Nuevo episodio de Riverdale y, por lo tanto, nuevo análisis. Hoy nos ocupa el noveno episodio de esta temporada final o, si lo prefieren, capítulo 126 del listado total: su título es Doble Resumen de Betty y Veronica. La serie, creada por Roberto Aguirre-Sacasa, es emitida por The CW y para España por Movistar+.
Hola otra vez, riverdaleros. Aquí estamos una vez más para analizar otro episodio de Riverdale, en este caso el noveno de esta séptima y última temporada. Showrunner y guionistas parecen interesados en contarnos historias independientes con respecto a la trama principal y se agradece.
Esta entrega, en particular, ha girado de manera separada en torno a Betty y Veronica, dejándonos una lectura interesante sobre la moralidad y un maravilloso homenaje al cine clase B de los cincuenta. Hay mucho para comentar, así que pasemos ya mismo al análisis no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos de la serie.
Fantasías de una Rubia
Como es habitual, tenemos relato inicial en off de Jughead, que se encuentra devastado por la muerte de su ídolo y mentor, el escritor Brad Rayberry. De hecho, lo pasa releyendo sus libros en Pop´s mientras reflexiona acerca de lo lento que pasan los minutos cuando se pierde a alguien querido.
Un cartelón con la clásica tipografía de los cómics de Archie reza el nombre Betty, anunciándonos así que lo que viene tiene que ver con ella. El doctor Werthers ha dictaminado que lo de las Vixens no es solución a su problema por tratarse de un ámbito por demás sexualizado, a lo que la rubia, en terapia con él, responde que el colegio mismo lo es y si no lo sabe es porque nunca ha presenciado una clase de gimnasia.
Werthers está especialmente interesado en las fantasías de Betty y en cuántas veces piensa en sexo en el día; ella responde que todo el tiempo, lo cual según él es normal en un muchacho pero no en una chica. Mientras ella habla sobre sus fantasías cotidianas, la vemos en su imaginación pasearse por la ciudad o por el colegio y besarse indistintamente con Archie, Fangs, Jughead, Reggie y Veronica. Se advierte en él un interés poco profesional y más bien lascivo por todo lo que le cuenta…
Palomitas
Un nuevo cartelón arroja ahora el nombre de Veronica y la vemos regalando entradas para una doble función de James Dean en el Babylonium con Rebelde sin Causa y Al Este del Edén. Cheryl, que a su sinfín de liderazgos agrega el del club de fans del actor, le pide entradas para repartirlos entre sus integrantes así como entre las Vixens. No le va bien, en cambio, cuando pide para los Bulldogs y no porque Veronica no esté interesada en que vayan (más bien todo lo contrario), sino porque quiere llevárselos ella misma en persona y muy especialmente a Reggie, con quien sigue obsesionada desde su arribo a Riverdale.
Kevin y Clay (sus empleados, recordemos) no entienden el sentido de regalar los boletos, pero ella se ampara en el marketing y quiere mostrar una sala llena a los estudios que distribuyen las películas. La doble función, sin embargo, acaba en desastre y las cintas ni siquiera llegan a proyectarse porque están sobreexpuestas y en mal estado.
Veronica no tiene más remedio que salir a disculparse ante los asistentes, pero solo recibe de estos una lluvia de palomitas mientras, con Cheryl a la cabeza, le reclaman el reintegro del dinero. Veronica objeta que los boletos eran gratis, pero la justificación de ellos es que han gastado dinero en gaseosas y, justamente, palomitas: en otras palabras, la pobre Veronica tiene que pagar hasta por los proyectiles que le han arrojado…
Sueños Eróticos
Betty continúa sus sesiones con Werthers, quien le recrimina su conducta sexualmente impropia y le remarca que la finalidad del sexo es construir una familia como lo han hecho sus padres. Ella repone que no hay nada de malo en el sexo por el placer mismo y que, por mucho que su padre invoque valores familiares, guarda en un cajón revistas eróticas…
Werthers replica que no es Hal Cooper sino Betty Cooper quien está bajo terapia y, siguiendo en plan perverso, le pregunta por sus sueños eróticos y a quiénes incluyen. Ella responde que a mucha gente de manera indistinta, pero quien más se repite es Archie y cada vez que está a punto de consumar el acto con él, se da cuenta de que les está viendo toda la clase, lo cual, en lugar de inhibirla, por el contario la excita. Werthers le pregunta entonces a qué obedece su necesidad de que los demás la vean siempre de modo sexual y ella replica que su necesidad es solo ser vista, no importa cómo…
Lolita
Alice está empeñada en alejar a su hija del “mal camino” y le compra revistas de trajes de novias: afirma que no habrá para ella momento más feliz que cuando la vea de blanco en el altar. Betty no parece entusiasmada, pero se desencaja cuando, al regresar de una de sus sesiones, encuentra que que su madre le ha traído a un sacerdote para que le tome confesión y hasta menciona la palabra “exorcismo”.
Demasiado para la rubia, pero no tanto como comprobar que el reverendo tiene sus diarios personales que, obviamente, le ha facilitado su madre. Esta argumenta que fue idea de Werthers y así Betty, hecha una furia, decide introducirse en la noche en su despacho para ver qué más tiene o qué anotaciones ha tomado sobre ella. En un cajón descubre no solo ejemplares de los cómics contra los que lleva adelante su cacería de brujas sino también uno de la novela Lolita, de Vladimir Nabokov (publicada por primera vez precisamente en 1955), que se lleva consigo.
Al consultar a Jughead por el contenido del libro (¿por qué simplemente no lo lee?), este la pone al tanto de que trata sobre un profesor universitario atraído por una niña de solo doce años. Horrorizada, Betty pregunta si es un libro para pervertidos y Jughead, con buen tino, responde que juzgar la moralidad de una obra artística es “entrar en terreno pantanoso”.
No conforme, Betty se pone a leerlo y una vez que toma contacto con la historia, va a ver a Werthers para echarle en cara que es un pervertido y que solo quiere sonsacarle sus fantasías para dar rienda suelta a las suyas propias.
Alice también es objeto de reprimenda: su hija le recrimina el no hablar simplemente con ella en lugar de andar recurriendo a gente por fuera de la familia: le pregunta incluso por qué no habla sobre su propia infelicidad, en clara referencia a su matrimonio. Alice termina llorando y Hal acusa a Betty de no merecer la madre que tiene.
De la Lista Negra al Cine B
Veronica está devastada tras el desastre de la frustada doble función. Ni siquiera pudo concretar cita con Reggie, mientras Kevin y Clay no dejan de preguntarse cómo un estudio tan prestigioso les ha entregado copias en tal estado: punto interesante y ciertamente osado porque, implícitamente, se están quejando de Warner, mismo sello que emite la serie.
De hecho, Veronica llama al responsable para quejarse y este le responde a bocajarro que no ven negocio en Riverdale ni en una sala de cine controlada por una adolescente.
Decidiendo que no es el único estudio en el mundo, el trío se dedica a llamar a otros, pero la respuesta es siempre parecida: Veronica infiere que está siendo objeto de una campaña sucia por parte de sus padres, quienes la han incluido en alguna lista negra para que los grandes estudios no se interesen por sus proyectos y así puedan llevar a la práctica el suyo propio, que es la construcción del aparcamiento.
Clay propone un cambio de estrategia y comenzar a llamar a estudios independientes: en otras palabras, pasar a películas clase B, pero la única que consiguen es La Criatura de otro Mundo (The Crawling Eye) que, encima, objeta Cheryl, ya tiene un par de años. Houston, tenemos un problema: ese filme (también conocido en español como El Ojo o El Terror de Trollenberg) es de 1958, así que en todo caso faltaban algunos años para su estreno. Habrá que aceptar que el 1955 de esta línea alternativa es diferente del de la nuestra: ya habíamos tenido algún anacronismo parecido en el tercer episodio con el uso de la palabra “beatnik”…
Antes de estrenarla, Veronica prefiere consultar al especialista en la materia que, por supuesto, es Jughead: este le dice que ese tipo de filmes suelen tener guiones terribles, pero también monstruos que molan. Bien por Jughead: una vez más coincidimos…
Pero además, le sugiere imitar la estrategia de marketing del productor William Castle, quien lograba que sus estrenos estuvieran en boca de todos con el recurso de aplicar a las butacas de los espectadores una leve descarga eléctrica en momentos de sobresalto.
Veronica entiende el concepto y anuncia una supuesta proyección en 4D, promocionando con bombos y platillos lo que llama “la cuarta dimensión del cine”. Momento divertido cuando Doiley le pregunta si la cuarta dimensión no es el tiempo y ella lo hace callar. Bien por Veronica: cállate, Dilton…
La proyección se realiza entonces con humo en la sala a modo de niebla y con Archie y Reggie contratados para lucir disfraces que emulan a la criatura del filme, lo cual les convierte prácticamente en ojos caminantes con tentáculos: bellamente cutre…
La exhibición es un éxito y el público regresa al Babylonium, aunque Archie y Reggie deciden alejarse pues no estaba en sus planes seguir haciendo de monstruos para siempre: mal por ellos… Pero no es la única mala nueva para Veronica: además, Smithers le anoticia de que sus padres le han retirado ayuda económica e incuso cambiado la llave del Pembrooke. Todo ello en represalia por el éxito que está teniendo con el cine y que frustra sus planes de aparcamiento. Veronica debe, por lo tanto, terminar durmiendo en el Babylonium entre cintas, proyectores y trajes de ojo gigante…
La Zona Muerta
En la escena final y mientras Jughead sigue reflexionando sobre el paso del tiempo, se le presenta el sheriff Tom Keller para solicitarle ayuda a los efectos de esclarecer algunas cuestiones sobre el “suicidio” de Rayberry. No da la impresión de que lo quieran involucrar, sino que el pedido parece honesto y quizás sea solo idea mía, pero me vino a la cabeza el sheriff Bannerman (Tom Skerritt) pidiendo ayuda a Johnny Smith (Christopher Walken) para resolver una serie de crímenes en un pueblo vecino. Y considerando la devoción del showrunner por Stephen King y la cantidad de referencias a la obra de este que habitualmente jalonan la serie, puede no ser casual…
Ah, perdón: la película a que me refiero es La Zona Muerta y si les interesa pueden leer aquí el retro-análisis a cargo de un servidor…
Balance del Episodio
Otra entrega que me ha gustado y ya son muchas las veces que llevo diciendo eso: solo la séptima me pareció verdaderamente floja. Lo paradójico es que las tramas principales parecieran estar, parafraseando a Jughead, “en terreno pantanoso”. No solo me refiero a las del cometa, el viaje en el tiempo y la Tabitha cronoquinética, sino incluso también a las que se han planteado dentro de esta misma línea temporal: de hecho, esta vez ni siquiera hemos tenido una sola mención a Ethel y apenas fugaces referencias a la muerte de Rayberry, más desde el desasosiego de Jughead que desde lo policíaco (a excepción del cliffhanger final).
Pero ello permite a los guionistas liberarse y, aprovechando el trasfondo de época, contar historias breves con peso propio, como los episodios autoconclusivos que caracterizaban a las series de la década a la cual se rinde tributo.
Básicamente, esta entrega ha girado en torno a dos subtramas: la de Betty y la de Veronica, siendo maravilloso el modo de presentarlas con la tipografía de los cómics originales. No olvidemos que Roberto Aguirre-Sacasa es no solo showrunner de la serie sino también director artístico de Archie Comics, lo cual hace inevitable que ambos productos interactúen.
La trama de Betty ha estado interesante y, sobre todo, muy novedoso para la serie el contarla prácticamente en forma de terapia y con fuerte preeminencia de primeros planos que evidencian lo que tanto a ella como a Werthers les pasa por dentro: creo que en este episodio hemos visto más veces el rostro de Lili Reinhart en primer plano que en todo el resto de la serie.
Pero ha sido especialmente bien llevado el tono de la terapia (o interrogatorio), que no solo ha dejado traslucir fantasmas y demonios bien representativos de los años del macartismo, sino que también Werthers tiene los suyos propios y los oculta. Y al no poder cargar con ello, lo exterioriza en una conducta intolerante y represiva; en otras palabras, quiere matar en los demás lo que no puede en él mismo y su confrontación con Betty metaforiza la lucha entre una moral decadente y otra emergente.
Todo hace pensar que hay algo todavía más oscuro detrás de Werthers y no podemos dejar de pensar en los asesinatos (porque el de Rayberry lo fue) que vienen ocurriendo en Riverdale. Pero también está la posiblidad de que nos estén queriendo llevar hacia una pista falsa y, después de todo, que Werthers sea un psicópata lleno de traumas reprimidos no le convierte necesariamente en un asesino, aunque sí en alguien molesto para quienes, personificados en Betty, deseen expresarse o vivir su sexualidad libremente.
La subtrama del Babylonium, me ha parecido gloriosa, tanto por la valentía de castigar a los grandes estudios (Warner incluído) por su comportamiento durante la época del macartismo, como por el delicioso homenaje al cine B de esos años y a los esperpénticos efectos visuales que lo caracterizaban. Y aun cuando tengamos alguna diferencia en cuanto al año de estreno, espero que a muchos les hayan entrado ganas de ver La Criatura de Otro Mundo, así como quizás a otros de leer Lolita sin prejuicios: es una ficción, no un manual de pedofilia…
En definitiva, me sigue gustando la temporada y me encuentro atrapado en la disyuntiva de no saber si quiero que avancen las tramas principales, pues la demora en resolver lo del cometa nos está permitiendo gozar de un universo deliciosamente nostálgico y retro, a la vez que la demora en resolver los crímenes de ese mismo universo nos permite gozar de historias autoconclusivas muy interesantes.
A ver qué nos depara el próximo episodio, que viene con un título muy cinéfilo: American Graffiti. Por cierto, ya estaremos en mitad de temporada: cuenta regresiva para nuestros personajes de Riverdale. Hasta entonces y sean felices…