Bienvenidos, amantes de lo más terrorificamente irrisorio del cine, a la sección mas importante del blog (sabemos que esto es así). Aunque la mayor parte del contenido de esta sección se sustenta, sobre todo y con orgullo, en mi propio conocimiento de los bajos fondos del séptimo arte, he de decir, igual de orgullosa, que tengo un par de reseñas preparadas por petición popular. Me satisface en grado sumo la curiosidad que despierta este pequeño espacio dedicado a la basura cinematográfica. Hoy, reseña de Pterodactyl, solicitada por mi compañero J.C.
Han llegado
2005 fue un año difícil para el cine. Un maquillado Johnny Depp nos traía Charlie y la fábrica de chocolate. El mundo recibía con indiferencia la conclusión de la trilogía precuela de Star Wars. Antonio Banderas resucitaba, con muy poco acierto, al Zorro y James McTeigue nos torturaba con una terrible adaptación de V de Vendetta. Entre todos estos esperpentos cinematográficos, un hombre, no, un héroe, decidió que tenía que traer al mundo algo de buena mierda. Mark L. Lester es famoso por Comando y Ojos de Fuego (que ya comenté que me parecía una de las peores adaptaciones de novelas de Stephen King), pero se hizo un mito con Pterodactyl.
Y es que nadie en el mundo del espectáculo se libra de pasar por mi sección. Porque para esta obra del género, Lester contó con el rapero americano Coolio, la actriz Mircea Monroe o el presentador australiano Cameron Daddo. Es lo mejor de este tipo de cine, la humillación es compartida.
¿De qué va Pterodactyl?
Como ya habréis supuesto, no va de serpientes en un avión. Tenemos al típico profesor listillo con un grupo de alumnos (que según él son los mejores y más preparados, pero que en el fondo son unos críos desagradables). Este simpático grupo se va al culo del mundo a estudiar quien sabe qué estupidez. mientras un montón de soldados de un ejercito sin determinar, llegan al mismo sitio por alguna razón no del todo justificada.
De repente, y también por razones bastante difusas, un pterodactilo empieza a comerse a gente, así a lo loco. La película intenta ponerte en situación, dándole un nombre y una historia a cada uno de los críos y de los soldados. Pero la verdad es que se los comen tan rápido, y tienen todos una cara tan similar de pardillos, que nunca te acabas de enterar muy bien de quien sigue vivo o quien está muerto.
Como viene siendo habitual en el género, el pterodáctilo no está solo, sino que cuenta con toda una camada de mini monstruos que disfrutan comiéndose a los panolis tocapelotas que han decidido deambular por su territorio.
Vale, pero ¿Qué quieren los pterodactilos?
A ver, querer, querer, no es que quieran nada. Parece ser que solo pueden sobrevivir alimentándose de carne de pardillo, lo que me lleva a preguntarme ¿Qué comían antes de que toda esta gente llegara a su territorio por las buenas? ¿Y cómo ha conseguido un pterodactilo solo y sin comida tener bebes? Son las maravillas de la cutre ciencia. Al final, por supuesto, se cargan a todos, y el chico y la chica se besan apasionadamente (o algo así), mientras se alejan hacia lo desconocido.
Y la (no tan sorpresa) final, resulta que no solo hay pterodactilos, sino UN ENORME DINOSAURIO QUE AÚN NO HAN MATADO, y que promete volver para vengarse… de quién sabe qué. No ha salido antes en toda la película, y es bastante sorprenderte porque lo que de verdad esperas es ver a otro bicho volador, pero ahí está.
La opinión de Sofía
He de decir que suelo ver cine mierda con mucho gusto. Soy fan de que todas las películas tengan el mismo argumento, pero con distinto bicho; de que existan unas normas no escritas que rigen las películas basuras en su subcategoría de monstruos y que nada te sorprenda nunca. En parte porque, como la película ya suele rozar en 0,3 en filmaffinity, las sorpresas suelen jugar a la contra.
Escribí esta reseña por recomendación de J.C, pero ahora creo que era una burla hacia mi persona, porque esta película NO ME HA GUSTADO. ¿Os lo podéis creer? Y os preguntaréis ¿Por qué esta película es diferente a las otras? Pues muy sencillo, pequeños discípulos, porque a pesar de sus efectos de chichinabo y seguir casi al pie de la letra el decálogo del cine basura, se toma demasiado en serio a sí misma.
Así que, de ahora en adelante, J.C, estás excluido de recomendar en este sacrosanto lugar. He dicho. El resto, por supuesto, seguís invitados a mandar sugerencias para que destripe un nuevo engendro en breve. Hasta entonces… sed felices.
Spielberg lloró al ver Pterodactil. La razón es desconocida, pero creo que sintió lo mismo que cuando vio Sharknado, vergüenza de su propio cine. Porque en el fondo, hasta Spielberg ama la buena mierda.
Es ¿Quién puede no amar este arte? Yo me emociono cada vez que veo Sharknado. Me alegra ver que no soy la única que valora este tipo superior de séptimo arte