Hace unos días hablaba con algunos compañeros de esta sacrosanta web sobre lo mal de salud que estaba el género superheroico. Tras años y años de avalancha de películas de Marvel y DC, este 2024 solo contamos con un estreno, Deadpool y Lobezno, tercera entrega del superhéroe más irreverente y la primera que se rueda producida por Disney.
La película sitúa a un Deadpool que debe hacer frente a la destrucción de su línea temporal con la ayuda de Lobezno.
Hace cinco años, Marvel estaba cinematográficamente en todo lo alto. Estrenó Vengadores: Endgame, la competencia estaba para el arrastre y habían comprado FOX, lo que implicaba la incorporación de personajes tan importantes para Marvel como Los 4 fantásticos, Spiderman o los mutantes.
Sin embargo, nada ha salido como esperaban. La mayor parte de las producciones de la fase 4 y 5 han sido un fracaso tanto de público como de crítica, que antes alababa cada estreno marvelita. Además, el plan de convertir a Kang en el nuevo gran villano de Marvel se hundió en el momento en que el actor que lo interpretaba, Jonathan Majors, fue acusado y condenado de maltratar a su mujer.
Ante dicha perspectiva, Marvel y Disney decidieron echar el freno y planificar mejor sus estrenos tanto cinematográficos como televisivos.
Y así llegamos a Deadpool y Lobezno.
Dentro de todas las sagas superheroicas, la de Deadpool es especial porque se trata de un empeño personal de Ryan Reynolds, principal alma máter no solo del personaje, sino de la producción de todas las películas.
Se temía que, al incorporarse a Disney, Marvel no se atreviera a producir una película tan irreverente y violenta como las anteriores pero, por suerte, Deadpool y Lobezno es todo un éxito, una película que demuestra (aunque con algunos peros) que en la variedad está el gusto y que el estudio necesitaba como agua de mayo al deslenguado mutante para reavivar el interés por el género.
El principal reclamo para esta tercera película es el regreso de Hugh Jackman como Lobezno tras su supuesta última aparición en Logan. Narrativamente, la película juega en la liga de las buddy movies, en la que dos protagonistas de personalidades contrapuestas deben hacer causa común y cumplir una misión.
Por un lado, Deadpool. Deslenguado, irreverente y jugando continuamente tanto con el resto de personajes de la película como con nosotros mismos. Es conocida la tendencia de la saga a romper la cuarta pared y hacer referencias tanto a nosotros mismos como a la realidad que les rodea. Y Deadpool y Lobezno no es una excepción. Escucharemos referencias divertidísimas a Disney, a Fox, a comentar que es necesario un gran cameo en tal o cual escena o incluso llamando Hugh al mismísimo Lobezno. En este sentido, es la mejor película de Deadpool, la que muestra a un Wade Wilson más salvaje y divertido.
Por otro lado, tenemos a Lobezno. Es decir, a Hugh Jackman por octava vez en su personaje más recordado. Y está imperial en un papel nada fácil, en el que apuesta por la sobriedad y la ira contenida frente a la expansividad de Deadpool. Realmente, es el personaje que más evoluciona en la película, que sirve como pseudosecuela de Logan y como un homenaje a toda una trayectoria desde la ya lejana X men del año 2000.
Y este es otro punto a tener en cuenta. En los últimos años, las películas de Marvel después de Endgame se han movido entre la construcción de nuevas historias (Shang-Chi, la tercera película de Ant Man) y el homenaje (Spiderman: No way home, Guardianes de la galaxia 3). Deadppol y Lobezno se mueve en esta segunda corriente, sirviendo como irreverente homenaje a aquellas películas superheroicas de la FOX antes del éxito de Iron Man.
Por lo tanto, y sin entrar en spoilers, Deadpool y Lobezno funciona a la vez como parodia y como homenaje hiperbólico, cargado de cameos sorprendentes y escenas conscientemente épicas en un mar de humor soez francamente divertido.
De hecho, el único pero que se le puede poner a Deadpool y Lobezno es que, por muy irreverente que sea, no deja de ser una película de Marvel hecha más por el guiño que por la historia en sí. La narrativa es simple, previsible y no sorprende porque a lo que se agarra el director, los guionistas y los protagonistas es al aplauso de los espectadores al ver a tal o cual personaje o a contemplar todo lo que uno desearía ver en una película de Deadpool y Lobezno. Es una película hecha para “ese momentazo”. Para el reel de Instagram o para Tik Tok.
Eso no quita que la película sea la mejor que nos ha ofrecido Marvel desde Endgame. Al final, por mucho cameo que adorne el envoltorio, no deja de ser una película tan simple como bestialmente entretenida, y con eso ya se justifica pagar una entrada de cine.
¡Un saludo y sed felices!
¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!