Netflix ha estrenado una nueva serie que prometía mucho. Hablamos de El abogado del Lincoln, basada en las novelas de Michael Connelly y producida por todo un experto en series de abogados, David E. Kelley. Ya la hemos visto y esto es lo que nos ha parecido.
La ley de Los Ángeles
Es inevitable la referencia. David E. Kelley participó como productor y escritor en la famosa serie de los 80 creada por Steven Bochco. Incluso en la novela en la que se basa la serie (El veredicto) el protagonista llega a afirmar que Corbin Bernsen realizó la interpretación más realista de un abogado en Los Ángeles que ha visto nunca en cine o televisión.
Las peripecias de Michael Haller (Manuel García-Rulfo), el abogado del Lincoln, transcurren en esa ciudad. El marco de Los Ángeles es incomparable y justifica que Haller tenga como oficina su coche, el Lincoln al que hace referencia el título, ya que la distancia entre los distintos juzgados del distrito es inconmensurable. El realizar su trabajo mientras se mueve hace que Haller no pierda tiempo en desplazamientos.
Sin embargo, en esta serie (al igual que en la novela) dispone de una oficina, heredada tras el asesinato de su amigo Jerry Vincent. Junto a la oficina venían un montón de casos que quedan en manos de Haller. El más importante es el de Trevor Elliot, un desarrollador de videojuegos acusado de matar a su mujer y a su amante. Haller y sus colaboradores intentarán llegar a la verdad sobre el caso al mismo tiempo que intentan averiguar quién y por qué mató a Jerry.
Los problemas de El abogado del Lincoln
El abogado del Lincoln presenta más problemas de los que imaginábamos antes de ver la serie. Su mayor virtud es entretener. Pese a que el original está más cerca del género negro que de las series de abogados, Michael Connelly sabe mantener el equilibrio entre ambos aspectos. En este sentido, la serie de Netflix gana más cuando aparecen las escenas de juicios que cuando se intentán centrar en el aspecto policiaco.
Tiene a su favor que estamos ante una serie dinámica, donde no hay un momento para el aburrimiento, donde todo sucede deprisa. Demasiado deprisa. Hay demasiados momentos en que el ritmo se traduce en prisa y esa prisa viene de querer meter demasiadas cosas en una temporada.
Al abogado del Lincoln le sobran episodios. Dos seguro. Puede que incluso tres o cuatro. Con diez episodios, la serie necesita estirar la trama de la novela en la que se basa y para eso han metido tramas secundarias que no se si son inventadas o proceden de otras novelas de Michael Connelly pero el caso es que entorpecen la trama principal.
Un ejemplo es la trama del caso de inmigrante de la primera ex-mujer de Haller, que interesa más bien poco o nada. También tenemos la introducción de otras tramas que señalan a otros posibles candidatos a asesinos en el caso de Trevor Elliot, tramas que no aparecían en la novela, que se descartan en un sólo episodio y que no sirven más que para meter paja.
Es lo que pasa cuando te desvías de la novela. El abogado del Lincoln cambia demasiados aspectos de la novela en la que se basa. No sólo aspectos de la trama sino incluso apellidos y nombres de los personajes, así como sus motivaciones. En la novela, Haller viene de una convalecencia por un intento de asesinato que le lleva a depender de los analgésicos. Aquí viene de un accidente haciendo surf, que resulta menos traumático que no el que intenten matarte. Eso obliga a cambios que se tienen que justificar y esa justificación forzada termina por lastrar la serie.
La novela original fue escrita allá por el año 2008. La serie actual se situa en la actualidad. Donde antes había un productor de cine (cosa más habitual y creible estando ambientada en Los Ángeles) ahora hay un desarrollador de video-juegos, que es más moderno. Donde antes estaba la Cosa Nostra ahora está la mafia rusa con vinculos con Putin, que desgraciadamente es aun mucho más moderno.
Donde antes había un conductor surfero ex-adicto a los calmantes que estaba empanado ahora hay una mujer afro-americana lesbiana marisabidilla que le lee la cartilla a Haller mientras conduce, que ya es el colmo de la modernidad. Y que no falta una frase de referencia al patriacardo, aunque sea pillada por los pelos, que así llegamos al cielo del modernismo.
Se supone que Michael Connelly, productor ejecutivo de la serie, habrá dado el visto bueno a esos cambios pero con situar la serie en 2008 habría resultado todo más creible y mucho menos forzado. Y es raro porque la serie en la que se basa su otro personaje fetiche, Bosch (Amazon Prime) es excelente, hizo una adaptación con sentido y no da la sensación de haber sido escrita por el algoritmo de Netflix. Será porque a Jeff Bezos le importa un rábano quién mira las serie de Amazon e incluso si alguien las mira. Por cierto que el personaje de Bosch sale en la novela pero no en la serie, supongo que por un tema de derechos.
Hay ecos de Bosch en El abogado del Lincoln, eso si. Tenemos un personaje carismático (excelente la interpretación de Manuel Garcia-Rulfo), una ciudad fabulosa como escenario de novela negra y una trama que engancha. Pero Bosch resultaba una serie más dura, más seca, más noir, donde apenas había concesiones al espectador. En El abogado del Lincoln todo resulta más limpito, los personajes son más blanditos y la familia importa mucho. La trama del trauma de la hija al ver un muerto sobraba pero así queda representado un segmento de los espectadores de Netflix. Que no tema el resto que cada uno tiene su espacio.
En resumen
Hay una película basada en la novela precedente que en USA se estrenó con el mismo título que la serie, The Lincoln Lawyer, y que en España se tradujo como El inocente (disponible en Amazon Prime, como no). Está protagonizada por Matthew McConaughey y resulta un ejemplo perfecto de como adaptar una novela y contar una buena historia de género en dos horas.
El abogado del Lincoln de Netflix es un ejemplo de como coger una buena historia, pasarla por un filtro para que guste a todos los sectores del público, estirarla como un chicle y diluir una historia de género entre dramas familiares de andar por casa. La serie se queda así en una versión moderna y para todos los públicos de Netflix de La ley de Los Ángeles, que en su época resultaba mucho más transgresora. Si, es entretenida, está bien hecha pero poco más. Es una serie blanda, a la que le falta punch y eso es lo peor que le puede pasar a una serie basada en una novela negra. Un saludo, sed felices.
Muy interesante tu crítica sobre El abogado del Lincoln. Me encantó cómo se analysisa la serie en términos de su género y cómo se relaciona con la cultura popular actual. Definamente volveré a leer tu post para obtener más perspectivas sobre esta serie fascinante.
Me encantó la serie Liga de abogados, encontré los personajes muy interesantes y la narrativa muy bien estructurada. La actuación de los actores es muy buena y la música es aún mejor. Gracias por recomendarnos esta serie, es una verdadera joya.
Me encantó la crítica! El abogado del Lincoln es una serie emocionante y bien escrita, pero la compararla solo con series de género negro es una simplificación. La serie aborda temas más amplis, como la power dynamics y la influencia del dinero en la justicia. ¡Gracias por compartir tus ideas!