender que todo cuanto ella hizo fue para proteger al niño…
Mitín Encubierto
La gran sorpresa para muchos de los asistentes al evento y, especialmente para los Grant por su condición de lealistas, llega cuando el conde de Mar cita a todos y les presenta a un invitado especial que no es otro que Rob Roy, a quien perdiéramos de vista durante el episodio anterior. La expresión de Malcolm es, desde luego, de asombro por tratarse, a sus ojos, de un forajido y enemigo de la Corona…
Rob pronuncia un encendido discurso llamando a la unidad contra los ingleses que desde hace tanto tiempo les vienen explotando y proclama la firme necesidad de llevar un Estuardo al trono británico. La reunión, de pronto, se ha convertido en un mitín jacobita como aquel de la taberna y salta a la vista que lo de la cacería fue un mero disfraz.
No solo los Grant lucen preocupados. También Colum, dado que su hermana está justamente por contraer matrimonio con uno de ellos y cada vez que la causa jacobita se cruza de por medio, teme en su servil obsecuencia que todo se vaya a ir al demonio, especialmente el dinero que esa unión podría darles.
Pero lo peor llega para él cuando Rob Roy se encuentra con Dougal y le reclama por el cofre de dinero que en su momento había llevado para la misma y que, al parecer, fue incautado y devuelto a los Mackenzie por los soldados ingleses (por fin sabemos cómo fue que lo tenían de regreso). En privado, Colum le recrimina duramente por tejer a escondidas alianzas con los rebeldes sin su autorización y al punto de entregar desvergonzadamente el dinero de la dote de Ellen.
Dougal se ampara en sus atribuciones como jefe de guerra, pero Colum está fuera de sí y le recuerda quién es el jefe del clan, impeliéndole a que suelte todos los demás secretos que se venga guardando. Buscando entonces recuperar la confianza y como no podía ser de otra forma, Dougal le cuenta entonces lo de Ellen y Brian…
El Velo de la Infamia
Tras el mitín jacobita, el pérfido y acomodaticio Lovat se acerca al conde de Mar para decirle que coincide con sus palabras y comulga con su causa, tras lo cual le pone al tanto de la existencia de su heredero y le advierte que hay allí mismo quienes complotan en su contra, obvia referencia a los Grant.
Su lengua bífida, sin embargo, es oída por el tío Malcolm que, trocando las cartas a su favor, le pone en ridículo ante todos los presentes por haber intentado manchar la dignidad de Ellen Mackenzie.
No estando Simon enterado de la prueba de virginidad, no entiende nada y le recuerda que fue él quien les advirtió sobre la conducta de la muchacha, pero el tío Malcolm le pone inmediatamente en vereda al anoticiarle que la prueba reveló que ella no tiene mancha alguna y le acusa de sembrar mentiras en su propio beneficio. El conde, hasta allí espectador silencioso, decide dar por concluida la conversación mientras Lovat se siente morir y nos gusta…
Paradojas
Colum no cabe en sí de la furia, pues siente que tanto Dougal como Ellen le han traicionado y, al hacerlo, puesto irresponsablemente en peligro la alianza con los Grant, que es lo que más le preocupa.
Desencajado, acude a increpar a Ellen por no solo haberse relacionado con el clan de los enemigos de su padre, sino también por intimar con un bastardo. Cuando amenaza con matarlo, ella le replica que, en caso de hacerlo, hará que Malcolm corte la ayuda económica a los Mackenzie una vez que sea su esposa. Acorralado y ante la posibilidad de perder justamente lo que más desea, Colum acusa recibo y, mordiendo rabia, se compromete a no tocar a Brian ni hacer que otro le toque. Pero, claro, ello implica como contrapartida que Ellen no le siga viendo…
Esta se encuentra después con Julia, a quien siempre estará agradecida por todo lo que ha hecho en pos de lo suyo con Brian pero, tristemente, la pone al corriente de que ya no puede seguirle viendo. Julia, a su vez, le transmite todo su dolor por Henry, de quien duda que entienda que si se casó con Lord Lovat fue para proteger a su hijo y si mantuvo la farsa delante suyo fue para protegerle a él.
Oyéndola, Ellen reflexiona sobre la paradoja de que, para proteger a quienes amamos, debamos sin embargo muchas veces quitarles de nuestras vidas, lo cual, como su rostro evidencia, no puede menos que relacionar con su propia historia con Brian…
Un mortificado Henry, mientras tanto, se cruza con su amigo Ned. Tras ponerle al corriente de los últimos sucesos en relación con Julia, se muestra furioso y resentido con los Grant por haberle mentido con que ella y el niño estaban muertos. Pidiéndole ayuda para escapar y llevarse de allí a ambos, le entrega una carta para que se la entregue a Julia, lo cual Ned se compromete a hacer aun a pesar de lo mucho que se expone…
Mal Día para Brian
Habida cuenta de la amenaza vertida por Colum y del compromiso por ella acordado a los fines de que no la cumpla, Ellen va a ver a Brian en el sitio concertado, pero cuando este se alegra de su presencia, ella le espeta en pleno rostro que no lo quiere ni nunca le quiso e incluso le recuerda cruelmente su condición de bastardo…
Al marcharse, desde luego, ella llora por lo que se ha visto obligada a hacer mientras él se queda sin entender nada, pero sus problemas no acaban con el desplante amoroso. Al regresar junto al resto del clan, un furioso Lovat le echa en cara su inutilidad pues, de acuerdo a las noticias por este recientemente recibidas, la muchacha Mackenzie sigue siendo virgen, lo que a sus ojos significa que ni siquiera fue lo suficientemente hombre para desflorarla. Negándole pues como hijo, le descasta echándole de la familia…
Pero la cosa tampoco termina allí para Brian, pues Colum se ha comprometido con Ellen a no hacerle daño, pero no así Dougal, quien ha contratado a los Shadowglass que, en los bosques, le persiguen arrojando flecha tras flecha. Cuando parecen ya estar a punto de ensartarlo, la impensada ayuda llega de quien menos se espera pues, apareciendo de la nada misma, Murtagh se echa sobre él y le oculta de los Shadowglass que pasan a la carrera sin verles (¿ a alguien más se le cruzaron por la cabeza los Hobbits ocultándose de los Nazgul?).
Sorprendido, Brian le dice que creía que lo odiaba, pero Murtagh sentencia que si alguien va a matarlo será él mismo, dicho lo cual le lleva en procura de los caballos que ha dejado en las cercanías y con los cuales huyen al galope.
Postura Estratégica
El conde de Mar convoca a todos los clanes para preguntar quién está de acuerdo con sumarse a la causa. Todos dan el sí, pero hay silencio de parte de Malcolm que, sin embargo, oye con sorpresa a continuación cómo su propio tío se declara a favor.
Contando pues con unanimidad de apoyo, el conde planta una bandera escocesa y proclama a James Stewart (Estuardo para nosotros) como soberano de Escocia, Inglaterra, Gales e Irlanda: abiertamente una declaración de guerra contra la Corona. En ese momento, sin embargo y en imagen altamente alegórica por sus implicancias de mal agüero, la cima del asta se suelta y rueda por el campo presagiando quizás la derrota de que la historia da posterior testimonio.
En privado, Malcolm increpa a su tío por lo que hizo, pero este le hace ver que debió actuar con inteligencia ante la premura de la situación sin que ello signifique que adhiera o apoye a los rebeldes. Sorprendido, su sobrino le felicita por su manejo político, aunque mantiene sobre él una mirada recelosa al verle alejarse.
De Regreso
Julia y Henry, en tanto, se encuentran en el río según lo pautado. Ella le pregunta si le perdona, pero el esposo más correcto del mundo responde que no hay nada que perdonar. Cuando él, a su vez, pregunta por el bebé, ella le dice que está con la nodriza y que le busque en Leoch por una señal que dejará en un árbol.
Al marcharse Henry, de entre la vegetación circundante emerge Seema, la muchacha que ha estado haciendo las veces de Julia cuando él la daba por muerta y la mirada de frustrado enamoramiento con que le sigue no parece por cierto presagiar nada bueno…
El encuentro en Braemar ha terminado y Malcolm se despide de Ellen mientras esta sube al carruaje para regresar a Leathers, pero al ponerse el vehículo en marcha, la joven se cruza miradas de hielo con Colum, que está a su lado, sin que haga falta que se digan nada…
Balance del Episodio
En líneas generales me ha gustado el capítulo. Ha sabido mantenernos expectantes de cada encuentro y cada subtrama sin quitar fuerza a la trama principal, además de reintroducir el contexto histórico, lo cual siempre es bienvenido pues está visto que la serie (y en general el universo Outlander) tiene mejores cimientos cuando sus encuentros y desencuentros tienen como fondo a la historia misma.
Sí que se presenta un escenario complicado de aquí en más. O varios. Sabemos, de hecho, que el intento de fuga por parte de Henry y Julia no puede terminar bien, y nos hiela la sangre lo que pueda tener en su obtusa mente el despiadado Lovat si se entera, como parece verse venir, que el hijo no es suyo y que ellos son esposos.
Y lo curioso es que nos gusta tanto verle sufrir (la jugada del tío Malcolm fue genial) que, por un lado, queremos que se entere pero, por otro, no nos gusta pensar en las eventuales consecuencias para la pareja: un quiero y no quiero que, de alguna manera, es el juego más típico del universo Outlander y que mejor sabe hacer, como cuando nos irritamos por las desmesuras y lugares comunes, pero a la vez queremos enfermizamente seguir viendo…
Y si hacía falta una pieza más en el juego de los esposos Beauchamp, la súbita reaparición sobre el final de Seema, a quien la mayoría habíamos ya olvidado o creído fuera de la trama, introduce un elemento más de morbo, pues la aprensiva mirada con que ve a Henry alejarse (tanto en el sentido literal como en el otro) habla a las claras de un enamoramiento que no preveíamos y puede traer consecuencias nefastas. No sería raro que sea ella quien termine entregando a la pareja y delatando su intento de fuga…
Además, eso arroja un ingrediente corrosivo extra sobre la relación entre Henry y Julia, pues mientras ella le ha pedido perdón por su obligada “infidelidad”, él nunca dijo nada de la suya y tampoco se nos ocurre cómo va a justificarla: no incurrió en la misma para protegerse a sí mismo ni mucho menos a ella, sino para alimentar su propio morbo y mantener en su cabeza la imagen de Julia, lo cual no creo que la convenza o, al menos, no lo haría con ninguna esposa.
Pero sabemos que en el mundo Outlander pasan cosas raras que jamás ocurrirían en el real y ya hemos visto la misma situación más de una vez entre Jamie y Claire que, sin embargo, no solo lograron perdonarse y aceptarse mutuamente, sino hasta estimular su propio morbo con lo que cada uno haya hecho con el tercero en cuestión, uno de los tantos fetiches a los que, como al látigo, este universo se empeña en recurrir.
Lo de Ellen y Brian también está complicado o, mejor dicho, mucho más que antes pues, con todo el dolor del mundo, ella se ha visto obligada a sacárselo de encima. Nos queda la pregunta de por qué no le expuso directamente la verdad en lugar de destruirle el corazón, del mismo modo que por qué no puso Julia a Henry sobre aviso de su situación antes de que él se anoticiase por propia cuenta y sin anestesia. Parece como si las mujeres de la historia encontrasen un sádico placer en hacer sufrir de amor a sus parejas masculinas.
Pero aquí mandan las reglas del folletín y ningún folletín funciona si no hay un triángulo y una muchacha que elige al galán equivocado. Lo bueno es que no han caricaturizado ni estereotipado a Malcolm como sí lo han hecho con Lord Lovat, sino que, con el correr de los episodios, se ha revelado como uno de los personajes más interesantes de la serie y un villano no convencional al que nos cuesta odiar porque nunca se portó con Ellen de modo cruel ni desalmado, sino más bien lo contrario. Si se me permite una comparación y cambiando Escocia por Kansas, me remite un poco al Lex Luthor de las primeras temporadas de Smallville.
Y en un universo en el cual la mayoría de los personajes carecen de matices, es bueno que haya quien los tenga y merece en tal sentido destacarse el buen trabajo de Jhon Lumsden, alejado de cualquier estridencia o sobreactuación como las que a veces caracterizan a quienes encabezan el elenco, con la sola excepción de Hermione Corfield (Julia).
Y ya que hablamos de personajes, dos nuevos en este episodio. Del conde de Mar no sé bien qué decir porque hasta ahora no ha mostrado gran cosa y lo suyo tiene claramente más que ver con la trama histórica que con el derrotero sentimental de los personajes principales. El tío Malcolm, en cambio, pinta más relevante y es tan hábil como inescrupuloso, convirtiéndole ello en un personaje infinitamente más interesante que Lord Lovat, por ejemplo, sumado a lo grato de ver en la serie a un gran actor como Simon Merrells, habitual e injustamente condenado a personajes secundarios.
Cabe preguntarnos, eso sí, por qué esperaron al noveno episodio para introducirle, como también por qué se les ocurrió darle el mismo nombre que a su sobrino. Cierto es que en esa época no había la variedad de nombres que existe hoy y que, dentro de las familias, solían repetirse más o menos siempre los mismos, pero para la ficción solo aporta confusión y para quien escribe dolor de cabeza, pues les aseguro que es molesto e incómodo tener que diferenciar todo el tiempo tío y sobrino para que ustedes, los lectores, sepan de quién diablos está uno hablando.
En definitiva, ha sido una entrega correcta y tenido lo que debe tener un penúltimo episodio para dejar varias mechas encendidas de frente al último, en el cual seguramente seguirán saliendo secretos a la luz, no para nosotros sino para los personajes de la serie, cuyos guionistas tienen la habilidad suficiente como para mantenernos prendidos merced al recurso de hacernos conocer algo que los personajes ignoran, lo cual, salvando las diferencias, funciona bien desde Alfred Hitchcock a esta parte.
Les espero para analizar el final de temporada. Hasta entonces y sean felices…