DC Comics, su mejor dibujante, su guionista más reconocido y el superhéroe más famoso, eso es lo que nos encontramos en la portada de Superman: El hombre de Acero – Desencadenado. Comenzar la lectura de algo así promete, entre otras cosas porque sabes que vas a encontrar algo como mínimo bueno.
En este tomo de ECC Ediciones se nos relata la historia de cómo otro ser, con un poder muy superior al del resto de los mortales, cayó en la tierra antes que Superman. Y lo hizo de una manera muy similar y, además, como es lógico, no podía ignorar la existencia del Hombre de Acero. Mientras este último crecía y se desarrollaba Espíritu, que es como se llama este misterioso y poderoso protagonista, colaboraba con el Estados Unidos en misiones de importancia internacional. Todo esto es descubierto tras una pequeña introducción en la que nuestro héroe salva a la Tierra una vez más de una amenaza planetaria. Gracias a esto se da cuenta que el ejército cuenta en su haber con una base secreta en la que se haya este ser y que tienen un problema que abordar: una organización llamada Ascensión quiere acabar con la tecnología. Y, entre tanto, Lex Luthor complicará las cosas como es de esperar.
La idea funciona, y desde luego tiene momentos brillantes, sobre todo en lo relacionado con el trabajo en equipo entre Superman y este que tiene por nombre Espíritu. Se desarrolla una especie de admiración mutua a la vez que se forja una enemistad, dando lugar así a diálogos muy interesantes. Además contaremos con algunos conocidos de la editorial como por ejemplo Batman, que siempre hace ilusión que salga y que colabore con el Hombre de Acero, aunque sea en un plano sencundario.
El dibujo de Jim Lee es bueno. Muy bueno. Aunque tampoco nos olvidemos de Dustin Nguyen en los epílogos, que también son impresionantes. Pero tiene algo que a mí particularmente me parece curioso: a veces me cuesta reconocer los personajes. Si es calvo ya sabemos quién es, obviamente, pero en ocasiones he llegado a confundir Bruce Wayne con Clark Kent. Y sólo releyendo el diálogo me he dado cuenta de quién es quién. Eso no quita que sea malo, para nada, de hecho me parece notable, pero tiene esos pequeños detalles que resultan confusos. En cualquier caso la pluma es tan famosa que no hace falta posicionarse a estas alturas. O te gusta o no te gusta, ya sabes lo que hay.
Por otra parte tenemos el guión de nuestro querido Scott Snyder, en el que nos pasa algo parecido que con Lee: sabes a lo que vas. Es cierto que personalmente esperaba algo más complicado y más profundo, como quizás se nota en Superman: Por el mañana, donde haya reflexiones más interiores y podamos abordar el mundo interior de alguien que, al fin y al cabo, también tiene sentimientos. Pero es que igual no es el momento de eso. La sencillez se agradece para dejar lucirse a un buen dibujo, cosa que también es muy bien recibida. Aunque esto me hace pensar que igual el dúo elegido para este tomo no es tan compatible como podría parecer en un principio. Es cierto que las dos firmas tienen algo en común que muy pocos autores pueden decir: son los mejores. O por lo menos los más reconocidos. Pero eso no hace que sean un buen tándem, o una pareja formidable que hacen oro cualquier cosa en la que trabajen juntos. Como digo el resultado es notable, y rebajar el nivel de estos dos genios no tiene ningún sentido. Simplemente da la sensación de que había que exprimir un poco más de jugo.
En cualquier caso se trata de una lectura emocionante y que se disfruta mucho. Sobre todo porque, como digo, tiene la ventaja de que cuando ves las firmas ya sabes a qué te vas a enfrentar. No hay ningún riesgo. Personalmente me parece una opción muy recomendable. Más cuando la edición que hemos tenido en nuestras manos es un lujo: tapas duras compilando todas las entregas de grapa en 350 páginas a color, por valor de 30€, con los bocetos originales de Jim Lee, ideas alternativas de Snyder para el guión y las portadas propuestas de los primeros espadas de DC.
