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Análisis de Pam & Tommy. Miniserie. Episodio 8. Final

Con un cierre altamente emotivo, llegó a su final Pam & Tommy, la miniserie que, creada por Evan Godberg y Seth Rogen, se basa en el escándalo sexual que en los años noventa tuviera como protagonistas a Pamela Anderson y Tommy Lee. Disponible en Star+, la plataforma adulta de Disney+.

Bienvenidos a otro encuentro con Pam & Tommy, hoy para analizar el octavo y último episodio de una miniserie que ha sido, en general, muy sólida y, lejos de toda frivolidad, ha constituido una mirada muy aguda sobre la sociedad de consumo en los tiempos de internet.

Lily James y Sebastian Stan han vuelto una vez más a lucirse en una muy emotiva entrega final. Pasemos ya mismo a analizar este episodio de cierre para hacer un balance de la miniserie en su totalidad. Cumplo en advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA y les recuerdo que pueden echar ojo aquí a nuestros análisis anteriores.

Todo mal para Tommy

El episodio se inicia en junio de 1996 y vemos a Tommy junto a los Mötley Crue promocionando su nuevo álbum, al cual se jactan de haberle dado un sonido actualizado y… ¡por fin suena la banda en la serie! Ups, falsa alarma: lo que está sonando no es Mötley Crue aun cuando se supone que sí, sino Isaac Carpenter con un tema compuesto por él, así que, finalmente y por alguna cuestión de derechos, la banda de Tommy Lee jamás sonó en toda la serie.

Lo interesante es que están dando un show en el estacionamiento de Tower Records, mismo lugar en que fuera vendido por primera vez el vídeo de la discordia. Y hay que destacar lo creíble que se ve Sebastian Stan a la batería.  Aun cuando no sea él quien está tocando de fondo, en cada movimiento es un baterista y en cada gesto es Tommy Lee.

El Mötley Crue versión noventa, sin embargo, no parece convencer a quienes llegan luciendo en el pecho nombres de bandas de Seattle y no en vano así se llama el episodio…

Tommy no sale de su incredulidad cuando se les informa que en un show organizado por MTV no serán ellos los encargados de cerrar sino que, por el contrario, abrirán como teloneros de Beck, por aquellos días, para la crítica, niño tan mimado como después olvidado.

A Tommy se le reconoce más por el vídeo que por su música, mientras no paran de hacerle bromas o felicitarle por su “manguera”, al punto que Nikki Sixx tiene que sacarle de algún pleito antes de que pase a mayores. Insisto: esta versión de Nikki es casi una vecina adorable.

Todo Mal para Pam

En cuanto a Pamela, su embarazo va en progreso, pero lo profesional no le sonríe: ha dejado Los Vigilantes de la Playa después del escándalo y tras el fracaso estrepitoso de Barb Wire, audiciona sin suerte para distintos filmes.

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Queda fuera de L.A. Confidential a manos de Kim Basinger (a quien ese papel le valdría después un Oscar) y no la consuela que le digan que perder contra ella no es ninguna vergüenza.

Tampoco queda para Austin Powers, en donde pierde a manos de Elizabeth Hurley, mientras Tommy se pregunta quién diablos es. Se siente muy humillada y no cree justo que su carrera haya terminado con Barb Wire, pero todo parece evidenciar que así es (y de hecho, así fue).

Para colmo de males, Nikki llama a Tommy para pedirle que entre al navegador de internet y vea que están ofreciendo el vídeo para descargar en forma gratuita. Brillante escena con Nikki haciendo esfuerzos denodados para explicarle por teléfono cómo conectarse a internet y cómo ingresar al sitio: Tommy, a lo largo de la serie, se ha mostrado como un neófito en la materia.

El portal que ofrece el vídeo es Club Love, dependiente de Internet Entertainment Group, lo cual nos conduce nuevamente a Seattle pero, en este caso, a Seth Warshavsky, empresario de pornografía en internet al que conociéramos episodios atrás.

Que las imágenes estén ahora al alcance de cualquiera es devastador para la pareja, pero sobre todo para Pam, que se siente humillada a más no poder y, encima, Penthouse la sacó en portada tras haberle ganado el pleito judicial.

El abogado no les da mejores noticias al hablarles de cuán lentas pueden ser las apelaciones o lo difícil de ganar una causa contra un sitio de internet. Pam entiende trágicamente que no es dueña de su propia intimidad ni de cuándo y cuánto mostrar su cuerpo. Un recorrido por el público virtual muestra a los cibernautas masturbándose frente al monitor.

Todo mal para Rand

¿Y qué pasa con Rand? Con los puños ensangrentados, se presenta a Butchie con solo 1100 dólares para decirle que no puede seguir aporreando deudores para él: la violencia no es lo suyo. Su discurso, al borde del llanto, parece conmover a Butchie en alguna forma, pues le dice que le consiga solo diez mil dólares y considerará cancelada la deuda.

Se dedica a los robos, pero está claro que tampoco es lo suyo. Al entrar en un domicilio fingiendo ser repartidor de pizzas, ve que en el ordenador se está reproduciendo el famoso vídeo y queda prendado de ello mientras el dueño de casa huye a sus espaldas.

Se siente mortificado por lo que ha hecho a Pam y parece haberlo afectado aquella pregunta de Tommy acerca de si ella merecía lo que le había hecho.

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Se le ve como ausente y hasta le pide perdón a una cosplay de Pamela en el circuito turístico de Hollywood e, incluso, a la misma Pam en persona en momentos en que la ve en auto junto a Tommy: termina casi atropellado.

Dinero Sucio

Warshavsky, a todo esto, está feliz por los resultados del vídeo, pero no gana dinero, salvo, claro, por publicidad. No conforme con ello, hace una inesperada visita a la pareja, abogado de por medio y ante la furiosa mirada de Tommy.

Su propuesta es comprarles los derechos de la filmación y dejar de ofrecerla gratuitamente. Ello le implicaría, según dice, una pérdida del noventa y cinco por ciento en visitas pero, por contrapartida, un fuerte ingreso si el restante cinco por ciento paga para ver el material. Sería, además, mejor para la pareja al ser el vídeo visto por mucha menos gente.

A ninguno de los dos le interesa y Tommy lo manda a la mierda pero, siempre cínico y sonriente, Warshavsky les deja una copia del contrato para que lo evalúen.

Una vez que se marcha, el abogado les recomienda considerarlo. Pam lo hace: aun cuando siente que se está vendiendo, sería el menor daño posible y ya se está resignando a que el mundo funciona de ese modo. Tommy, en cambio, no quiere saber ni media palabra…

A los efectos de escapar a tanta vorágine, él le ofrece a Pam un viaje al Lago Mead, donde, justamente, se hizo aquella filmación. Él luce cansado al volante y Pam recomienda hacer una detención.

En el hotel, todo el mundo les reconoce y son perseguidos hasta la puerta del ascensor; una vez dentro del mismo y libres del acoso, otra pareja sube en el siguiente piso con un niño y se quedan viéndolos como envidiando su paz.

Tarde en la noche, Pam despierta y no encuentra a Tommy en la cama. En el bar del hotel, le encuentra alcoholizado y prendido con desconocidos en bromas sobre su propio desempeño sexual. Ofuscada, regresa a la habitación y para cuando Tommy también lo hace, ya no está.

Tomando prestada una moto, va tras ella de vuelta a la casa.  Durante algún rato, Pam no suelta palabra y él se pone violento: no le hace específicamente daño, pero luce desencajado y golpea lo que tiene a mano. Cuando, finalmente, ella le habla, es para pedirle que firme el contrato que les ofreció Warshavsky; Tommy la mira con incredulidad, pero termina aceptando.

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El vídeo ha dejado de ser gratuito y el sitio está, desde ya, obteniendo importantes ganancias, pero Warshavsky se queda de que la calidad de la imagen no es buena y podrían ganar más procesando el material original.

Ello, obviamente, le conduce a Rand, quien, en un principio, solo recibe la propuesta con insultos. Pero está claro que, a la larga, Warshavsky siempre se sale con la suya y Rand cambia de actitud cuando le ofrece diez mil dólares, exactamente el monto que Butchie le pidió para cancelar su deuda.

Una vez con el dinero en mano, sin embargo, le asalta la duda ética: en lugar de llevárselo a Butchie, se lo deja, envuelto y con una nota, a su ex esposa Erica, en forma de pago por sus llamados telefónicos a Holanda y los gastos de divorcio. Adosa una nota con una frase tomada de una canción de Sting: “Si amas a alguien, déjalo libre”.

No Todo está Mal

Mientras la carrera cinematográfica de Pamela se hace trizas y el nuevo álbum de la banda de Tommy ocupa cruelmente los anaqueles de liquidación, llega al mundo el bebé de ambos: una flor entre tanta borrasca. Ella hace cambiar el tatuaje de sus dedos de “Tommy” a “Mommy” (mami) y se advierte en sus ojos que ha encontrado por fin el solaz a tanto manoseo y humillación.

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Las leyendas finales nos dicen que pidió el divorcio de Tommy en 1998 luego de un episodio de violencia doméstica en la cocina que él no negó y terminó con una condena de seis meses de prisión. Aun así, volvieron a estar juntos pero no duraron y, a pesar de la tumultuosa relación, cada uno de ellos se refirió siempre al otro como “el amor de su vida”.

Balance Final

La miniserie ha cerrado a la altura de lo que propuso: una reflexión ética sobre lo privado y lo público. El mundo que presenta es el mismo en que vivimos, más allá de variaciones locales, regionales o nacionales: era impensable un final feliz pero, más allá de cualquier sensación amarga, no todo termina mal y hay alguna luz de esperanza.

El principal mérito de la serie ha sido apartarse de la frivolidad o del cotilleo: la historia del escándalo que envolvió a Pamela Anderson y Tommy Lee daba perfectamente para eso, pero, en un gran acierto, ha sido usada más como medio (o excusa) que como objetivo.

Es cierto que si las actuaciones no hubiesen estado en consonancia, quizás hablaríamos ahora de un resultado diferente, pero el compromiso que la dupla actoral protagónica ha asumido con sus personajes ha sido notable tanto desde lo físico como desde lo gestual, algo sobre lo cual hemos venido hablando durante los distintos análisis.

El trabajo de Lily James ha sido descomunal e, insisto, sería una injusticia que no estuviese nominada para el Emmy. Lo de Sebastian Stan no se ha quedado atrás: cualquier imagen de inexpresividad que nos hubiese dejado en las películas o series del MCU ha quedado borrada, por no hablar del admirable compromiso de aprender a tocar la batería para hacer más creíble su personaje.

Pero no dejemos de mencionar al tercero en cuestión: Seth Rogen, también showrunner de la serie, quien ha compuesto magistralmente un personaje lleno de dudas, inseguridades y dilemas morales.

Haciendo un balance sobre cómo ha sido tratado cada uno, Pam es quien mejor la lleva: es la principal víctima y ello da lugar a un enfoque feminista que nunca es obvio ni burdo por más funcional que le sea la historia. Algo de eso vemos también en Rand, que dándose cuenta de lo que le ha hecho a Pam, es capaz de extrapolarlo al modo en que ha tratado a su ex pareja.

El final de su personaje es bastante abierto: no sabemos cómo se las apañará para saldar su deuda con Butchie y probablemente él tampoco, pero aun así eligió el camino ético que, como suele ocurrir, es el más difícil. El futuro, una incógnita…

Y no es el único que juega con la ambigüedad moral: todos acaban por tomar decisiones que están reñidas con sus propias conciencias. Pam acepta lo que condenaba: vender su imagen, lo cual es, de modo paradójico, la salida más decorosa posible. Tommy acaba firmando el contrato para no perderla: a la larga no funcionó…

Es evidente que hay muchas licencias que se incrementan hacia el final. Los dos últimos episodios están llenos de hechos incomprobables, pero que sirven a los efectos de transmitir una idea al espectador: es allí y no tanto en ceñirse a los hechos donde reside el espíritu de la propuesta.

Y en cuanto a Seattle, título del último episodio, es una perfecta síntesis de la desgracia de la pareja. Es la ciudad en la cual se gesta la nueva escena musical norteamericana desplazando, por ejemplo, a Mötley Crue, así como también la ciudad desde la cual Warshavsky comanda la industria pornográfica de internet.

Y si decimos que no todo termina tan mal es porque la actitud final de Rand, de algún modo, lo redime, pero fundamentalmente porque el bebé de Pamela se convierte en su salvación cuando ya no le queda nada.

Sigo insistiendo en que Tommy hubiera merecido un mayor tratamiento como personaje: a diferencia de Pam, nos quedamos sin saber nada sobre su pasado o qué lo llevó allí.  Su relación con la música o con su banda están tocadas de modo muy tangencial, por no decir superficial, y ni hablar de algunos recursos grotescos, llevándose las palmas el pene parlante.

Pero en el balance final, hemos visto una serie que, aun pecando de tempranero, se me ocurre que estará entre las mejores del año. ¿Lo ven así o no están de acuerdo? No duden en dejar su opinión y, desde ya, gracias por haberme acompañado durante todas estas semanas.

Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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