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Crítica de Noche de Juegos (Game Night). Lo difícil de hacer una comedia hoy día

Es muy difícil. Como reza el título, el género de la comedia pasa por la misma situación que lo hace el del terror: cintas poco interesantes, refritos, remakes absurdos y grandes franquicias que funcionan con lo fácil. Si no mezclas el género con otro, como por ejemplo las comedias de aventuras, corres la suerte de salir poco más allá del “caca, culo, pedo, pis” en el que cayeron cintas como Baywatch. En este caso Noche de Juegos es un no, no rompe moldes, no tiene la trama más inteligente, no es la mejor del año, pero tiene el mayor sí: sí es entretenida.

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La trama, como adelantaba arriba, no es que sea lo más atrayente. De hecho, lo que realmente atrae de la película es las situaciones que se generan a raíz de esta trama, bastante predecible si me lo permitís. Aquí Max y Annie, una pareja muy competitiva que lleva años casada, celebran todas las semanas lo que llaman “Noche de Juegos”. Esa noche invitan a sus amigos a cenar y tomar algo mientras juegan al Scrabble, Jenga, Monopoli o cualquier juego de mesa. Sin embargo, el exitoso hermano de Max, Brooks, decide pasarse por la ciudad y reunir a sus amigos y hermano para una noche de juegos algo más extrema.

Y hasta aquí puedo contar sin desvelaros la película. Y es que ese es uno de los grandes problemas de la cinta. No esperaba una trama intensa, que me hiciera recapacitar o comerme la cabeza. Es una película de comedia y aquí lo que menos me interesa es saber qué pasa más que el cómo pasa, pero es fácil adelantarse a los acontecimientos. Mientras la película se esfuerza por meter a los personajes en alocadas situaciones el espectador va unos pasos por delante y es difícil sorprenderle.

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Sin embargo, algo en lo que destaca el guion de Mark Perez, que repite junto a John Francis Daley y Jonathan Goldstein como ya hicieron en Vacaciones, es que las bromas no abruman. Es fácil llevar el chiste al extremo o recurrir a continuas referencias sexuales y otras tantas racistas para mantener al espectador pendiente de quién dirá la chorrada más grande. En un equilibrio entre la comedia y el thriller, ninguna de las dos se atropella. Tenemos momentos de risas, llevados con control y sin pasarse, pero cuando la película quiere relajarse lo hace sin tener que recurrir a lo fácil y mucho tienen que ver su pareja protagonista. Jason Bateman y Rachel McAdams, ambos con sobrada experiencia en la comedia absurda, son la piedra angular de esta película casi paródica. Ambos son lo suficientemente carismáticos y simpáticos que la historia se podría sustentar solo con ellos. A pesar de que Perez deja algunos momentos de gloria para las otras dos parejas, no destacan ninguno y solo están para poner la puntilla a alguna frase.

Algo que no pensé encontrarme en este tipo de película un apartado técnico muy cuidado. Quizá es lo que más destaco de la cinta y más viniendo de unos directores casi nóveles. Tras el prólogo de la película le sigue una secuencia que utiliza la técnica Tilt-shift, que destaca por crear imágenes reales que parecen maquetas. Esto es usado en cada una de las transiciones entre personajes y los saltos temporales. Además, una de las secuencias más absurdas de la película mejora cuando descubres que es un plano secuencia de un minuto. Sí, es un “pilla-pilla” con un huevo Fabergé que se pasan como si fuera una patata caliente, pero es tan absurdo que llega a ser divertido. Estos son detalles tontos que todas las películas del género pasan por alto.

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Noche de Juegos no es la panacea de la comedia que vi recomendada por ahí. Sin embargo, es divertida y me contento con eso. En unos años donde la comedia no deja de ser enfocada en chavalines hormonados a los que les pones una teta o un cuerpo escultural en pantalla y con eso les vale. Una cinta de humor absurdo que no se contenta con saturar al espectador con chistes cada minuto para mantener la atención, merece un visionado aunque sea de un domingo por la tarde. Casualmente cuando la vi.

Alberto Lloria
Alberto Lloria
Estudiante en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Frikazo de proporciones bíblicas, crecí amando los videojuegos y el cine como medio de escape, sacrificando la vida social. Aunque no me arrepiento. Fan hasta las venas de Batman y El Señor de los Anillos. El mundo se me queda corto, mejor dejadme en la Tierra Media.
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