Netflix parece decidida a reventar todos los récords y acaparar la mayor parte de las películas nominadas a los premios Oscar, aprovechando la escasez de estrenos y el poder de marketing de la compañía. No olvidemos que la encargada en este aspecto es la misma que patentó el sistema Weinstein (ahora odiado por motivos que ya conocéis y que tuvimos la oportunidad de opinar aquí) por el que, por poner un ejemplo, Shakespeare in Love arrebató el Óscar a mejor película a Salvar al soldado Ryan o La delgada Línea Roja. Pero vamos a zanjar el tema, que me caliento. Todo este rollo viene por el estreno de Hillbilly Elegy, película protagonizada por varón pero dedicada exclusivamente a sus actrices.
Traducida en España como Hillbilly, una elegía rural, es una adaptación de la novela biográfica de J.D. Vance, ex marine y estadounidense de éxito que alcanzó el sueño americano pese a una infancia complicada marcada por el carácter de su madre. Podría haberse perdido en el camino, pero la labor de su abuela recondujo su rumbo.
La película está dirigida por Ron Howard, director ecléctico y muy afín a premios pero también capaz de generar bodrios importantes. Lo mismo te rodaba Willow, Apolo 13, Una mente maravillosa, Cinderella Man o Rush que El Grinch, EdTV, Inferno o Han Solo.
Es decir, un artesano que sabe rodar con oficio distintos géneros aunque de forma impersonal, sin un estilo definido. En este sentido, Hillbilly: una elegía rural era un proyecto que le venía que ni pintado, pero no acaba de cuajar.
Grosso modo, Hillbilly maneja dos aspectos con su correspondiente mensaje. Por un lado, tenemos el dramón familiar de la relación entre abuela, madre y dos hijos. Por otro, es un reconocimiento de los Hillbilly, término peyorativo utilizado en Estados Unidos para definir a los habitantes de áreas remotas, rurales o montañosas.
El mayor defecto de la película radica en que ese segundo aspecto de drama social queda totalmente desdibujado, por no decir ausente. No hay apenas reflejo ni reflexión sobre ese modo de vida. Al principio, da la sensación de que el protagonista se ve acompañado de la sombra alargada de un origen montañoso, pero pronto nos damos cuenta de que la familia pesa más, demasiado.
La práctica totalidad de la película se centra en la relación entre el protagonista y su madre y, posteriormente, su abuela. La primera está interpretada por Amy Adams, extraordinaria actriz que lleva años pidiendo un Oscar a gritos pero que no se lo darán por este. Lo borda reflejando el lado más agresivo y disfórico de una paciente con Trastorno Límite de Personalidad: relaciones marcadas por la ambivalencia entre el apego excesivo y el odio ante cualquier tentativa de independencia por parte del otro, así como consumo de tóxicos y tentativas de suicidio.
Frente a un miembro de la familia tan desestabilizador, la abuela del protagonista es la que ejerce de contrapunto equilibrado. Interpretada por una absolutamente irreconocible Glenn Close, ella es la que endereza el camino del personaje principal, pero también es parte importante del carácter desarrollado por su hija. Algo muy frecuente en los pacientes con Trastorno Límite de Personalidad: la infancia traumática, marcada por el consumo, la violencia o los abusos sexuales.
El mayor “pero” que se le puede poner a estar parte viene por partida doble. En primer lugar, que únicamente vemos el aspecto más dañino del personaje de Amy Adams, muy repetitivo en sus conductas. ¿Y por qué? Porque Hillbilly cae en el error más obvio del género melodramático: buscar subrayar las situaciones a toda costa para forzar la emoción del espectador.
Ejemplos los hay muchos: el incremento del volumen de la banda sonora en un momento emocionante, la reiteración de escenas de maltrato de la madre a sus hijos…
Al final, tanta sobrecarga de dolor sórdido terminar por sacar al espectador de la película. Además, la película termina por intentar empatizar con el personaje de Amy Adams cuando es prácticamente imposible después de haberla visto únicamente dominada por sus instintos más impulsivos.
En definitiva, Hillbilly: una elegía rural es una película aceptable. Entretenida y con ritmo pese a lo taciturno de su temática, las críticas la han puesto a parir por ser una película configurada para ganar premios Oscars. Dudo mucho que reciba nominaciones más allá de sus dos actrices principales (especialmente la irreconocible Close), cada una con una labor muy por encima de lo escrito en un guión que se centra demasiado en la faceta familiar pero que centra su foco en la parte más visceral buscando forzar la emoción del espectador en lugar de permitir que esta fluya con la difícil infancia del protagonista.
Crítica de Hillbilly, una elegía rural en Filmaffinity
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