Ya que el inicio es un momento muy delicado, entremos en harina rápidamente. Sí, querido lector, Dune Parte 2 es una gran película y un verdadero triunfo del cine de ciencia ficción.
Creo que esto debe quedar claro desde el primer momento porque el filme que nos trae el tandem formado por Dennis Villeneuve, John Spaiths, Hans Zimmer y Greig Fraser, -junto a un tremendo reparto- tiene una escala tan épica, una cinematografía tan apabullante y una narrativa tan bien trabajada, que para analizarlo correctamente hay que partir de la base de que es de visionado obligatorio. Si te gusta el séptimo arte, más allá de la ciencia ficción, está película es una cita ineludible.
REGRESO A ARRAKIS
Dune Parte 2 retoma la acción inmediatamente tras su predecesora, con un Paul Atreides en busca de venganza contra los Harkonnen por el genocidio de su padre y los miembros de su casa.
Bendecido con poderes prescientes, Paul tendrá que navegar una fina linea entre su deseo por ayudar al oprimido pueblo Fremen, cada vez más radicalizado en su creencia de que Paul es su mesías, y su misión de recuperar su linaje, encabezar el imperio, y salvaguardar a sus seres queridos.
Un tortuoso camino que pese a sus buenas intenciones puede desatar una catastrofe apocalíptica para el universo conocido.
John Spaiths, guionista de la primera parte y cintas como Doctor Strange o la descartada versión original de Prometheus, consigue algo extraordinario con su libreto: No sólo logra matizar la trama y redondear los personajes de Herbert, sino transmitir la idea principal del escritor perfectamente: una advertencia contra las figuras mesiánicas, los errores de un hombre pueden traer la tragedia a un pueblo, los de un superhombre al mundo entero.
Los puristas lamentarán los cambios con la novela, siendo la gran mayoría necesarios y estando tan bien elegidos que el espíritu original -así como las escenas más icónicas- siguen presentes en un filme con un montaje y ritmo exquisitos. Casi tres horas que dejarán a muchos con ganas de más. Una verdadera hazaña.
UN ELENCO ESTELAR CON LUCES Y SOMBRAS
Por supuesto, no todo es de color de rosa. Algunos personajes como el de Chani o la Lady Jessica han sufrido ciertos cambios en el papel que desempeñan, algo que aporta complejidad a la trama pero que hace chirríar ciertos aspectos del argumento.
Notable la ausencia de la pequeña Alia Atreides, que permanece dentro del viente materno, en un claro homenaje a 2001: una Odisea del Espacio. Un cambio lógico pero que nos ha robado uno de los personajes más únicos de la historia de Dune, una niña de 3 años con personalidad adulta.
Otros, como el Stilgar de Javier Bardem -que hace dupla como alivio comico y fervoroso creyente- se han hecho más ricos y menos un simple attrezo para lucimiento de los protagonistas principales. Las nuevas incorporaciones como el Emperador Padissha de Christopher Walken y su hija, la princesa Irulan de Florence Pugh, cumplen con buena nota pero adolecen de su breve paso por una película tan coral.
Cameos como el de Leah Seydoux o Anya Taylor Joy son una verdadera y deliciosa sorpresa.
Finalmente cabe destacar el Paul Atreides de Timothee Chalamet, cuyo cambio de registro a partir de cierto punto de la trama es testimonio del porque es uno de los mejores actores de su generación.
Chalamet nos vende perfectamente el personaje de un protagonista trágico, alguien que quiere hacer el bien pero al que su poder y circunstancias le conducen a renunciar al amor y convertirse en un monstruo necesario para luchar contra el mal absoluto.
Como contrapunto, el Feyd Rautha Harkonnen de Austin Butler. Un rival muy a la altura y exquisitamente construido teniendo en cuenta su breve tiempo en pantalla.
Los Harkonnen están excelentes, tanto el Barón de Stellan Skarsgard como el Rabban de Dave Bautista, pero Butler imprime a Rautha de un sadismo que contrasta tanto con su impresionante aspecto físico que es capaz de hacer al personaje repulsivo y atractivo al mismo tiempo. Una versión oscura y psicótica de Paul Atreides que se come la pantalla.
UN ESPECTACULO SIN PARANGÓN
He querido dejar el aspecto audiovisual para el último momento, porque lo cierto es que aunque la narrativa y actuaciones son estelares, estamos ante un espectáculo visual tan arrollador que merecerá por si sólo el precio de admisión.
He de poner de manifiesto mi admiración por el director de fotografía de esta película, Greg Fraiser, que hace de la visión de Villeneuve todo un poema visual.
Más allá de la exquisita puesta en escena, el atrezzo y unos efectos especiales de altísima calidad, la cinematografía brilla con luz propia.
Unos primeros planos que realzan a los actores al máximo, unas panorámicas que hacen honor a aquello de cada fotograma es un cuadro, los impresionantes paisajes de Arrakis toman vida gracias a una fotografía sobresaliente. Más allá de eso, la sensación de escala de esta película es apabullante.
Dune Parte 2 no es una película de acción. Aún con todo, las tres escenas de combate del filme: El ataque a una esquilmadora de Especia, la batalla gladiatorial en el Giedi Prime de los Harkonnen y la batalla final de la película, no sólo son una auténtica clase magistral sobre como coreografíar, fotografiar, y rodar una secuencia de acción, son tan impresionantes que se quedan fijadas en la retina y dejan auténtico poso.
No me cabe la menor duda de que en particular la escena del eclipse en blanco y negro del planeta Harkonnen quedará en la memoria de todo aquel que vea la cinta como una de las partes más memorables.
En lo sonoro, Zimmer continúa con el fundamento de la primera parte, pero apostando por un tono más solemne y melodías más ambientales.
A diferencia de en la primera Dune, tambores, coros, y explosiones orquestales se reservan para los grandes momentos, algo que hace que la BSO brille más, imprimiendo a las escenas más icónicas de gran fuerza emotiva.
En conclusión, Dune Parte 2 completa y supera ampliamente la primera parte. Si Dune gateaba, Dune Parte 2 echa directamente a correr. Más allá de puntuales quejas en materia de desarrollo de personajes o fidelidad a la novela original, estamos ante un filme prácticamente impecable que destila calidad, cariño y esfuerzo de parte de todas las partes implicadas.
Un auténtico Blockbuster de autor que catapulta a Villeneuve y su equipo hasta el cielo de la Ciencia Ficción. Una película que hay que ver en cine y en la pantalla más grande que puedas encontrar. Una de las mejores películas de la Ciencia Ficción de todos los tiempos.
Sed felices.
