Bienvenidos, hijos de una cabra, a este mundo subterráneo de bestias y hombres. El ecuador de Predicador ha llegado. Pero la serie no da tregua, y yo tampoco. Si queréis poneros al día, cosa que os recomiendo encarecidamente, os dejo aquí este típico enlace con los análisis de todos los capítulos anteriores. Y si estáis preparados para abrir vuestro propio ataúd, seguidme al análisis del quinto capítulo de la tercera temporada de Predicador.
Al fondo de Angelville
Jesse y Tulip comentan tranquilos la idea de matar a la abuelieta, cuando Jody y T.C descubren que el vampiro ya no está. Y como no son tan estúpidos, atan cabos rápido. Así que volvemos a las épicas peleas de Custer y O’Hare contra el mundo. Pero el mundo es más duro en Angellvile, y la pelea acaba con Jesse siendo ahogado por el conjuro de su abuela, y Tulip teniendo que rendirse. Y como todo motín fallido conlleva un castigo, Jesse paga las consecuencias a la manera que ya habíamos visto en temporadas anteriores. En un ataúd sumergido en el lago.
Así que ahí tenemos a Jesse, listando las capitales de los USA, cantando… volviéndose totalmente loco. Jesse imagina ser un Sheriff del oeste, con su placa y su gorro. Esta toma, que puede parece una gilipollez, no hace sino recordarnos que, por muy hundido en Angelville que se encuentre Jesse Custer, hizo una promesa hace mucho tiempo: que siempre sería uno de los buenos. A modo de palacio mental cual Sherlock, Jesse idea un plan en su subconsciente. Un plan para el que necesita toda la ayuda que hábito de predicador y su hábito de fumador puedan darle. Solo un buen montón de cigarrillos, algo de suerte, y adiós al ataúd, y al lago.
Tulip rompe un conjuro
Tulip, por su parte, se encuentra encadenada a la cama. Tulip O’Hare no carece de valor, pero tal vez a veces no use toda la cabeza que Dios le dio. Y, amigo, si tienes la cabeza en tu sitio, no le tocas los ovarios a una vieja bruja que, literalmente, se alimenta del espíritu. Con Jody como perro guardian, Tulip cree que va a poder zafarse de la casa pronto. Pero Joody no solo es grande y feo, también es cruel y observador.
Y si Jody tiene sus puntos sorprendentes, también los tiene T.C, que intenta desesperadamente que Madame L’Angelle no absorba el alma de Tulip, quizá por que en el fondo le cae bien, o quizá porque teme la ira de Jesse si su abuela se atreve a ello. Así que le propone a la vieja bruja jugar. Si, jugar. Jugar a los personajes como preludio a unos momentos de pasión que nunca llegan. La vieja bruja es vieja, y ni con toda su fuerza de voluntad, consigue T.C el ánimo para darle algo que la distraiga. Así que solo quedan una opción: Tulip.
Pero mi siempre feroz Tulip se ha deshecho ya de de Josy cuando T.C sube a buscarla, y se ha cargado a la vieja bruja para cuando Jessse llega a la casa. Pero Madame L’Angelle protegía su vida con fiereza, y ligo su propia vida a la de Tulip para salvaguardarse. Dos minutos de muerte real y una visita de Dios mediante, bruja y Tulip vuelven a la vida. Como si fuera tan fácil deshacerse de los enemigos… Y si no, preguntadle a ese viejo Santo de los Asesinos. Pero la vieja anciana está débil, y si su corazón deja de latir, también lo hará el de Tulip. La vieja necesita un alma.
El Mesías y sus consecuencias
¿Echábais de menos a Humperdoo? Porque yo sí. Herr Starr sigue empeñado en que el vástago de la semilla divina esté a la altura de su nombre, pero parece que los progresos son pocos. Y, por fin, podemos ver al superior de Starr. Al Gran Padre, titulo acorde al hombre que nos presentan, un descomunal y sudoroso… ¿Cardenal? ¿Obispo? No estoy muy al día con los puestos en la Santa Sede. Lo que está claro es que es alguien a quien temer, por la forma de comportarse de Starr. El Gran Padre pide a Starr comprobar las habilidades de Humperdoo, o al menos una de ellas. Después de ver a Humperdoo bailar claqué, el Gran Padre se rie (o lo intenta), y todo el Grial suspira. Ahora bien, nuestra vieja amiga Jenny tiene un plan…
Cassidy está en Nueva Orleans. El caso es que en un mundo donde Dios se viste de perro de látex y el demonio tiene una secretaria llamada Sandy, nada debería sorprenderme, Pero me sorprende que exista una aplicación llamada Bite Me (Muérdeme), algo así como el Tinder vampírico. Por supuesto, igual que en el Tinder normal, la mayoría son falsos. Y Cassidy tiene que enfrentarse a una locatis que se cree vampiresa. Nada que no se arregle con dos botellas de licor y medio bote de tranquilizantes para caballos. Con ese pedo del quince, Cass hace el papel de secuestrado para Starr… hasta que lo secuestran de verdad, y dejan K.O a Herr Starr. Por desgracia para él, los secuestradores no son amigos… solo son un grupo de tocapelotas imbéciles llamados “Los hijos de la Sangre”. Pobre, pobre Cass.
La opinión de Sofía
El capitulo me ha gustado, porque toda la trama de Herr Starr y Humperdoo me parece maravillosa. Pero me empiezo a impacientar por la aparición de Hitler y Eugene. Creo que la trama de Angelville ha dado de sí todo lo que podía dar, y espero que los dos tortolitos se la liquiden pronto (y a la vieja) para reencontrarse con Cass y enfrentarse a su verdadera misión: patearle el culo a Dios.
Estoy algo desconcertada con el tema de los falsos vampiros, si os soy sincera. No quiero desconfiar de Preacher, que no suele dar puntada sin hilo, pero me parece todo un poco improvisado. Aunque tal vez los Hijos de la Sangre nos traigan un par de buenas historias. No olvidemos que la mayor lección que hemos aprendido de Preacher es que hay un motor ingente e infinito para la maldad: la estupidez.
Si lo consiguen o no, lo sabremos la semana que viene. Hasta entonces… Sed felices.
