Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.
Antes de hablar de “Enanos” hay que decir que en esta sacrosanta casa hemos hecho todo el ruido posible con los cómics de las Tierras de Arrán que está publicando Yermo Ediciones en España. Hemos escrito, hecho vídeos, entrevistado a sus autores, hemos vuelto a escribir, hemos pensado sesudamente sobre el asunto y más allá de cometer atentados terroristas no tenemos claro qué hacer para que todo el Pueblo conozca la Buena Nueva. En principio parece que de llevar a cabo cosas así podríamos acabar en la cárcel y por lo visto allí la distribución de cómics no es del todo eficiente. Así pues volvemos a escribir. En este caso de uno de los últimos tomos que nos ha llegado a España, “Enanos 8“, que como siempre incluye dos historias.
Como hemos comentado otras veces con las distintas colecciones de Las Tierras de Arrán, cada serie tiene un tono y enfoque distinto, por más que tengan una espectacular continuidad artística y de construcción de mundo. Elfos es la más clásica dentro de la fantasía heróica. Orcos & Goblins la más macarra y punki. Enanos es la que más se centra en la pelea muchas veces en soledad de sus protagonistas contra la muy clasista sociedad enana. A todas las series les une la casi total desprotección argumental de los protagonistas, pudiendo palmar (o cosas peores) en su primera aparición, además de la consideración de que el Mal vence unas cuantas veces. Y que cuando es derrotado o al menos ralentizado lo es tras unos sacrificios mayúsculos unidos a poner medios y planificación al respecto.
Los cómics de Las Tierras de Arrán nos tratan como adultos, a pesar de contarnos historias de elfos, de enanos y dragones. Esto es especialmente acentuado en Enanos, y este octavo tomo no es una excepción. Es fascinante cómo tras ocho tomos recopilatorios la serie no baja de nivel argumental o de dibujo. Los exteriores siguen siendo impactantes, la naturaleza es tan bella como mortal, los interiores son amenazantes y sucios. El detalle sigue siendo increíble, como lo es cada escena de violencia, que suele ser breve, brutal y decisiva. La claridad de las escenas de acción se mantiene a pesar del tiempo, cuando en demasiadas colecciones occidentales o japonesas lo normal es terminar estilizando el dibujo y simplificar el dibujo. En Enanos no es así.
Hay algo de unidad de tema en las dos historias de Enanos 8. Las dos historias, Oborón del Escudo y Tala de la Forja, tratan de algo que ya hemos visto en otros tomos que le sucedía a algunos de los enanos más carismáticos de la serie, entre ellos el mítico Redwin de la Forja. Que no es ni más ni menos que el modo berserker/supersaiyajin que les confiere a alguno de ellos la capacidad de devastar casi ejércitos enteros o ignorar heridas prácticamente mortales. O también el secreto más escondido de las runas enanas y el tipo de poder enormemente conflictivo moralmente que posee. En ambos casos se vuelve a traer, como es común en la serie, a los protagonistas enfrentándose al orden establecido por una cuestión de amor a los suyos o por una simple cuestión de incomodidad ante decisiones monstruosas tomadas por las altas instancias.
De nuevo en Enanos la soledad se pinta de modo totalmente crudo, sin salvar por penita a seres queridos y con asesinados fuera de cámara que dejan a los protagonistas con más cargas en su misión o huída. De nuevo es todo a cara o cruz y de nuevo no se intenta evitar ninguna consecuencia de lo que se está queriendo contar. El resultado es que tenemos dos historias más que la soledad se transforma con oficio en épica, resistencia ante la monstruosidad y contra el estado establecido de la sociedad que la permite o la promueve.
Los protagonistas son valientes y admirables por explicitar que su mundo es un sitio despiadado en el que la simple virtud no se premia: no son locos que no entienden donde se meten. Saben perfectamente cómo es realmente de indiferente su mundo respecto al destino de cada uno de los seres que lo habitan. Saben de las complicaciones de rebelarse contra su sociedad, que implica la soledad, la persecución y la muerte. Y, aún con todo, lo hacen. Y las consecuencias caen naturalmente. Es decir, como en cada tomo de Enanos se muestra fantásticamente bien qué es la valentía…o la locura. La línea es vergonzosamente ténue.
De nuevo en “Enanos 8” habrá personajes recurrentes de otras historias apareciendo por el tomo, entre ellos alguien de primer nivel de importancia que aparece en un momento decisivo. Es de esos momentos que te sacan una sonrisa, cuando todo aparece cuando debe aparecer, cuando las cosas son convenientes y las piezas encajan. Más todavía cuando toda la serie ha demostrado una y otra vez que si tiene que abrirse el infierno para tragarse a todo el mundo los autores abren la puerta de un portazo sin pensarlo.
Por acabar, “Enanos 8” es otro tomo recopilatorio sin que el nivel medio baje lo más mínimo. Es otro tomo notable en dibujo, en historia, en ritmo, en narración gráfica, en espectacularidad y en continuidad con el mundo previo contado. Y, a la vez, es perfectamente posible meterse desde este tomo en el mundillo y quedar fascinado por él sin haber leído nada antes. Los cómics de la Tierras de Arrán siguen siendo un prodigio de regularidad con el listón alto en todos sus apartados, a pesar de todo lo que ya llevan publicado. Es un pequeño milagro que no sabemos cuanto durará. Pero cada tomo sigue siendo una maravilla que no podemos más que recomendar, otra vez.
Sed felices.