InicioCineCrítica de La espera (2023), larga vida al terror rural español.

Crítica de La espera (2023), larga vida al terror rural español.

Hay un algo fascinante en el mundo rural. Esos pueblos de postal a las que toda película de tarde de Antena 3 nos invita a pasar las vacaciones, reencontrarnos con nosotros mismos o conocer el amor. Lo rural implica el regreso a la naturaleza y el alejamiento de todo lo malo de la civilización. Pero claro, como todo en esta vida, lo rural también tiene un lado oscuro. La precariedad de recursos, la pobreza cultural, las creencias supersticiosas y, en definitiva, el pensamiento mágico y primitivo. Esa mirada al abismo rural ha dado enormes obras tanto en el cine como en la televisión, la última de las cuales es La espera, alabada película española de 2023 que tenéis en Filmin.

La espera narra la historia de Eladio, guarda de una finca en la Jaén de los años 70. Junto con su mujer y su hijo, la familia vive apartada de todo en un entorno pobre y analfabeto. Al aceptar un soborno para aumentar el número de cazadores dispuestos en una montería, Eladio cometerá un error que no solo pondrá su vida patas arriba, sino que se verá sometido a una maldición inimaginable.

La película está dirigida por F. Javier Gutiérrez, director cordobés conocido por la polémica 3 días (2008) y que se trasladó a Estados Unidos, donde dirigió Rings, una de las secuelas de la conocida película de terror japonés. Por lo tanto, La espera es otra película de terror, aunque su desarrollo sea de todo menos previsible. De hecho, el boca a boca que generó la película puede lastrar la sorprendente evolución de esta.

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La espera, en su primera parte, se retrotrae a aquel cine español rural donde la violencia se contiene hasta el estallido final. Hablo de obras maestras como La caza, Furtivos o Los santos inocentes. Historias de siervos pobres e incultos que sostienen a toda a una familia mientras se someten a señores cuya autoridad nace del linaje.

En ese sentido, uno esperaría una tensa y cruel historia de venganza en la tradición de la As Bestas de Rodrigo Sorogoyen. Y probablemente hubiera sido una buena película, demasiado deudora de sus precedentes. Pero no sería La espera.

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Porque, en un salto al vació tan imprudente como genial, La espera se transmuta en una historia de terror cocida a fuego lento donde la naturaleza, ese ente que estuvo mucho antes que nosotros, toma un papel despiadado.

Esta combinación de terror y cine rural no es nueva. Ahí está el subgénero folk horror, con La bruja, Midsommar, El corazón del ángel, El bosque o incluso la parte sobrenatural del primer (y mejor) True Detective. Un folk horror de bosques húmedos, magia negra, vudú y sacrificios de animales. Un horror que se traslada a la España rural en forma de perros rabiosos, trofeos de caza, árida tierra sin árboles y demonios con forma humana que contemplan como un terrón de azúcar se oscurece al empaparse con el café. Igual que lo hacen con el alma de Eladio.

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Más allá del cambio de género a mitad de película, los mejores hallazgos de La espera se encuentran en su reparto y en su fotografía, una de las mejores que he visto en 2024. Desprende un calor asfixiante, terroso, con cada poro cubierto de arena caliza. Hasta el plano de un huevo friéndose impacta.

En cuanto a sus actores, qué decir de Víctor Clavijo, uno de los grandes tapados del cine español. Enorme actor con característica voz, fue el Lope de Vega del Ministerio del tiempo y siempre será el protagonista de una de las mejores y más infravaloradas películas de cine negro español: Sicarivs, la noche y el silencio. Está perfecto en una actuación de progresiva destrucción psicológica. Y bien acompañado por grandes intérpretes como Manolo Morón, Ruth Díaz o, sobre todo, ese actorazo que es Pedro Casablanc, un hombre que eleva cada papel que toca.

En definitiva, La espera es una de las películas españolas más sorprendentes del año. Lo que parecía un thriller rural más se convierte en una historia de folk horror a la española cocida a fuego lento con grandes actores y una fotografía que muestra cada grano de una tierra que nos da y, si quiere, nos puede quitar todo.

¡Un saludo y sed felices!

¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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