Iniciosci-fiLa tapa del obsesoDemocracy 3: tú también puedes gobernar España

Democracy 3: tú también puedes gobernar España

Bienvenidos, auténticos creyentes, a la Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.

La política me chifla. Mucho menos que cuando era mucho más joven y escribía en sitios sobre política. No, no los busquéis, ya está todo borrado. Soy un hombre previsor (o los sitios se hundieron sobre sí mismos, pero vaya). Estamos en plena efervescencia política, con debates cada dos días, encuestas cada día y todo un ejército de gente intentando guiarnos: sociólogos, economistas, politólogos e incluso lo peor de lo peor: los psicólogos (lo sé bien, yo soy uno de ellos).

En fin, que la política está de moda, junto a expresiones como “fact check“, “populismos“, “casta” y cosas así. Como bien sabe todo buen lector, desde esta sección de los viernes somos partidarios de la dictadura de la mayoría y de reírnos de los que no consiguen ganar. También tenemos vocación de servicio, así que hablemos de un videojuego sobre el tema de moda, la Política, que nos ha gustado: Democracy 3 (aquí lo tenéis).

Hay que decir que los videojuegos que se han planteado tratar lo de las elecciones y la gestión de un país no son demasiados. Como ya comentamos al hablar de Desesparados, tenemos cositas por allí y por allá, pero no gran cosa. A España nos llegó un tal “Yo, Presidente” que era una idea estupenda llena de montones de fallos de programación que hacían imposible jugar mucho rato. Esto no evitó que sacaran más partes, cada una con más errores que la anterior.

De ganar simplemente elecciones sí que tenemos cosas divertidas. Como “The Political Machine“. Básicamente, escogemos a uno de los dos candidatos a la Casa Blanca y tenemos que ganar las elecciones. Debates, recaudar fondos, dar charlas, gestionar la publicidad, ganar estados clave…todo está pensado como un juego de mesa, sospechosamente parecido al mítico juego de mesa “1960: Carrera hacia la Casa Blanca“. Incluso podemos coger históricos presidentes como Ronald Reagan para batirnos con Obama. O podemos inventarnos el nuestro. Yo hice a Britney Spears, la puse como candidata del Partido Republicano y vencí a Obama en unas disputadas elecciones gracias a ganar en Florida. Cuánta gloria. La pena es que el juego sólo va de ganar las elecciones presidenciales: no hay nada de gestionar ni de cambiar el país. Mi soñado proyecto “todo el mundo, incluídos los hombres, con falda escocesa” nunca pudo ver la luz.

https://vimeo.com/8205972

Dentro de lo poco que tenemos para poder gestionar un país tenemos la serie de videojuegos Democracia, que ya van por su tercera parte. En este caso, somos el presidente de un país a elegir entre pocas opciones. Una vez en el poder, la cosa es conseguir ganar elecciones, claro, pero también mejorar el país. ¿Qué es “mejorar el país”? Lo que creamos. Podemos ganar elecciones siendo conservadores, progresistas, anti-clericales o beatillos. La cosa está pensada para que no todos los países sean sociológicamente iguales, y aquí está la primera gracia del juego.

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Tenemos una serie de puntos de capital político. Estos puntos sirven para aprobar leyes nuevas, derogar leyes que existan o modificar leyes. Bajar un poco los impuestos para las empresas costará poco, pero subirlos muchísimo costará muchos puntos. En general, cuanto más radical sea la medida más puntos nos costará. Cuando se nos acaben, pasará un turno de partida. Tras algunos turnos, hay elecciones.

Hay toda clase de maldades que podemos aprobar.

Cada decisión que tomemos tendrá consecuencias que podemos ver antes de tomarla. Por ejemplo, queremos tener un programa espacial. Sí, mandar a gente al espacio. Los más nacionalistas del país estarán a favor, y les gustaremos más. Baja el desempleo, sube el número de funcionarios, cuesta un riñón y no les hace mucha gracia a las personas más religiosas. Los impuestos no le gustan nada a la clase media, pero los que se aplican a los más ricos sí les gustan a los socialistas. No hay casi ninguna decisión que contente a todos y nos de dinero. Todo lleva a contentar a unos para enfadar a otros. Tendremos que hacer las cosas para mejorar el país como queramos teniendo en cuenta que hay que seguir ganando elecciones…cosa que sólo es posible si le gustamos a más gente de la que nos tiene manía.

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Toda acción tiene consecuencias. Legalizar el juego es buena idea para ingresar más, pero pueden aparecernos mafias, cosa que no le gusta a nadie. Podemos tener problemas con la inmigración, pero si somos muy duros con nuestra política inmigratoria tendremos problemas con otros países (cosa que no es buena para el turismo ni para la economía). La educación es cara. La sanidad es cara. Las pensiones son carísimas. Todos te odian. Y, no es coña, como enfades demasiado a un grupo social pueden organizarse en grupos terroristas y terminar matandote de un bombazo. A mi me han matado varias veces un grupo de jubilados (lo primero que suelo hacer es bajar las pensiones y subir en colegios públicos).

El juego es complicado que se maneje con más sencillez. Aunque tenemos gráficas para parar un tren si queremos es muy fácil hacerse una idea de donde está lo que buscamos. No hay mucho que aprender para jugar. Una vez pillado el tranquillo no es complicado, aunque el juego te sorprende por sus sucesos aleatorios y eventos que pueden saltar si hacemos determinadas cosas a la vez. Todo tiene consecuencias buenas y malas, todo. La variedad y cantidad de leyes que podemos aprobar es enorme, y podemos terminar implantando una sistema comunista, una teocracia o un régimen claramente fascista (si lo hacemos bien). Han incluído actualizaciones y tenemos eventos sobre terrorismo, inmigración, drones, sobre clonación, sobre las bodas entre parejas del mismo sexo, montones de leyes económicas, etc.

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En el “debe” del juego está el considerar al electorado como un actor perfectamente racional que recuerda con precisión todos tus actos a la hora de votar. No hay nada de creación de relatos, de cortinas de humo, de propaganda, luchas internas en el partido por el poder ni nada por el estilo. Los actores son perfectamente racionales respecto a su ideología y clase económica. No se tiene en cuenta cosas básicas como el carisma o la comunicación en política. A veces parece casi un modelo matemático de cómo debería ser la política si los votantes fueran ratas. Ratas muy racionales que responden sólo a estímulos objetivos y que generan respuestas de acuerdo a sus ideas establecidas. El juego acaba tras perder unas elecciones (o si nos matan), siendo siempre el presidente y nunca probando la gloria (o no) de la oposición.

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También que nos faltan los clásicos graficazos que le gustan a la muchachada: la cosa no es fea ni mucho menos, pero apenas recuerdo nada en movimiento en el juego. También que las primeras veces, en las que es inevitable morir de un atentado o que te echen de primeras, terminas cabreado con el teórico pueblo que representas. ¡Queréis servicios públicos de la hostia pero no queréis pagarlos, joder! Terminas entendiendo un poco a Zapatero o a Rajoy. Un poco.

Para acabar, decir que aunque no metieron a España en los países a elegir, hay personas que la han creado para el juego. Con todas nuestras peculiaridades: tenemos varias formas de acometer el nacionalismo catalán, vasco o gallego, tenemos varias posibilidades sobre las corridas de toros, el fichero está hecho para que el principal problema sea el paro y demás. Es muy divertido, la verdad. Echad un vistazo a este vídeo donde se juega al juego en español y llevando a España, para haceros una idea:

Quizás está un poco caro aún, pero esperad un poco y cuando baje echadle un vistazo. Y tened cuidado con los jubilados, que se cabrean muy rápido y para siempre.

Sed felices.

Raúl Sánchez
Raúl Sánchez
Arriba es abajo, y negro es blanco. Respiro regularmente. Mi supervivencia de momento parece relativamente segura, por lo que un sentimiento de considerable satisfacción invade mi cuerpo con sobrepeso. Espero que tal regularidad respiratoria se mantenga cuando duerma esta noche. Si esto no pasa tienen vds. mi permiso para vender mis órganos a carnicerías de Ulan Bator.
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2 COMENTARIOS

  1. Me pareció muy curioso este juego y me lo compré hace un tiempo de oferta en steam. Qué barbaridad!! si que acabas comprendiendo a los políticos si (un poco). Es complicadísimo, no puedes tener a todo el mundo contento ni con lo más básico que se te ocurra.
    Me han entrado ganas de jugar otra partidilla 🙂

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