Bienvenidos amigos y amigas a nuestra cita final de esta temporada de The Expanse. Llegamos al final de toda una etapa y, como ocurría en la primera temporada, el nombre del último episodio se corresponde con el del segundo libro de la saga, La Guerra de Calibán. Repasemos, en un breve análisis, lo que nos ofrece esta conclusión de temporada.
El Rocinante está calentando motores para un último viaje, ¿estáis preparados? Podéis echarle un ojo al resto de capítulos haciendo clic aquí. ¿Listos? Pues despeguemos una vez más rumbo a las estrellas.
¿ES LA GUERRA DE CALIBÁN UN BUEN FINAL DE TEMPORADA?
Hablando en plata sí y no. Creo que todos estaremos de acuerdo en que esta segunda temporada ha supuesto un salto cualitativo importante para una serie que, si bien es ambiciosa y cuenta con un buen nivel de realización, sigue siendo un producto de nicho al que le cuesta conectar con el público generalista. Si el final de la primera temporada pecaba de suponer un coitus interruptus con respecto a la trama de Eros, aquí pasa exactamente lo mismo, la historia de la desaparición de Mei se nos queda a medias.
¿Por qué? Os preguntareis, ¿por qué deciden los guionistas abrir melones y dejarlos para el año que viene? El papel de Miller acabó en torno al quinto capítulo de esta segunda temporada y hemos tenido ocho episodios para continuar la historia, pero, aunque la protomolécula sigue siendo la urdimbre que conecta los diferentes arcos, hay una separación palpable entre esta nueva línea argumental de la del detective y la razón es la siguiente: El primer libro acababa con el impacto de Eros en Venus y llevamos cubiertos, al fin de esta temporada, más o menos los tres cuartos del segundo.
¿Veis el problema? Tenemos un ritmo irregular porque los finales de temporada no se corresponden con los clímax literarios y aunque se quiere maquillar intentando darle gravitas al asunto, lo acabamos notando. Si bien fueron capaces de esconderlo mucho mejor en el final de la primera temporada, en esta ocasión tenemos un episodio que cierra la cortina de una forma más bien modesta contando, eso sí, con un importante derroche de efectos especiales.
MONSTRUOS, DESPEDIDAS Y REVELACIONES
Este capítulo continúa exactamente donde lo dejaba su predecesor, Avasarala sigue luchando por su vida en la estación orbital de Mao mientras que el monstruo protomolécular se ha colado cual xenomorfo en el Rocinante. Como todo buen final de temporada, la guerra de Calibán pone a los personajes contra las cuerdas y lleva la tensión dramática hasta el límite dejando tanto a Holden como a Cotyar con un pie en el otro barrio, siendo lo interesante el ver como el resto de personajes reacciona ante la situación.
A bordo del Guanshiyin, Bobbie intenta desesperadamente recuperar la armadura de combate que el bueno de Cotyar ha escondido en su esquife, mientras tanto este último (herido de bala) como Chrisjen se hacen fuertes tras una mesa en la sala de conferencias. Cuando la situación llega al límite y los secuaces de Mao ofrecen al exmilitar su vida por la de la diplomática, la propia Avasarala se ofrece en bandeja de plata demostrándonos una vez más su fibra moral. Es sin duda esta diferencia entre la mujer y el resto de politicastros de medio pelo de la serie (te estoy mirando a ti, Errinwright) lo que impulsa a Cotyar a rechazar la oferta y resistir hasta el final. Por suerte no todo es en vano y Bobbie aparece en el último momento enfundada en su uniforme de guerra, destrozando a los hombres de Mao como si fueran piezas de lego y salvando el día.
Y hablando de Bobbie, es interesante ver como en una conversación con uno de los técnicos de la nave verbaliza que no es honorable morir por un superior indigno, algo que la chica a aprendido a base de desengaños y que nos deja muy claro que ha completado su arco de transformación personal de esta temporada.
A bordo del Rocinante la situación no es mucho mejor. Tras detectar al monstruo a bordo de la sala de carga Holden queda, a raíz del enfrentamiento con la poderosa criatura, con una pierna aplastada entre un pesado contenedor magnético y la pared. Para suerte del todos, como todo vástago de la protomolécula el ser está más interesado en la radiación que desprende el motor Epstein de la nave que en sus tripulantes, dándoles tiempo a idear una solución. Sin embargo, tendrán que darse prisa ya que según Amos (que como dice Prax, sabe mucho sobre formas de morir) los músculos de la pierna aplastada de Holden acabarán filtrando potasio a su sangre y provocándole una parada cardiaca. Aquí es cuando más de uno habrá tragado saliva porque si la muerte de Miller nos ha enseñado algo es que esta serie no tiene problemas en quitarse de en medio personajes importantes.
Enfrentada a la posibilidad de que la criatura se abra hacia el interior de la nave, la tripulación decide arriesgarse a lanzarlo por la escotilla con la esperanza de que Holden sobreviva, y aquí es cuando la cosa se pone dramática. Tenemos una ronda de confesiones y disculpas, con Naomi pidiéndole perdón a Amos y viceversa además de las últimas palabras de un Holden que pide a Naomi que, en caso de su muerte, no vaya buscando venganza. Otro que como Bobbie ha visto la luz. Entre momento y momento lacrimógeno, Prax se da cuenta de que igual que las plantas que investiga, la protomolécula simplemente busca la forma mas sencilla de alimentarse así que él y Alex idean un nuevo plan: atraer al hibrido al espacio usando la ojiva de una de las cabezas nucleares.
Y el plan funciona como un reloj, en cuanto ‘huele’ la radiación, la criatura sale disparada hacia el fuselaje exterior de la nave donde un Prax aún acongojado por la posibilidad de que el monstruo sea Mei duda por un instante, finalmente lanza la ojiva al espacio y Alex achicharra al pobre bicho que había saltado directo a por ella, una vez más muy Alien todo. Parece que la cosa se ha acabado ¿o no? El episodio acaba con tres revelaciones de las gordas: Naomi, temiendo su muerte inminente en Ganímedes le ha dado la protomolécula a Fred Johnson (la peor pesadilla de Holden), Mei sigue viva y Strickland la pone en crio-estáis y finalmente la protomolécula en Venus despieza el Arborghast sin tocarlo. Lo que sea que se está creando en la superficie del planeta escapa a la comprensión de los meros mortales.
VALORACIÓN FINAL
La Guerra de Calibán es un fin de temporada con impresionantes efectos especiales pero modesto en sus implicaciones para la trama, intenta emocionarnos poniendo a los personajes en situaciones límite, pero da más la impresión de ser una mitad que un final de temporada. Aún así hay que alabar su poderío visual, con una criatura muy bien realizada dentro del marco de un presupuesto para televisión y unas actuaciones potentes. El drama está servido y los actores saben sacarle jugo, en especial Shohreh Aghdashloo, Dominique Tipper, Wes Chatham y Steven Strait están que se salen en unas de las escenas más emotivas de la temporada.
En definitiva, un digno colofón a una temporada fuerte que, si bien sigue sin ganarse al público generalista, consolida la serie como uno de los mejores productos de su género dentro del ámbito televisivo. Sin más, nos vemos en la siguiente temporada que ya está en producción. Hasta entonces, no olvidéis de mirar al cielo de vez en cuando buscando estrellas fugaces, cualquiera podría ser el Rocinante en rumbo a su próximo destino.
Un saludo muy grande, cuidaos mucho y como siempre, sed muy felices.