Colman Domingo protagoniza su más reciente película de la mano de Greg Kwedar, con la cual se ha consolidado como uno de los mejores actores de la actualidad y, en esta edición de la temporada de premios, como un firme candidato a la estatuilla a mejor actor.
La película está ambientada en la cárcel de Sing Sing, donde Divine G (Colman Domingo) ha fundado un grupo de teatro dentro de la prisión como medio de escape y expresión para todos los reclusos que buscan una vía de alivio a su soledad en Sing Sing. Con la llegada de nuevos miembros, como Divine G (Clarence Maclin ), el grupo, decidido a montar una nueva obra de teatro, se embarca en la creación de una comedia con el propósito de llevar un poco de alegría a quienes permanecen tras los muros de la prisión.
Un mensaje efectivo
El director Greg Kwedar, quien, a pesar de no ser un nombre muy conocido dentro de la industria, sin duda merece mayor reconocimiento por esta obra, realiza un trabajo fenomenal. Si bien se trata de una historia de superación y, en cierto modo, de redención, el director logra llegar al corazón de los espectadores sin caer en un sentimentalismo excesivo.
La película deja claro en todo momento que sus protagonistas son personas que, en efecto, merecen estar en prisión; todos han cometido actos terribles y, aun así, encuentran en el teatro un espacio donde pueden sentirse libres, disfrutar de lo que hacen y, quizás, a través de su esfuerzo, dejar algo valioso a los demás reclusos.
Considero que la película, en varios momentos, parece estar al borde de caer en el sentimentalismo, pero consigue evitarlo gracias al tratamiento de sus personajes. Todos ellos cargan con culpa y arrepentimiento por su situación, y el director logra que empaticemos con ellos no porque sean mágicamente perdonados por sus crímenes, sino porque, ante todo, son seres humanos que sienten y que, a pesar de las duras condiciones de la prisión, buscan llevar alegría a los demás.
Actuaciones excepcionales
En cuanto a los aspectos técnicos, la fotografía de Sing Sing es destacable, con un uso excelente de la luz. Esto se aprecia especialmente en las conversaciones nocturnas entre los personajes, donde la paleta de colores acompaña las emociones y otorga mayor peso a lo que acontece en pantalla. Del mismo modo, en las escenas de las obras de teatro, aunque queda claro que no son producciones grandiosas y que incluso en el vestuario se percibe la falta de presupuesto (lo cual es comprensible, dado el contexto de la prisión), la iluminación consigue que sintamos lo que sienten los personajes: el orgullo de hacer posible un sueño y la grandeza del arte.
Por otro lado, la música es uno de los puntos débiles de la película. Si bien no desentona en ningún momento, tampoco logra destacar. Esto se debe a que, en lugar de funcionar como un verdadero acompañamiento, parece un intento de imponer un sentimiento a las escenas, lo que, en mi opinión, es un error. Se percibe como si en todo momento se buscara sumir al espectador en una sensación de tristeza para acentuar la emoción de los momentos más impactantes, cuando la película por sí sola ya transmite esas emociones de manera genuina.
Si bien Sing Sing no es una película perfecta, sí logra transmitir un mensaje poderoso, recordándonos por qué el arte sigue siendo fundamental, incluso en un mundo donde cada vez parece tener menos importancia. Con un excepcional Colman Domingo, que, por si aún quedaban dudas, reafirma su lugar como uno de los mejores actores del cine actual.