InicioCineRetro-Análisis: Calles de Fuego (1984), atemporal e icónica fábula de Walter Hill

Retro-Análisis: Calles de Fuego (1984), atemporal e icónica fábula de Walter Hill

Siempre sostuve que Walter Hill es un director infravalorado. Sindicado mayormente como realizador de filmes de acción (que los hizo y buenos), se suele pasar por alto que sabe (o ha sabido, ya que lleva una larga inactividad) dar a sus filmes una personalidad estética que ya muchos quisieran tener. Para muestra basta un botón y eso es Calles de Fuego

Pocas escenas iniciales en la historia del cine tan impactantes como la de Calles de Fuego (Streets of Fire, 1984). Después de que una leyenda nos pone al tanto de que estamos a punto de ver “una fábula de rock n´roll de otro tiempo y otro lugar…”, caemos a un concierto en el cual, junto a su banda The Attackers, se presenta la sensual y exitosa cantante Ellen Aim (Diane Lane), que interpreta a pura explosión de energía el tema Nowhere Fast.

Obviamente, Diane no está cantando sino que hace la mímica (ya hablaremos bien de la música) y hay que decir que su interpretación del playback es sencillamente perfecta al punto de hacernos creer que es una verdadera rockstar. Cuesta imaginar que tuviera en ese momento apenas dieciocho años y más aún que con tan tierna edad tuviese ya a cuestas nada menos que tres películas a las órdenes de Francis Ford Coppola, pero volvamos a la escena…

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En el exterior del recinto vemos arribar a una banda de motociclistas ataviados a la usanza de los cincuenta y con pinta de malas intenciones.  En el interior y con Ellen en pleno número, la fotografía maneja un maravilloso contraste entre el despliegue de luces y las figuras oscuras que componen la audiencia mientras la cámara se detiene cada tanto en el rostro de una fan y ya sabremos por qué.

Se abren las puertas al fondo del auditorio y, en un increíble manejo de iluminación, vemos avanzar al grupo de moteros cuyas siluetas se recortan contra el resto de la muchedumbre en tanto que las gorras sobre sus cabezas los hacen claramente identificables: solo uno, que marcha al medio, no la lleva… y desde ya que es el líder.

Cuando la cámara hace primer plano en él, no distinguimos rasgo alguno pues su rostro luce ominosamente oscuro hasta que poco a poco se aclara y podemos reconocer (hoy, claro) a un joven Willem Dafoe que mira al escenario con ojos de ave de presa. Cuando la canción acaba y en la primera palabra no cantada, grita “¡now!” (ahora) y se desata el caos mientras el gentío corre de un lado a otro y los pandilleros trepan al escenario para hacerse con Ellen y huir raudos en sus motocicletas con ella gritando, braceando y pataleando…

Creo que me he extendido demasiado con la escena inicial, pero si la han visto me entenderán y si no lo han hecho también… cuando la vean.

Fábula de Rock n´Roll

Calles de Fuego es una historia tremendamente simple, diría brutalmente simple, y allí, junto con la impresionante estética, reside gran parte de la magia que la ha vuelto icónica con el correr de los años.

Pero si hablamos de magia, no podemos obviar su maravillosa atemporalidad. Se nos habla de “otro tiempo y otro lugar”, pero no hay forma de saber cuáles. Hay una curiosa mezcla de años cincuenta con ochenta, haciendo convivir los viejos Studebaker de la policía (inclusive los uniformes) o el Mercury modificado que conduce el protagonista (ups, aún no he hablado de él) con música, maquillajes y peinados bien ochenteros. Hay un contraste absoluto, por ejemplo, entre el atuendo de Ellen y el de sus captores…

En cuanto al lugar, es referido como “distrito Richmond” pero no hay nada que remita a la ciudad de ese nombre en el estado de Virginia y, por el contrario, sí mucho de Chicago, en donde algunas escenas fueron filmadas, como también en Los Ángeles y, sobre todo, en los estudios de Universal, todo lo cual, combinado, crea sensación de “ningún lado”. Por cierto, el depósito en que tiene lugar el rescate de Ellen es una abandonada fábrica de jabón en la localidad portuaria de Wilmington, California.

¿Pero de qué va la historia? ¿En qué consiste esa fábula de rock n´roll de que se nos habla o lo que fuera que se entendiese como rock n´roll a mediados de los ochenta? Pues en realidad es la clásica historia de “damisela en apuros”, solo que con un increíble trasfondo visual, conceptual y musical.

Quienes han raptado a Ellen son, ni falta hace decirlo, una muy peligrosa banda: se los conoce como Bombers (Bombarderos) y tienen su centro básico de operaciones en una zona periférica muy marginal a la que se alude como Battery.

El líder y cerebro detrás del rapto se hace llamar Raven, memorable villano a cargo de Willem Dafoe que, en un detalle que agrega misterio y atractivo, no deja claro con qué finalidad ha secuestrado a la cantante: no hay cobro de rescate a la vista ni tampoco abuso o violación (aunque se desliza algún amago mientras la tiene atada en un camastro). Lo suyo pareciera ser más bien resentimiento social: el propio placer de entrar en zona de “chicos ricos” y salir con una princesa como trofeo…

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En cuanto a la muchacha del auditorio, es Reva Cody (Deborah Van Vankelburgh), de quien la estrella raptada no es solo su ídolo sino también la ex novia de su hermano Tom Cody (Michael Paré), ex marine de vida marginal y de armas llevar (y largas) que está ausente en la ciudad desde hace algún tiempo. Reva lo ve como el candidato ideal para rescatar a Ellen y por tal razón lo llama, pero él no está interesado pues su historia pasada y al parecer fogosa con la cantante no ha terminado bien…

Para colmo de males, ella tiene un nuevo novio llamado Billy Fish (Rick Moranis), que es además su manager: tipo engreído, materialista, despreciativo y ya veremos también que bastante cobarde. No tiene una, bah, ni siquiera porte: ¿qué le vio Ellen? Ah, cierto: es el manager… La cuestión es que es él justamente quien convence a Tom de llevar a cabo el rescate, obviamente con dinero contante y sonante (unos diez mil dólares para ser exactos) y sin saber de su pasado con Ellen. Si eso no es morbo, no sé qué lo es: maravillosos ochenta…

El único motivo, entonces, por el cual Tony tiene interés en rescatar a su ex novia es el dinero y así quiere dejarlo claro, pero se cae de evidente que, a medida que la historia avance, el pasado saldrá a flote nuevamente, aunque siempre de manera inconclusa y con tormenta en medio de la pasión…

Tony es un tipo de los que trabajan solos y más todavía habiendo de por medio diez mil dólares que no piensa repartir con nadie, pero la suya es una misión suicida y por tal razón, en un bar, se le ofrece como ayudante otra ex marine que, de aspecto y modales poco femeninos para los estándares habituales, trabaja como mecánico: se trata de McCoy (Amy Madigan); sin nombre, solo apellido…

Recuerdo que la primera vez que vi esta película fue durante una proyección en un bar muy ochentero y yo tendría prácticamente la misma edad que Diane Lane (bueno, la sigo teniendo), lo cual solo podía devenir en enamoramiento, pero también tengo presente que me caía muy fastidiosa McCoy como personaje. Supongo que sería la bebida, que era muy tarde o vaya a saber qué, porque cada vez que volví a ver el filme después (creo que unas cinco o seis), no me dejó dudas de ser el personaje más interesante de la película.

McCoy constituye el contrapeso justo para Cody, quien la acepta como compañera tras su insistencia y varios regateos con el reparto de la recompensa pues, a pesar de ser muy distintos, le cae bien. Terminan formando una dupla inolvidable y sin tensión sexual: desde bien temprano se encarga ella de dejarle claro que “no es su tipo” y, de hecho, quizás ni siquiera “su género”. La magnífica interpretación de Madigan hace grande a un personaje que, irónicamente, no formaba parte de la historia original, sino que la propia actriz lo sugirió tras haber sido rechazada para el de Reva: o sea que es suyo en todo sentido…

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Elenco a la Medida

Lo que sigue es el rescate en sí y no quiero entrar en detalles demasiado específicos por si aún (herejía y sacrilegio) no la han visto: solo diré que Cody y McCoy terminan siendo acompañados en su peligrosa misión por la hermana del primero y por Fish, a regañadientes y a pesar suyo, pues en nada le interesa exponerse al peligro sino que lo suyo es pagar para que otro lo haga.

Hay detalles que agregan hermosa incorrección a la película, como Cody haciendo estallar los tanques de combustible, ya sea de las motos o de los coches patrulla, disparándoles desde lejos cual cazador (no es casualidad que tenga el mismo apellido que el legendario Buffalo Bill) o cuando, a punto de ir en busca de Raven para enfrentarlo en singular y casi medieval duelo, duerme de un golpe en el mentón a Ellen para que no insista en acompañarle.

Que no se malinterprete: a nadie puede encantar ver golpear a una mujer (por lo menos no a mí), pero sí hacernos añorar una época en que los guionistas no estaban condicionados por el mensaje que debían dar y eran capaces de desarrollar con más libertad personajes que repartieran por igual virtudes y defectos sin necesidad de ser guías de moral.

Michael Paré está muy lejos de ser un gran actor; de hecho, es bastante poco expresivo. Y sin embargo, va perfecto en un personaje que requiere justamente ese perfil. Antes de él, fueron descartados Tom Cruise y Patrick Swayze, dos que, como Diane, habían surgido de aquellas películas que Coppola filmó en blanco y negro después de haber quebrado y por falta de presupuesto. Imposible saber cómo hubiera lucido en el papel cualquiera de ellos y siempre es más fácil hablar con el periódico del lunes en mano, pero sí podemos decir que Paré calza en Cody como anillo al dedo.

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Otro tanto puede decirse de Lane, para cuyo personaje había sido antes descartada Daryl Hannah, que venía de Blade Runner. Con todo lo que quiero y admiro a la blonda, no me parece que le hubiese cuadrado Ellen de modo tan creíble como a Diane. De hecho, la imagino más como secuestradora que secuestrada y hasta quizás como hipotética compañera de Raven: ups, debe ser el efecto Blade Runner…

En cuanto a Madigan y Dafoe son, sin duda, los mejores del elenco, además de quienes componen a los personajes más interesantes…

Una Increíble Estética Atemporal

Así como hay en el filme una mezcla de lugares y de épocas, también la hay de estilos. La atmósfera opresiva y por momentos asfixiante tiene aires de neo-noir con destellos de cyberpunk, pero también de western urbano sazonado con estética de cómic. Walter Hill crea un mundo propio, casi un universo paralelo, como lo volverá a hacer en Cruce de Caminos (1986), donde apenas entrar al club de blues, nos sentiremos en otro mundo. Y también allí hay un duelo memorable: creo que amerita retro-análisis…

Pero a la estética fascinante de Calles de Fuego contribuyen la acertada producción de Joel Silver, la magnífica fotografía de Andrew Laszlo y la alucinante iluminación de Marc Brickman. Y aunque no tiene que ver directamente con lo estético, hay que destacar el guion de Larry Gross y del propio Hill, pues se complementa tan bien que se hace difícil distinguir el huevo de la gallina: si crearon un universo para la historia o ajustaron esta al mismo.

No se pueden omitir las influencias a las que, combinándolas sagazmente, el filme echa mano: hay resabios de Grease (Randal Kleiser, 1978), Los Amos de la Noche (Walter Hill, 1979), Rescate en Nueva York (John Carpenter, 1981) y, obviamente, de la ya mencionada Blade Runner (Ridley Scott, 1982), de la cual pueden leer aquí el retro-análisis de un servidor. Los puentes y las vías elevadas son referencia notoria, al igual que esa ciudad que pareciera desconocer el sol.

La Música

No podíamos dejar de hablar de ella, pues tiene un papel esencial (es una fábula de rock n´roll, a no olvidarlo). Comencemos por aclarar que el título de la película está tomado de una canción de Bruce Springsteen (temazo, me permito agregar) incluida en Darkness on the Edge of Town (1978), uno de sus mejores y más oscuros álbumes. La idea original era que formara parte del filme y fuera interpretada en el final por el personaje de Ellen Aim.

Pero problemas legales de último momento les dejaron sin los derechos para utilizarla y ello obligó a hacer cambios, optando Hill por recurrir más bien a canciones especialmente compuestas para la película y a tal fin convocó a Jim Steinman, quien, fallecido el año pasado, fuera no solo uno de los más prolíficos productores musicales sino también de los grandes compositores de canciones en los ochenta y noventa.

El lugar de Streets of Fire, entonces, pasa a ser ocupado por Tonight is what it means to be Young, de la cual Ellen Aim entrega en el final una sentida interpretación en consonancia con lo que al personaje le está pasando por dentro. También lleva autoría de Steinman la canción Nowhere Fast que, como dijimos, suena en la escena inicial.

¿Pero quién está cantando detrás de Diane Lane y cuál es la banda? La vocalista es Laurie Sargent, dueña de un registro potente y algo arenoso que me hace recordar mucho a Bonnie Tyler, al punto que pensé que era ella cuando la escuché por primera vez en aquel bar.

De hecho, Nowhere Fast, con ese toque de lo que se suele llamar rock wagneriano y con piano y batería bien marcados, me trae a la cabeza algunos de sus éxitos más rockeros.  Cuando supe que estaba compuesta por Steinman, me quedó todo mucho más claro, pues ha sido el creador de varios de los éxitos de la cantante galesa como Total Eclipse of the Heart o Holding out for a Hero, esta última de sonido bastante cercano y editada también en 1984.

En cuanto a la banda, su nombre es Fire Inc. Se trata, básicamente, de una esas bandas inventadas para una película en especial (el propio nombre lo deja entrever) y, de hecho, esas dos canciones son las únicas que han grabado oficialmente con ese nombre. Varios de sus miembros acabarían en 1989 formando Pandora´s Box, otra banda promovida por el gran Steinman.  Y ya avanzados los noventa, Sargent, junto a los miembros sobrevivientes de Morphine y tras la muerte de su líder Mark Sandman formaría Twinemen .

Párrafo aparte para The Sorels, el simpático grupo coral soul a cuyo micro el grupo de Cody se sube tras el rescate y que acaban convirtiéndose en número de apoyo para Ellen, interpretando incluso otra canción destinada a ser hit: “I can dream about You”. La misma está compuesta por Dan Hartman y, dado que los Sorels son una banda de ficción, es él quien la interpreta en el álbum de la banda sonora pero, curiosamente, no en el filme mismo, donde es vocalizada por Winston Ford.

Puede que sea simple idea mía, pero siempre me pareció que la escena de Solo en Casa (Chris Columbus, 1990) en que la madre de Kevin se sube a un vehículo junto a una banda de polka y debe escuchar sus canciones, tiene mucho de homenaje a la del micro en Calles de Fuego.

Y por último con respecto a la música, la fuerza de los íconos visuales suele tener peso y aun sin ser cantante, Diane Lane influyó con su modo de moverse y gesticular a toda la generación de vocalistas femeninas de power metal que iría llegando a partir de los noventa y que, la que más la que menos, tienen inevitablemente algo de Ellen Aim.

De Fracaso de Taquilla a Filme de Culto

Hoy cuesta creerlo, pero la película no funcionó comercialmente en su estreno. Con un costo de catorce millones de dólares, apenas recaudó ocho en Estados Unidos, pero fue en su paso por las salas del resto del mundo donde comenzó a operarse el milagro y, sobre todo, en Japón, donde constituyó un éxito arrasador y quedó incorporada a la cultura icónica masiva.

Así, la empresa Capcom se basó en el filme para desarrollar su saga de videojuegos Final Fight que, lanzada en 1989, tomaba en parte una historia real de los años sesenta en Rock Creed, Ohio, pero incorporándole claras referencias a Calles de Fuego, al punto que el personaje principal se llama Cody y debe rescatar a su novia de unos pandilleros cuyo líder es muy parecido estéticamente al Raven de Dafoe.

Otro tanto ocurrió en el mundo del anime, pues Bubblegum Crisis (1987) recrea con bastante fidelidad muchos de los ambientes del filme, en tanto que la sexy cantante Priscilla Asagiri remite muchísimo a Ellen Aim, así como la canción inicial a Nowhere Fast, siendo auditorio y estética del concierto muy semejantes.  El nombre de su banda, The Replicants, es en cambio un claro homenaje a Blade Runner.

Pero si Japón inició el milagro, el mundo le siguió y las ventas en vídeo hogareño, sobre todo en VHS, pero también las que después llegaron en DVD y Blu-Ray acabaron por convertir al filme en título de culto indiscutido. Y merecido…

También es bueno aclarar que existe una secuela de 2008 titulada Road to Hell, que pasó bastante desapercibida y en la cual no estuvo involucrado Walter Hill ni ninguno de sus habituales colaboradores mientras que del elenco original solo subsisten Paré y Van Vankelburgh para dar una vez más vida a los hermanos Cody.  Dirigida por Albert Pyun y bastante más clase B, podría a primera vista ser pensada como esperpento pero no: es aceptablemente digna y se puede ver en la medida en que se la tome como un filme aparte y no teniendo en las retinas Calles de Fuego ni su icónica magia.

Valoración Final

Calles de Fuego es, en más de un sentido, una película perfecta: quizás habría que decir simplemente perfecta o perfectamente simple, no sé, ya que hace de la simpleza argumental su principal arma en la medida en que sabe rodearla con una estética visual apabullante que demuestra tanto el enorme director que es Walter Hill como su habilidad para rodearse de la gente correcta, ya sea a la hora de elegir colaboradores como actores.

Decía en el encabezado que Hill suele ser sindicado como director de películas de acción y vaya si lo es e inclusive con esta, pero a diferencia del tono de comedia que da a Límite: 48 Horas (1982) o a Danko: Calor Rojo (1988), aquí nos presenta una historia mucho más atemporal que rescata elementos de los cuentos que leíamos en nuestra infancia, pero llevándolos a una atmósfera terriblemente decadente. Y no es que falte el humor, porque lo hay, pero no se trata de buscar la carcajada generalizada del auditorio sino una ligera sonrisa cómplice e individual cada vez que detectamos algún guiño o reconocemos algún lugar común…

Es, y no tengo reparos en decirlo, una de las películas más icónicas de la década del ochenta y, ahora que lo pienso, ese listado amerita pronto artículo en esta web. Si aún no la han descubierto, hecha está la invitación y les aseguro que no se van a arrepentir. Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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2 COMENTARIOS

  1. Que tal Rodolfo! Esta película tiene menos guión que el videjuego Mario Bros, y la música…. pero me la has recordado y la volveré a ver, gracias!

    Saludos y a disfrutar de las cosas que nos hacen felices!

  2. Hola Jordi: gracias por comentar. Es una historia simple tal como he señalado, pero eso no quita que sea un guion bien narrado, casi diría sin defectos. Pero lo que la hace grande es todo el contexto. Me alegro que te hayan entrado ganas de reverla. Dime luego qué te ha parecido: la perspectiva del tiempo cambia a veces muchas cosas; por lo menos conmigo ocurre. Un saludo!

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